Carolina Abuchalja nació en Montevideo, Uruguay, y desde niña demostró un gran interés por la educación y el desarrollo personal. Inicialmente, cursó dos años en la Facultad de Ciencias Económicas y Administración de la UdelaR, pero su pasión por el marketing la llevó a cambiar de rumbo y obtener la licenciatura, la cual culminó con éxito en el año 2000.
Comprometida con su formación profesional, continuó sus estudios en la Universidad de la Empresa, donde obtuvo varios títulos: un Postgrado de Habilidades Gerenciales, un MBA y un Magíster en Educación. Su tesis de MBA, enfocada en la creación de un colegio denominado «EduSchool», recibió una alta distinción del tribunal, siendo calificada con 12. Este reconocimiento no solo fue un honor, sino que también la motivó a convertir su proyecto en una realidad. Así, en 2007 fundó el Instituto EduSchool, que hoy cuenta con más de 800 alumnos.
Para seguir mejorando en el ámbito educativo, Abuchalja realizó varios cursos específicos, incluyendo un Diplomado Internacional en Competencias Docentes con doble titulación por la Universidad Tecnológica de Monterrey y la Universidad de Cambridge, y un Diplomado en Calidad Educativa y Competencias Docentes emitido por la Universidad Tecnológica de Monterrey.
Cuando Abuchalja, miembro del Rectorado de la Universidad de la Empresa (UDE), directora general del Instituto EduSchool y directora de la Escuela de Desarrollo Empresarial de UDE, habla sobre liderazgo, educación y los desafíos que el mundo actual presenta para quienes están al frente de grupos, sabe del téma.
-¿Cuáles son los desafíos que tienen los líderes hoy en día?
-Estamos en un mundo que ha cambiado mucho, sobre todo después de la pandemia. Nos encontramos en una sociedad absolutamente diferente. La sociedad cambió, los jóvenes también, y ya no se proyectan tanto a largo plazo en los lugares de trabajo. Más bien, ellos entran, están un año, y si les sale otra oportunidad, van a otro; así van rotando de lugar en lugar, porque la pandemia les demostró que puede llegar un día donde todo se termine. En 2020, casi sin aviso, quedamos aislados y nuestra única forma de comunicación era la pantalla. Ellos tuvieron que estudiar y socializar a través de ella, y muchas veces quedaron solos. Tomaron conciencia de que las cosas pueden tener un final, algo que cuando son jóvenes no suelen visualizar. Después de la pandemia, lo que pasó es que todo lo vivido los hace enfocarse en el día a día, porque no saben si mañana se puede dar una guerra, aparecer otro virus, o si la inteligencia artificial generativa va a hacer que algún profesional ya no sea necesario. Entonces, el líder de hoy tiene que enamorar al equipo que tiene con él. ¿Y cómo lo logra? A través de las habilidades blandas, que son las que humanizan. Nos hemos vuelto una sociedad muy tecnológica, y creemos que un amigo es alguien con quien hablamos por videollamada. Hemos perdido el contacto físico y el encuentro personal. Un líder debe desarrollar habilidades de comunicación, escucha, trabajo en equipo y entender el lenguaje no verbal para poder tener un equipo sólido. Un líder sin equipo no existe.
-También han cambiado las formas de trabajar, ¿no? Porque ahora las empresas están queriendo volver a la normalidad y el trabajador también se resiste…
-Sí, hay todo un dilema porque el teletrabajo permitió que mucha gente disfrutara de trabajar desde casa, o desde lugares donde hacen networking, juntándose con personas de distintas empresas o emprendimientos. Eso enriquece mucho más que estar en una oficina respetando un horario marcado. Hoy en día, se deben cumplir objetivos y desde la máquina puedes saber si la persona está trabajando o no. La gente prefiere esa flexibilidad en lugar de estar en una oficina. Sin embargo, hay trabajos que requieren la presencia física, entonces, debes encontrar gente dispuesta a estar en horario de oficina. La reducción de visitas físicas a lugares también es notable, porque mucha gente hoy compra y averigua en línea. El equilibrio es necesario para no perder la parte humana y la socialización, que son esenciales.
-¿Cómo estos desafíos se trasladan al aula en los centros educativos?
- En el aula, se generaron muchos cursos virtuales tras la pandemia, lo que permite llegar no solo al barrio o a la ciudad donde están instalados, sino también al interior profundo o al exterior. Nosotros tenemos gente de todos los países tomando cursos con nosotros. También existe la modalidad híbrida, que combina clases virtuales con encuentros presenciales para socializar y compartir experiencias. La virtualidad permite que más gente se anime a estudiar al no ser un sistema tan rígido, y los docentes están formados para enseñar de manera efectiva tanto virtual como presencialmente.
