Cambió un trabajo de 20 años que no la conformaba por una actividad que le fascina

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Fabiana Orpín

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Pensando en terminar Secundaria, Fabiana Orpín comenzó a estudiar cerámica y descubrió que eso era lo que quería hacer toda su vida. Hoy tiene piezas emblemáticas, como la escultura Hope.

"Yo no quiero estar acá” y “quiero hacer esto”. Eran las dos cosas que estaban muy claras en la vida de Fabiana Orpín (45 años). El lugar en el que nunca quiso estar, pero al que la llevaron las necesidades laborales, era la Asociación Española, en la que durante 20 años trabajó en la sección Registros Médicos.

Lo que quería hacer para poder salir de ahí lo terminó de descubrir con el tiempo. Lo concreto era que precisaba terminar el liceo, que había dejado cuando tenía 18 años.

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“Tenía 38 años cuando dije ‘como sea tengo que terminar el liceo’ y prefería hacer tres años de cualquier cosa antes que sexto año de Derecho. Empecé a buscar y retomé algo que me encantaba, que siempre me gustó: bachillerato de cerámica en la Escuela Figari. Desde que fui ahí fue amor total, fascinadísima”, recuerda.

Terminó la Escuela de Artes y Artesanías en 2018, pero nunca pensó que podía dedicarse a hacer cerámica. Ahí fue que empezaron a ocurrirle lo que ella define como “cosas raras”.

La primera fue recibir el llamado de Yamandú González, dueño de la conocida galería Acatras del Mercado.

“Me contactó por Instagram, donde yo tenía tres o cuatro fotitos de cosas que hacía para mí, me preguntó por una piezas y me dijo ‘¿no querés estar en la galería?’ ‘¡Guau! A alguien más que a mí le interesa esto’, pensé’”, cuenta.

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Hope, su pieza más característica y la que más le piden.

Fue así que comenzó a hacer piezas para Acatras mientras seguía estudiando cerámica con Cecilia Pagliari, quien estaba en el Mercado de los Artesanos y le comentó que había un llamado para entrar.

“Yo no tenía producción, ni estilo… nada. Pero buscando, buscando y buscando lo primero que apareció fue una macetita que es una gordita a la que le puse Carmencita por mi mamá. Ella ya había fallecido cuando entré a la Figari y nunca vio nada hecho por mí. También hice casitas y otros personajes y entré”, señala la ceramista.

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Dice que eso le abrió los ojos para darse cuenta de que la cosa iba por ese lado. Eso le fue dando coraje para finalmente, en noviembre de 2020, renunciar a la Española.

“Fue en el peor momento, en plena pandemia. Fue un ‘no me importa nada, no me importa que se caiga el mundo’”, comenta.

Siguió adelante porque nunca pensó que le podía ir mal. Instagram fue gran responsable de que las cosas fluyeran. “Me dio una grata sorpresa, no le tenía mucha fe y es una buena ventana para mostrar tus cosas y vender. Espero este año poder abrir un sitio web y una tienda virtual”, proyecta.

También le sirvió estar en ferias como Ideas+, de la que hizo tres ediciones y una de sus piezas características –Hope– recibió una mención. “Tener al público enfrente de las piezas y ver su respuesta es lo que más me sorprendió y me llenó de alegría. Ver adultos convertirse en niños, emocionarse y llenarse de amor. Eso fue un mimo al corazón muy grande”, destaca.

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Estuvo además en la Feria de Atlántida, que confiesa que le encanta pero “es matadora” por lo extensa. Atlántida es además el lugar que eligió para vivir desde hace un año, otro sueño cumplido con su pareja Aldo Domínguez y su hijo de 19 años. “La elegimos porque tenés toda la paz y tranquilidad, pero también todos los servicios y no es lejos de Montevideo”, apunta.

Poco a poco Fabiana siente que está alcanzando sus metas. Todavía le gustaría dibujar, aprender Photoshop, ilustración y hacer cambios en su vida personal. Siente que el dejar una actividad por otra la transformó en una persona cuya vida aún está en proceso de diseñar. “Estoy en una edad en que empezás a sacarte una piel y ponerte otra, de decir ‘esto me sirve, esto no me sirve’. Estoy en ese viaje de hacer mi vida mejor”, reflexiona serena.

Fabiana Orpín

Realiza todo el proceso de principio a fin

Fabiana cuenta que todo le llama la atención a la hora de inspirarse para hacer esculturas, tazas, macetas. “Todo lo que son culturas, historias distintas o especies de adivinación como el tarot, las runas o la corriente Wicca de ser brujas me atrae”, dice al hablar de series que realiza tales como los vikingos.

Comenta que hace piezas por encargue, pero lo que más le gusta es crear. “Es difícil a veces que te pidan cosas que tenés que interpretar lo que quiere la persona. Es algo medio raro, por eso trato siempre de tener algo para decir, ‘esto es lo que hice ahora’”, remarca.

Aclara que la cerámica es bastante lenta de desarrollar porque todo el proceso lleva su tiempo y ella lo realiza de principio a fin. “Hay cosas que, por más voluntad que tengas, si la cerámica no está en tal estado no la podés pintar, si no está en tal otro estado no la podés hornear. Tenés que adaptarte a sus tiempos”, explica la artesana, quien trabaja sola pero últimamente está recibiendo la ayuda de su pareja y, a veces, también de su hijo.

Además, en mayo del año pasado dictó talleres en el Mercado de los Artesanos. “Fue una prueba porque estábamos en pandemia y estuvo bueno. No lo repetí este año porque tengo otros planes en camino y prefiero dedicarles toda mi energía”, apunta al hablar de su experiencia como docente.

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La escultura que se volvió su sello: Hope

“Una de las piezas que surgió en la feria Ideas+ fue Hope (Esperanza) y terminó recibiendo una mención. La gente me la empezó a pedir y era una pieza que no quería vender. No pensaba hacerla como una pieza que se iba a repetir, pero me la pidieron tantas veces que decidí hacerla aunque yo me quedé con la original”, cuenta Fabiana sobre la escultura en cerámica que la identifica y de la que comenzó a realizar variantes que hasta el día de hoy le piden.

En su Instagram la describe diciendo que “cada una es única, con sus detalles y miradas”.

La artesana reconoce que se encariña con las piezas que hace, “pero también sé darlas”, confiesa.

Fabiana Orpín

Premio Nacional de Artesanía

Se presentó y consiguió una mención. Sus creaciones están en Acatras, Mercado de los Artesanos, Castillo Pittamiglio de Las Flores, Arboretum Lussich y tienda Sietemilímetros.

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