Cartas inéditas de Darwin muestran su lado sensible

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Una colección de más de 1.400 cartas inéditas escritas de puño y letra por Charles Darwin (1809-1882) revelan el lado más personal y sensible del famoso naturalista británico. La correspondencia que mantuvo durante años con un amigo cercano pronto estará disponible de manera online gracias a un proyecto de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido.

Darwin mantuvo durante años correspondencia regular con el botánico inglés Joseph Hooker (1817-1911), con el que compartió algunos de sus sentimientos más privados, como la tristeza por la muerte de su nuera o sus reticencias acerca de su propio trabajo. Por ejemplo, sentía que escribir su teoría de la evolución, base de la biología como ciencia, era como "confesar un asesinato", según le reveló a su mejor amigo en algunas de las cartas que ayer divulgó la BBC.

Fue con Hooker con quien Darwin expuso por primera vez su revolucionaria teoría sobre el origen de las especies, que contradecía directamente a la religión, una osada hipótesis que sólo compartió con su amigo en prueba de la confianza que le tenía.

"Cuando llegaron los últimos rayos de luz estaba casi convencido (contrariamente a la opinión con la que comencé) de que las especies (es como confesar un asesinato) no son inmutables", escribió el investigador, con esos paréntesis, desde la reclusión en la que vivió durante sus años de estudio.

Hooker, por su parte, respondía con preguntas que iniciaron un intenso debate entre ambos, aunque apoyó a su amigo firmemente ante las críticas que recibió en la discusión religiosa posterior a la publicación del "Origen de las Especies", en 1859.

Ambos se conocieron en su juventud, mientras viajaban como investigadores botánicos: Darwin en las islas ecuatorianas de Galápagos y Hooker en la Antártida, y aunque pronto sus carreras se separaron, continuaron viéndose ocasionalmente y manteniendo el contacto por carta.

Entre las misivas, también es posible conocer la tristeza de Darwin frente a las pérdidas familiares. En 1876, describió a Hooker la muerte de su nuera Amy al dar a luz y la preocupación que sentía por su hijo.

"Es un consuelo inefable el que no haya sufrido ni sabido que se iba para siempre del lado de su amado esposo. Ha sido el golpe más amargo para todos nosotros".

También escribe: "Nunca he visto a nadie sufrir tanto como el pobre Francis. Se ha ido al norte de Gales a enterrar el cuerpo en una pequeña iglesia entre las montañas... Me gusta escuchar que está decidido a esforzarse y trabajar en todos los aspectos, pero no sé durante cuánto tiempo será capaz de mantener esta voluntad".

El Mercurio/ GDA

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