La Nación (GDA)/Débora Slotnisky
Al ritmo con el cual surgen en el mercado nuevas soluciones de inteligencia artificial generativa (IAG), que crean imágenes y textos de forma inédita con tan solo un pedido del usuario realizada en lenguaje natural, aparece una nueva palabra en el mundo del trabajo: prompt engineer o, en español, ingeniero de peticiones o premisas.
En concreto, se trata de la persona que sabe cómo optimizar el rendimiento de ChatGPT, Dall-E, Google Bard y otras herramientas similares. Esta habilidad de formular las preguntas adecuadas (prompts) con el fin de obtener una respuesta pertinente sirve también para entrenar a los algoritmos, con el fin de que sus respuestas sean cada vez más acertadas.
Mientras se incorpora este tipo de software en el ámbito laboral, es momento de analizar si estamos ante una nueva profesión llamada prompt engineer o si, en cambio, se trata de una habilidad a desarrollar por los trabajadores, así como lo fue en su momento la adopción del Office, de Windows, que obligó a todos los oficinistas a tener que aprender a usar Word o Excel.
A favor de una nueva posición
“Es una nueva profesión entre tantas que surgirán próximamente a partir de la revolución que está generando la inteligencia artificial generativa”, opina con firmeza Alexandre Duarte, VP de Servicios para Latinoamérica en Red Hat, una compañía de software empresarial y servicios de tecnología basados en código abierto. Y se explaya: “Su rol no consiste simplemente en hacer preguntas al sistema para ayudarlo a comprender mejor las peticiones que le realicen los usuarios, sino que también debe entrenar a los algoritmos cargándoles datos históricos para que entregue respuestas lo más precisas posibles”, detalla. El ejecutivo explica que el prompt engineer sería algo así como la evolución del arquitecto de datos que hoy en día ya existe, y que son las personas que crean la estructura necesaria para recopilar y aprovechar grandes cantidades de información, cuyo análisis mejora la toma de decisiones de una organización.
En la misma línea piensa Federico Zabala, Regional Cloud Pre-Sales Leader en BGH Tech Partner, que es la unidad de negocios del Grupo BGH que brinda soluciones tecnológicas: “En nuestro caso, el prompt engineer es una persona que conoce al detalle nuestros servicios y que, adicionalmente, es un experto en comunicarse e interactuar con la IAG para entender, procesar y mejorar nuestros entregables y métricas hacia los clientes”, cuenta, y agrega que, por tal motivo, el perfil requiere, además, de entendimiento del negocio, servicio o producto para poder ser asertivo en la comunicación con las herramientas.
Una habilidad clave
Del otro lado de la balanza están quienes consideran que lejos de ser una profesión, se trata de una habilidad más, tal como podrían ser la gestión del tiempo o el dominio de determinado software: “No creo que sea una profesión, sino más bien una habilidad a desarrollar como otras, tales como contar con una mentalidad digital”, señala Diego Branca, Digital & Data Lead de la firma de salud Roche Argentina. Y se explaya: “En nuestra organización estamos trabajando en algunos proyectos con sistemas conversacionales y, la persona que ha tenido que desarrollar la habilidad del prompt engineer es el diseñador de Experiencia de Usuario (UX), ya que, en definitiva, el prompt conversacional no deja de ser una interfaz con el usuario y hay que gestionar esa experiencia; por ende, no se trata de un rol específico, pero sí de una capacidad complementaria”. En base a su experiencia con este tipo de herramientas, Branca ni siquiera imagina a esta habilidad como una materia universitaria, sino como un subtema dentro de alguna asignatura.
Desde el lado de la academia, Darío Pérez Principi, que es director de la Licenciatura en Inteligencia Artificial y de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial de la Universidad de Palermo, es tajante: “No estamos ante una nueva carrera, ya que simplemente consiste en saber hacer buenas preguntas. De hecho, considero que se trata de una destreza que ya tiene unos años, cuando aparecieron los buscadores”, sostiene.
Dada la veloz evolución de la IAG, Pérez Principi se anticipa: “Existe la inteligencia artificial estrecha, que sólo sirve para realizar una tarea, como puede ser traducir; y existe la inteligencia artificial general, que es multipropósito. Hoy consideramos a la IAG como una herramienta de tipo estrecho, pero en algún momento será capaz de desarrollar una tarea con objetivos de muy alto nivel, con lo cual la misma plataforma planteará las preguntas que necesite para elaborar lo que se le ha solicitado. No sé cuándo sucederá eso, pero llegará en algún momento”, reflexiona.
Por último, Sebastián Divinsky, CEO de EducaciónIT, cuenta que en el mundo han aparecido algunos cursos sobre el tema, pero él cree que atienden más a una euforia del momento que a una necesidad. “Las plataformas que utilizan el sistema de prompt son muy recientes y la sociedad está hoy tratando de asimilar de qué se trata por lo que me parece que es muy prematuro afirmar si surgirán carreras específicas”.
Dada la disparidad de respuestas alrededor del tema, el correr del tiempo nos dará la respuesta concreta respecto a si ser “traductor” entre el lenguaje humano y el lenguaje de la IAG es una posición laboral o una destreza más que deberán tener los profesionales para poder conseguir empleo, y un ítem adicional a sumar en el currículum.
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