SALUD
El médico uruguayo nos cuenta cómo funciona su programa y de qué forma debemos alimentarnos para sanar.
Alejandro Junger no sabe de dónde salió su interés por la medicina. “De chiquito siempre decía que quería ser doctor”, contó en diálogo con El País. Años más tarde, ya recibido como cardiólogo, el médico enfermó, y eso hizo que su vida tomara un camino inesperado. “Tenía depresión, colon irritable, alergias y otro montón de síntomas para los que terminé con tres diagnósticos y siete medicamentos”, expresó. Pronto, comenzó a buscar otras herramientas que no fueran medicamentos de prescripción. El resultado fue la creación del método Clean que ha atrapado la atención hasta de celebridades de Hollywood.
– ¿De qué se trata?
– Es una forma de crear las condiciones para que el cuerpo pueda funcionar de manera más óptima, principalmente los sistemas de detoxificación y de reparación y sanación del intestino. Tiene que ver con alimentación, pero también con suplementación y con temas mentales, emocionales y del medioambiente, que es la manera en que habría que pensar la medicina en general. Hoy en día el ser humano vive en condiciones antinaturales, expuesto a miles de moléculas químicas tóxicas que terminan afectando su salud. El método Clean es una forma efectiva de combatir eso y de reparar el daño que nos estamos causando por vivir, comer y relacionarnos de la manera que lo hacemos.
– ¿Cómo se explica la importancia de la alimentación en nuestra salud?
– Todo lo que nuestro cuerpo usa para crecer y llegar a lo que somos hoy como adultos viene de la comida. Toda la materia prima, los aminoácidos, los minerales, los carbohidratos, las grasas, las vitaminas, todo lo que forma tu cuerpo desde que nacés hasta que sos adulto, viene de la comida. Y no solo eso, sino que tu funcionamiento diario, que parte de un número incalculable de reacciones químicas, también depende de la comida. Más claro, échale agua. Sos lo que comés, literalmente.
– ¿Todo tratamiento médico debería incluir un cambio en la alimentación?
– Para cualquier enfermedad crónica lo primero que haría sería un programa de detoxificación y reparación intestinal. Y si no mejora, entonces veremos por qué. Pero alrededor del 60% de la gente que hace un programa Clean por problemas crónicos mejora enormemente o se sana por completo.
– Mencionó que, entre otras cosas, tuvo depresión. ¿Cómo se vincula el método Clean con la parte emocional?
– No se puede dividir lo mental de lo emocional ni de los físico. Hoy en día sabemos, por ejemplo, que ciertos neurotransmisores afectan la manera de sentir y de pensar. Si tu cuerpo está ocupado en generar reacciones inflamatorias o de defensa y de sobrevivencia, no va a tener los recursos energéticos ni nutricionales necesarios para formar el resto de las cosas que tiene que formar, entre ellas los neurotransmisores que le permiten funcionar de manera óptima, lo que también incluye el funcionamiento mental y emocional óptimo.
Una misión de vida que se materializa en libros.
Alejandro Junger nació en Uruguay, pero también vivió en India, Estados Unidos y hoy en día reside en Inglaterra. Esté donde esté, su misión es la misma: ayudar a la gente. “Es mi destino, la razón por la que vine a La Tierra”, aseguró. Ha publicado libros como El método Clean (2009) y El método Clean para el intestino (2013), y a partir de este lunes 31 de octubre estará disponible en las librerías del país su nueva propuesta: Cocinando con el Dr. Junger. Recetas fáciles, deliciosas y conceptos para una vida Clean. El libro trae más de 150 recetas, recomendaciones prácticas para implementar un estilo de vida Clean, información sobre el ayuno y tips para crear una huerta, entre otras cosas.
– ¿Se puede aplicar el método Clean en niños?
– No soy pediatra, entonces no trato con niños y no voy a decir que esto es para niños, pero tampoco voy a decir que no lo es. Yo diría: consultá con tu pediatra. Hace seis años me pasó que el hijo de una amiga estaba en el hospital con un síndrome nefrótico, un problema autoinmune en el que el riñón pierde mucha albúmina y proteína por la orina y se extravasa agua de las venas y arterias a los tejidos de alrededor. Este niño estaba hacía dos semanas en terapia intensiva y su madre me llamó desesperada. Le dije que no la podía aconsejar porque no soy pediatra y entonces me preguntó qué haría si le estuviera pasando a ella y no a su hijo. Entre otras cosas, le sugerí que no comiera más harinas, azúcares, productos lácteos ni nada que viniera envasado, que prácticamente son las únicas porquerías que dan en los hospitales por todo el mundo, como si estuvieran diseñados para enfermar a la gente. También le recomendé que agregara L-Glutamina a su dieta, un aminoácido que ayuda a que las paredes del intestino se reparen. Tres días más tarde, el niño estaba fuera de terapia intensiva. Y había estado allí tres o cuatro veces anteriores, pero después de esta vez, manteniendo esos principios, no tuvo que volver.
