VETERINARIA
Academia Nacional de Veterinaria promueve estrategias para mejorar la salud animal y la salud humana
No se sabe con certeza cuántos perros errantes hay en el país. Lo más aproximado que pudo decir Alberto Cirio, presidente de la Academia Nacional deVeterinariadel Uruguay, es “algunos centenares de miles”.
Algunas estadísticas fragmentarias permiten estimar que la población canina (entre perros con dueño, perros callejeros y perros vagabundos) es de 1,7 millones (más que los habitantes de Montevideo), siendo este un problema de salud humana y animal por el que la organización propone estrategias para su control.
El perro es el transmisor de una larga lista de enfermedades zoonóticas. De ellas, hay dos que son las más preocupantes y que fueron analizadas en las recientes VIII Jornadas Interacadémicas uruguayo-argentinas de Salto, organizadas por las academias nacionales de Veterinaria y Medicina y academias argentinas: la posible reintroducción de la rabia urbana y la incidencia de la leishmaniasis visceral canina. La rabia es 99,9% mortal y 100% prevenible y se la considera una enfermedad reemergente en Uruguay. La leishmaniasis visceral canina está concentrada, por el momento, en Salto y Artigas y se sabe que las cepas que circulan en el país son más virulentas y resistentes a fármacos que las presentes en la región.
“Hay distintas parasitosis que afectan, sobre todo, a los niños. Hay una incidencia muy alta y no están bien documentadas”, señaló Cirio. Se refirió a la trichuriasis (se adquiere por contacto con heces contaminadas), la amebiasis (transmisión por vía feco-oral), la dipilidiasis (la pulga como huésped intermediario puede ser ingerida por niños), entre otras. El veterinario agregó: “La hidatidosis sigue estando presente con una incidencia bastante alta”. Incide la falta de cumplimiento de las medidas preventivas y se observa un aumento de hospedadores silvestres por alteraciones ecológicas.
Las zoonosis ocurren porque el perro, callejero (el que no tiene tenencia responsable) y errante (sin dueño ni hogar), está enfermo: malnutrido, sin cobertura sanitaria, expuesto a condiciones climáticas extremas, proclive a accidentes, peleas con otros perros e interacciones agresivas con las personas, además de la tensión por carecer de hogar. “Es absolutamente necesario que haya un control de estos animales”, afirmó Cirio.
Las estrategias.
La Academia Nacional de Veterinaria del Uruguay establece tres líneas de acción para el control de los caninos vagabundos. La primera es la educación de niños y liceales sobre tenencia responsable de los animales. Pero no solo eso: a juicio del presidente de la organización, los maestros y profesores también deben ser formados en la materia. La segunda estrategia es cumplir con las sanciones previstas en la Ley 18.471 de Tenencia Responsable y uniformizar las reglamentaciones departamentales.
“La tercera vía de acción es el control racional y ético”, dijo Cirio. Para reducir de forma efectiva la población de perros errantes se debería castrar el 70% de los animales o el 10% de estos todos los años. Este representa un costo altísimo para cualquier país (en una veterinaria esta operación puede llegar a los $ 3.000 con el antibiótico incluido).
A finales de octubre, el Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA) y el Congreso de Intendentes firmaron un convenio para castrar e identificar a más de 90.000 perros en todo el país con un gasto de $ 94 millones.
Esta campaña no es suficiente para Cirio puesto que apunta a perros de familia y no define “un sistema de captura”. El veterinario así lo explicó: “Se precisan vehículos adaptados con personal entrenado que recolecte a los animales de la calle y que los lleven a los refugios o a los centros de castración. Sin un sistema de captura no vamos a rebajar esa población errante”.
No se refiere a la vieja perrera, un sistema que dejó de funcionar hace más de una década en el país y en el que “los perros morían con los gases de los vehículos”, sino nueva infraestructura que asegure el bienestar animal. Por ejemplo, además de la castración, se debe incluir cuidados preventivos como la vacunación y la desparasitación. “Esto es lo que tenemos que desarrollar en Uruguay; de lo contrario, (los perros callejeros) seguirán reproduciéndose”, afirmó el experto.
Aquí también intervienen los refugios. Muchos de ellos hoy están, a juicio de Cirio, “saturados y sin financiación” y, por lo tanto, el animal no tiene una buena calidad de vida. “El perro necesita para su bienestar psicológico la presencia de un dueño. Necesita al humano (tanto como el humano necesita al perro). Y eso en los refugios no se logra. Hay sufrimiento psíquico, además del físico por hacinamiento, por falta de paseo, por falta de alimentación adecuada”, dijo a El País.
La propuesta de la Academia Nacional de Veterinaria del Uruguay es establecer una red de familias voluntarias que faciliten la adopción de los animales. Estas albergarán temporalmente a los perros solo si tienen las instalaciones adecuadas y solo deberán cubrir la alimentación. A ellas, la institución que las organice les proveerá de medicamentos y atención veterinaria. “Es un sistema que está dando muy buenos resultados en Uruguay y que perfectamente se podría reproducir en Uruguay. Va en beneficio del animal y en beneficio de la funcionalidad que debe tener un refugio que debe ser de entrada y salida”, comentó Cirio.
Otras medidas son la colocación del chipen todos los animales y la obligatoriedad de un seguro de responsabilidad civil para el dueño, por lo menos para las razas que pueden ser consideradas peligrosas para aplicar, por ejemplo, en el caso de matanza de ganado, accidentes de tránsito provocados por animales o lesiones como mordidas.
El veterinario concluyó: “No se puede condenar a un animal a presión perpetua porque sufre”.