Coleccionista guardó restos fósiles sin saber que pertenecían a especie prehistórica nunca antes descubierta

El hombre entregó a un museo lo que resultó ser un fragmento óseo que perteneció a la mandíbula de una tortuga gigante prehistórica del Amazonas brasileño.

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Restos fósiles de una tortuga gigante prehistórica
Restos fósiles de una tortuga gigante prehistórica.
Foto: La Nación/GDA.

La Nación/GDA
Un paleontologo aficionado entregó a las autoridades del Museo da Memoria Rondoniense restos fósiles que guardaba como colección desde 2015, sin tener noción de que se trataba de una especie de tortuga prehistótica en el Amazonas brasileño nunca antes descubierta.

Este hito tuvo lugar en Rondônia, estado brasileño que limita con el norte de Bolivia. Según indicaron los expertos que trabajaron en descifrar a esta nueva especie, el fragmento óseo perteneció a la mandíbula de la tortuga gigante, que desarrolló su vida allí durante el Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano. Es decir, de 126.000 a 10.000 años atrás hasta hace unos 12.000 años.

En un artículo de la revista Biology Letters, se plasmó una de las hipótesis más sorprendentes sobre el impacto del ser humano en la vida del resto de las especies de animales. Allí advirtieron que Peltocephalus dumerilianus (como se la definió en términos científicos) fue extinta con la llegada de las primeras personas a la cuenca del Amazonas, debido a que se utilizó para su consumo. Sin embargo, aseguraron que aún faltan datos que comprueben dicha hipótesis.

Quien impulsó esta investigación fue Ednair Nascimento, especialista en paleontología e investigador de la Universidad Federal de Rondônia, que en una intensa búsqueda de expertos en reptiles prehistóricos encontró a Gabriel Ferreira, biólogo, paleontólogo e investigador de la Universidad de Tübingen, Alemania.

Al principio, tuvieron que diferenciar este fósil del resto de tortugas que existieron en aquella región. Uno de los datos más fehacientes fue la estructura de la mandíbula, la cual era más puntiaguda que la de la tortuga cabezona, una especie similar.

En tanto, su tamaño fue revelador y atrapante, ya que determinaron que sus medidas eran gigantes, por lo que la consideraron como la única en su tipo en agua dulce. Esta tortuga pudo medir entre 1,80 a 2,10 de largo.

“A diferencia de sus parientes terrestres y marinos, la disparidad de tamaño de las tortugas de agua dulce es menos variable con el tiempo y las formas gigantescas son raras. Aquí desafiamos esta idea presentando un nuevo podocnemidido gigante”, detalla el informe.

Los expertos fecharon una línea temporal casi exacta en la que pudo vivir esta especie gigante: entre 40.000 y 9000 años atrás. Debido a la similitud con otras tortugas, se especuló con que pertenecía a Stupendemys, que existió hace 25 millones de años y se la catalogó como la más antigua de todas.

Lo cierto es que la gigante amazónica convivió con los seres humanos en una primera etapa en la que llegaron pequeñas oleadas presuntamente desde el norte hacia el sur del continente americano.

“Si podemos confirmar la edad, creer en la coexistencia temporal de los humanos y esta tortuga da lugar a la probabilidad de que hayan sido presa de los cazadores”, señaló Ferreira. Al mismo tiempo, el profesor de la Universidad de São Paulo, Max Langer, que también intervino en el análisis de la tortuga, afirmó que si este tipo de animales gigantes no hubiera integrado la cadena alimenticia de las sociedades indígenas amazónicas, en la actualidad, probablemente aún estarían presentes en lo profundo de la selva.

Entregó los restos a un museo
Entregó los restos a un museo.
Foto: La Nación/GDA.

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