CIENCIA
Una vacuna contra el SARS podría haber evitado “muchas muertes por COVID-19”, dijo experta uruguaya que trabaja en la investigación de una vacuna contra el nuevo coronavirus en Canadá
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"¿Cuánto tiempo tardará?”, preguntó Donald Trump el 2 de marzo a ejecutivos de empresas de biotecnología. “De año a un año y medio”, le contestó el director de los Institutos Nacionales de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIH), Anthony Fauci, quien ha asesorado a seis presidentes en situaciones similares, empezando por Ronald Reagan durante la epidemia del VIH. Trump solo refunfuñó que hubiese preferido que le dijeran “dos meses”.
Pero en dos meses es imposible. “El desarrollo de una vacunaes un proceso largo y complejo, especialmente cuando se utilizan nuevas tecnologías que no han sido evaluadas exhaustivamente en cuanto a su seguridad o que no han sido aun producidas en cantidades masivas (…) El proceso completo, desde la investigación básica hasta la aprobación por la FDA lleva generalmente, en promedio, entre 10 y 15 años”, explicó a El País Mariana Baz, una uruguaya que es profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad Laval, en Quebec (Canadá). Es, además, directora asociada del laboratorio de nivel de bioseguridad 3 donde se trabaja con virus altamente patogénicos como el virus de la gripe aviar, el SARS-CoV-2 y otros. Baz, quien tiene una amplia experiencia en el desarrollo y evaluación de vacunas contra virus de la influenza con potencial pandémico, afirmó que el plan de 12 a 18 meses es titánico.
Pero parte del problema es que se corre de atrás. Brotes como el del SARS, Ébola o Zika han exigido a la comunidad científica y a la industria farmacéutica que pisen el acelerador pero, en esos casos, las epidemias se detuvieron antes de que se encontrase una vacuna y las autoridades regulatorias y agencias de financiación reasignaron los fondos y los planes de vigilancia quedaron por el camino. Baz es categórica: “Si el desarrollo de vacunas contra SARS-CoV-1 hubiese finalizado, posiblemente hubiéramos evitado muchas muertes por COVID-19, además de la crisis económica y del daño social que aun no está calculado”.
Uruguaya en el laboratorio.
Mariana Baz es profesora en la Facultad de Medicina de la Universidad Laval, en Quebec (Canadá). Directora asociada del laboratorio de nivel de bioseguridad 3, donde se trabaja con virus altamente patogénicos como la gripe aviar, el SARS-CoV-1, SARS-CoV-2 y otro. Este se dedica al desarrollo de vacunas contra virus con potencial pandémico. Además, está comenzando una línea de investigación en virus en mamíferos.
¿Cómo es el proceso?
Las vacunas son preparaciones que se administran para generar inmunidad contra una enfermedad, viral o bacteriana, mediante la producción de anticuerpos. Existen diferentes tipos: las de microorganismos vivos atenuados o muertos (sarampión, rotavirus o viruela), las inactivadas (de la gripe, poliomielitis o hepatitis A) o las de subunidades (las que contienen una parte del virus como la de papiloma humano o hepatitis B).
También existe una línea de investigación para las vacunas con información genética del virus (ARN o ADN). “El material genético se encapsula en una nanopartícula”, explicó Baz. Este sería uno de los caminos para la futura vacuna contra el SARS-CoV-2 pero, el problema es que de este tipo “no hay aun disponibles para su uso en humanos”. La buena noticia es que “hay muchos candidatos en estudios clínicos”.
En concreto, hay más de 20 vacunas candidatas de distintas modalidades que están siendo evaluadas en estudios preclínicos y dos en ensayos clínicos de fase I. “Disponer de varias tecnologías tiene el beneficio de que al menos una de ellas pueda ser aprobada para uso público”, dijo.