– Recién comentó que en los centros de salud dan comestibles que no hacen bien. ¿Cómo integra ese punto de vista con su trabajo en hospitales?
– En realidad, no dije que no hacen bien, sino que directamente hacen mal. Yo me fui de los hospitales, por esa y otras razones. Mi trabajo está enfocado, con mucho éxito, en mantener a la gente fuera de los hospitales. Que la gente vaya cuando realmente sea necesario: cuando te rompés un hueso, cuando te da un infarto o cuando tenés un accidente, como me pasó a mí que tuve un accidente de auto, se me rompió una válvula del corazón y en dos semanas me voy a operar. En esos casos no hay nada mejor que los hospitales modernos.
– ¿Qué hace falta para que la medicina tradicional le dé más importancia a la alimentación en el tratamiento de enfermedades crónicas?
– Es una respuesta muy complicada, porque incluye varios aspectos de la vida moderna. Uno de ellos es la codicia y la avaricia que se manifiesta de muchas formas, como en las influencias de las compañías farmacéuticas y en cómo gobiernan y controlan la educación y la práctica de la medicina. Otro es la ignorancia del ser humano de no ver cosas nuevas, que en realidad no son nuevas, sino milenarias. Cuando tenemos sistemas tan arraigados y con tantos intereses económicos, es muy difícil cambiar de punto de vista y de práctica. Sin embargo, cada vez hay más médicos que reconocen y emplean lo que empecé a hablar con la detoxificación y la reparación intestinal. Es decir, hay un cambio y va a seguir cambiando y mejorando.
– ¿En qué se diferencian el programa de detoxificación y el de reparación intestinal?
Cuando hablo del método Clean hablo de las cosas, de la detoxificación y de la reparación intestinal. Pero el segundo es un poco más estricto con las comidas, por ejemplo, no se pueden comer granos y hay un par de suplementos que el programa de detoxificación no incluye, como la L-Glutamina.
– ¿Qué es lo principal en una alimentación saludable?
– Es más importante saber lo que no hay que comer que lo que sí. Lo principal es evitar cualquier producto comestible, que son cosas que pensamos como comida, pero que en realidad no lo son. La comida es lo que te otorga la naturaleza: frutas, verduras, granos, animales. Pero si vas al supermercado el 90% de las cosas viene en lata, bolsa o frasco, y hay que evitar eso y todo lo que tenga productos químicos. En general, en los productos comestibles hay uno o dos ingredientes que son comida y el resto son porquerías. Teniendo únicamente eso en cuenta, puede haber un gran cambio en la salud de la humanidad. Luego, es importante evitar los cinco grupos de comidas más problemáticos, que son los productos lácteos, con azúcar, con gluten, el café y el alcohol, sobre todo si estás sufriendo algún síntoma. Y lo que sí hay que hacer es comer comidas reales y de la mayor variedad de especies y colores posibles. Con eso nomás desaparecerían un gran porcentaje de las enfermedades crónicas que actualmente son pandemia en el mundo.
Resultados que hablan por sí mismos.
Luego de que Junger terminara sus estudios, uno de sus mentores le propuso contratarlo, pero en vez de tomar el trabajo decidió irse a vivir a un monasterio en la India. A partir de allí, su mentor continuó mirándolo “con cariño, pero también con lástima, por la pérdida de un talento”, contó Junger.
En 2008, él estaba de vuelta en Nueva York, Estados Unidos, donde había realizado gran parte de sus estudios. Entonces, su mentor nuevamente le pidió que trabajara consigo. “Se le habían ido un par de médicos de su grupo y sus enfermeras le decían sobre mí: ‘No sabés los resultados que está teniendo este doctor’”, relató Junger, quien esa vez sí aceptó.
Cierto día, fue a consulta un paciente que pronto se operaría para reemplazar su cadera por una prótesis. Como faltaban cuatro semanas para la cirugía, Junger sugirió que hiciera el programa Clean, con algunas variaciones. A las tres semanas los dolores se habían ido y la operación fue cancelada. Entonces, su mentor le dijo: ‘Ahora que entiendo un poquito más lo que hacés, quiero que veas a mi hermana, que tiene un problema para el que nadie encuentra solución’. Abordó la situación con el método Clean y a las tres semanas la mujer estaba sana.
Así, luego de 20 años, su mentor lo seguía mirando con cariño, pero ya no con lástima. Fueron los casos de éxito los que le dieron a Junger el reconocimiento de sus colegas.