- Eso también abre la posibilidad de acceder a otros mercados, ¿no?
-Sí, y al revés también. Esto permite conocer otras culturas, formas de vida y dinámicas de trabajo. Al contrastar, te enriqueces mucho con la experiencia de otras personas que viven en distintos lugares. Este intercambio y enriquecimiento con la vivencia del otro es muy valioso y aporta muchísimo.
-Al final del día esto también es una dificultad o una ventaja, dependiendo de cómo se mire, que tendrán los futuros líderes...
-Los futuros líderes deben tener adaptabilidad, flexibilidad y capacidad de comunicación y escucha. Deben estar pendientes no de sus necesidades como líderes, sino de las necesidades de su equipo. Conocer qué entusiasma a cada integrante permite mantenerlos motivados y fidelizados a la empresa. Es esencial desarrollar la comunicación, la escucha, la flexibilidad y la adaptabilidad. Porque esto cambia y cambia todos los días. Por ejemplo, hablamos de inteligencia artificial y en realidad estamos viendo solo la punta del iceberg. Debemos estar preparados para aprender a utilizar cada nueva herramienta de manera equilibrada. Esto va a ser mucho más grande, no sabemos qué tan grande. Están expuestos los jóvenes, están expuestos los medianos y los mayores, todos. No sabemos hasta dónde va a llegar. Entonces, hay que tener la cabeza abierta para que toda herramienta que aparezca, primero aprender a utilizarla para después ver si la podemos integrar al funcionamiento diario y a tu favor.
- ¿Cómo cambia la inteligencia artificial las formas de educar y de liderar?
-Lo primero es aceptar que la inteligencia artificial es una herramienta útil, similar a la calculadora o la computadora en su momento. Al principio, muchos se resistían a estas tecnologías, pensando que las operaciones matemáticas o la escritura debían seguir haciéndose a mano. Sin embargo, al reconocer su valor, comenzamos a utilizarlas para facilitar nuestras tareas. Lo mismo sucede con la IA, como ChatGPT. En lugar de buscar formas de detectar si un documento fue realizado por un alumno o por la IA, deberíamos pensar en cómo integrarla en el proceso educativo. Por ejemplo, los alumnos pueden usar ChatGPT para desarrollar ideas, pero aún necesitarán proporcionar insumos precisos a la IA para obtener resultados relevantes. Este proceso no es simple; requiere estudio y manejo del chat hasta que comprenda exactamente lo que se quiere. Además, los estudiantes deben comparar la información generada por la IA con fuentes fidedignas, ya que la IA no siempre es 100% precisa. Esto implica un análisis crítico y el uso de múltiples recursos para verificar la información. Al final, el uso de IA requiere tiempo y esfuerzo para obtener resultados útiles. Pero, si los estudiantes aprenden a utilizar estas herramientas efectivamente, fortalecerán su aprendizaje y habilidades críticas. No podemos negarnos a estas tecnologías, ya que ellos las usarán de todos modos. Por lo tanto, debemos enseñarles a usarlas de manera efectiva y en su beneficio.
-¿No es un riesgo que deleguen todo en la inteligencia artificial?
-Por eso es importante enseñar que la información del chat no es 100% fiable. Los alumnos deben buscar otras formas de verificar la validez de la información. Esto ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y la autonomía. Integrar estas herramientas efectivamente fortalece el aprendizaje.
-¿Cómo incide el trabajo remoto en los equipos?
-Depende de cómo se utilice la herramienta. Podemos hacer reuniones por Zoom y mantener instancias presenciales para socializar y compartir experiencias. El equilibrio es esencial para no perder el contacto humano. Mirar a los ojos en persona es diferente a hacerlo a través de una pantalla. La confianza y la afinidad se construyen mejor en persona.
-Y desde UDE, ¿cómo se abordan estos temas?
- Nosotros trabajamos principalmente de manera presencial. En el colegio, los niños deben estar presentes. Sin embargo, utilizamos Zoom para reuniones con las sedes o grupos grandes. Preferimos el contacto humano, pero también hemos abierto la oferta educativa a modalidades híbridas y virtuales para llegar a más personas. Algunas carreras requieren prácticas presenciales, pero las carreras que pueden ser virtuales permiten abrir el mercado y enriquecen la experiencia educativa.
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