¿Esto qué significa? Ese “proceso largo y complejo” comienza con investigaciones preliminares en el laboratorio. “Se utilizan cultivos de células, se identifican, caracterizan y purifican antígenos”, apuntó Baz. Luego viene la fase de ensayos preclínicos en diferentes modelos animales (ratones, hurones, monos), donde se estudian “las características fisicoquímicas y funcionales, su capacidad de provocar una respuesta inmunológica, se estudian las respuestas humorales y/o celulares protectoras (que podrían esperarse en humanos), y también podría surgir una dosis inicial segura” para la fase clínica, así como un método seguro de aplicación. Aquí está aquella veintena.
El ensayo clínico de fase I es el “primer intento” en la evaluación de una “vacuna candidata en humanos e involucra, generalmente entre 20 y 100 individuos sanos”. El objetivo es determinar su seguridad y su inmunogenicidad (capacidad de inducir una respuesta inmune específica). Una de las dos vacunas en esta etapa es la vacuna ARNm-1273 que está siendo evaluada en 45 adultos voluntarios de entre 18 y 55 años de edad por los National Institutes of Health y la empresa biotecnológica Moderna. Una vacuna ARN mensajero (ARNm) consiste en nanopartículas que introducen las instrucciones genéticas de un virus que luego se inyectan en una persona. “Entran en las células y liberan el ARN y este hace copias de sí mismo y de proteínas que son antígenos, quienes inducen la respuesta inmune”, señaló Baz. Este método no tiene una vacuna autorizada hasta ahora.
“Si esta vacuna candidata demuestra ser immunogénica, es decir, si los individuos producen anticuerpos contra el SARS-CoV-2 y es segura, se realizará un estudio de fase 2 que involucra un numero mucho mas elevado de individuos y que, en algunos casos, incluye personas que pueden estar en riesgo de contraer la enfermedad”, apuntó la especialista.
Las vacunas ARNm tienen a su favor que son más fáciles de preparar pero igualmente llevan “de varios meses a un año saber si funciona”, afirmó Baz. Y este no es el final del camino. Todavía quedan dos fases más. La tercera consiste en un estudio de varios miles de personas para evaluar, entre otras cosas, posibles efectos secundarios, lo cual en grupos reducidos puede pasar desapercibidos; en la cuarta fase, los ensayos clínicos son opcionales y se pueden realizar luego de la etapa de aprobación y autorización por la FDA. Este organismo “vigilará la producción, revisará las pruebas que hace el fabricante a cada lote y también puede realizar sus propios estudios de control de calidad.
Resulta que, en medio de una pandemia, hay financiación. Pero el nuevo coronavirus presenta algunos retos. Se sabe que el SARS-CoV-2 usa la proteína “S” para infectar las células humanas y el cuerpo reacciona activando una respuesta inmune. Los anticuerpos generados se unen a la proteína S y evitan que el virus siga infectando; los científicos buscan que eso se haga a través de la vacunación. Pero todos los virus que tienen un genoma ARN mutan; por lo que hay que conocer la evolución viral para saber si las futuras vacunas serán eventualmente efectivas.
“Si bien la vacuna no estará disponible para esta primer ola de la pandemia, es importante continuar con su desarrollo para su eventual uso si existen olas adicionales más tarde, como sucedió en la pandemia de influenza en 2009 o en un eventual escenario pospandémico si es que el virus continua circulando como un virus estacional”, aclaró Baz.
La lección no aprendida del SARS y otros virus
Varias epidemias (SARS-CoV-1, MERS y Zika) terminaron antes de que las vacunas fuesen completamente desarrolladas. Se paró el desarrollo y la financiación y, con excepción del Ébola, no se prosiguió con la investigación. “Estas inversiones son muy raras en épocas pre-pandémicas, momento adecuado para considerar la posibilidad de invertir en vacunas contra estos virus emergentes y re-emergentes”, dijo la viróloga Mariana Baz. Y añadió:“La comunidad científica aconseja no disminuir los fondos dedicados al desarrollo de vacunas contra el nuevo coronavirus, en el caso de que la pandemia termine antes de tener una vacuna contra este patógeno. Es necesario seguir con el desarrollo para evitar que se repita un segundo brote con estas o similares características. Asimismo, no se debería dejar de financiar proyectos que aseguren la producción a gran escala los cuales aseguran que la vacuna este disponible en todos aquellos lugares donde se necesite”.