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Conocer el teatro: una tarde junto a 1.200 niños de escuelas rurales en el Auditorio Nacional del Sodre

Los niños y niñas llegaron al Auditorio Nacional por primera vez dese todas partes del Uruguay para ver una función de El Mago de Oz del Ballet Nacional del Sodre.

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En Primera Fila Escuelas Rurales al Auditorio
Niños de escuelas rurales del Uruguay en el Auditorio del Sodre.
Foto: Leonardo Mainé

La secuencia es más o menos así: el ómnibus frena frente al Auditorio Nacional del Sodre, en Montevideo, los niños y niñas bajan, se ordenan en una fila despareja, entran al hall del teatro, se encuentran con los que llegaron antes, despliegan sus carteles y banderas, los levantan alto, los muestran para las fotos, cantan y bailan con las canciones de El Cuarteto del amor, que recibe a cada escuela con entusiasmo, y esperan. Algunos se sientan en las escaleras de alfombras rojas, y esperan. Otros caminan de acá para allá, miran con la curiosidad intacta, recorren ese lugar enorme, y esperan.

Vienen desde lejos. Algunos viajaron diez horas para llegar hasta acá. Otros aprovecharon el viaje, llegaron hace dos días, visitaron museos y parques, fueron a la rambla. Sus escuelas están en localidades pequeñas de los 18 departamentos del interior del Uruguay. En total son unos 1.200 niños y niñas. Vienen acompañados de sus maestras y maestros. Para algunos esta es la primera vez en la capital. Para casi todos, esta es la primera vez en el teatro, la primera vez que van a ver ballet.

Eso dicen Renato y Thiago, de la Escuela Número 3 de Isla Patrulla, una localidad en el departamento de Treinta y Tres: que primero que nada quieren mandar un saludo a toda la gente de Isla Patrulla, que no conocen nada del ballet, pero que sí han visto a María Noel Riccetto, directora del BNS, en la tele, que estuvieron conversando con ella, que les contó que era de Durazno.

Eso dice, también, Denisse, de Tala: “Es la primera vez que venimos. Nosotros somos del interior, en la escuela somos 63 personas contando a las maestras y a la cocinera, porque nosotros comemos en la escuela, hacemos de todo en la escuela, arte, huerta, es linda”.

Es viernes 28 de junio. El día anterior el BNS estrenó El Mago de Oz, una obra con coreografía del italiano Franceso Ventriglia. La que harán hoy, en unos minutos, será la segunda. También, será una de las más especiales. “Es uno de los momentos más lindos para los bailarines, siempre es una función especial”, dice Riccetto.

En Primera Fila Escuelas Rurales al Auditorio
Funcion de El Mago de Oz del Ballet Nacional del Sodre para escuelas rurales del Uruguay en el Auditorio Adela Reta.
Foto: Leonardo Maine

Poco antes de las tres de la tarde casi todos los niños están ubicados en la sala principal del Auditorio. Desde un palco, en la altura, lo que se ve es un mar de túnicas blancas y moñas azules. Afuera el día es gélido, pero acá el frío no se siente: el murmullo y el calor le ganan a cualquier invierno.

De pronto la sala queda oscura y los gritos y los aplausos llenan todo el espacio. Esta no es una función cualquiera, sobre todo, porque no se parece a ninguna otra: nunca hay tanto ruido ni tanta ovación ni tanta ilusión, nunca la magia es tanta como hoy. La directora del BNS sale al escenario y saluda a los niños. Menciona a cada uno de sus departamentos, y en cada palabra recibe un festejo. Están sentados por zona. Colgaron en el teatro las banderas con el nombre de su escuela, con el nombre de su ciudad.

Riccetto les dice: “Quiero que aplaudan mucho y griten mucho porque acá atrás tengo a 50 bailarines que están emocionados por bailar para ustedes”. Entonces se abre el telón. La música suena con fuerza. Los niños gritan, suspiran y, por un momento, se quedan en silencio: las primeras veces de casi todas las cosas nunca se olvidan.

“Yo ya he venido otras veces con los niños y sé que van a salir de acá emocionados, por eso vale la pena el esfuerzo. Ellos conocen algo de teatro, pero lo que ven acá no se le parece a nada”, dice Gabriela, directora de una escuela de Cerro Pelado, a 73 kilómetros de la ciudad de Rivera.

En primera fila: escuelas rurales al Auditorio, es un programa del Ministerio de Educación y Cultura, el Sodre y la Administración Nacional de Educación Pública. Busca que niños y niñas del interior profundo de Uruguay puedan conocer el Auditorio.

El Mago de Oz es un mundo de colores: un lugar en el que los buenos ganan y la amistad se antepone a todo. No importa si giran o saltan, si bailan solos o de a dos o de a diez, no importa si entienden o si no, no importa si conocen la historia o nunca la escucharon: durante toda la función hablarán, comentarán, gritarán, celebrarán, aplaudirán, golpearán el piso con los zapatos, saludarán hacia el escenario, saldrán al pasillo, imitarán los pasos, Camila dirá que quiere ser bailarina, Joaquín que piensa que la bruja no era tan mala, Sofía que quiere conocer a Dorothy, que le gustaron sus zapatos rojos.

“Esta función es la más significativa del año, donde todo cobra sentido, el verdadero semillero del futuro. Poder escuchar esas risas, esos gritos y aplausos tan efusivos, es de las cosas más emocionantes. Lo disfrutamos al máximo de los dos lados”, dice Rosina Gil, primera bailarina.

Cuando la función termine, algunos se irán rápido, otros saludarán a los bailarines, los mirarán de cerca, algunos regresarán a sus ciudades, le contarán a sus amigos y a sus hermanos lo que vieron en Montevideo, otros irán a conocer el mar. Después, el tiempo pasará. Verán otras cosas. Crecerán. Tal vez, alguno de ellos recordará la tarde en la que conoció el teatro, se acordará de las luces y de los asientos, de los colores y de los giros. Dirá, tal vez, que ese día un poco le cambió la vida.

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