Para el filósofo y psicólogo Guillermo Echegaray, “no hay algo más curativo que alguien te comprenda en lo profundo”. Impulsado por el “poder de la conexión” entre las personas, creó la herramienta de las constelaciones circulares, con una dinámica similar a la de las constelaciones familiares, pero algunas diferencias. Echegaray conversó con El País para explicar cómo funciona.
Conexión profunda.
Para Echegaray, la base de las constelaciones circulares está en la “inteligencia grupal”: “El poder del círculo, de las personas que están allí envueltas, hace que lo que surja sea mucho más profundo”. Se mantiene la visión sistémica y la utilización de representantes al igual que en las constelaciones familiares, pero “la diferencia fundamental es que lo que se busca es la conexión entre las personas que están allí”.
Dicha conexión es lo que permite una comprensión verdadera, indicó el psicólogo.
Y añadió: “Cuando la persona se siente entendida en lo profundo, algo se libera”.
En la constelación circular está el circulado, que es la persona que cuenta lo que quiera trabajar; el circulador, que es quien guía cual maestro de orquesta, en tanto “no produce la música, pero hace que se siga la melodía”; y el resto del círculo que escucha y puede dar su devolución.
“No se trata de dar consejos o soluciones, sino de entender al otro en profundidad y expresar lo que estás aprendiendo, sintiendo o percibiendo a partir de eso”, afirmó Echegaray.
Se puede circular cualquier tema: “La idea es ponernos en contacto con aquello que está vivo, y eso puede ser un conflicto o una dificultad, pero también una alegría”. Por ejemplo, uno puede traer para trabajar el nacimiento de un hijo o el reencuentro con un amigo y la felicidad que eso le genera.
“No se trata de hacer terapia, sino de ponerte en contacto con eso que está vivo en ti para entenderlo a un nivel más profundo y verdadero”, sostuvo.
Además, mientras que las constelaciones familiares buscan entender los problemas del presente a partir de las relaciones del pasado personal o familiar, las constelaciones circulares se centran en el momento presente.
Echegaray lo explicó así: “Tratamos de mantener la conversación en lo que está ocurriendo en el ahora con la persona que circula y el grupo, sin ir buscar claves en el pasado”.
Ser comprendido.
En un taller que dictó Echegaray el pasado 8 de diciembre, una persona circuló una dificultad que tiene en la relación con su madre que se está muriendo, contó.
“Ante esos sentimientos de duelo y despedida no buscamos una solución o un orden, sino simplemente dar espacio a todo eso que está surgiendo y comprenderlo para conectar con la persona”, aseguró. Al sentirse entendida y reconocida, esa persona “alcanzó una paz que llevaba meses sin poder encontrar”.
Si bien se puede hacer una constelación circular de manera individual, el proceso habitual es en grupo: “Suele ser un grupo pequeño, de seis a ocho personas o menos”.
Para Echegaray, se produce algo “muy especial”, porque “cada uno de los que escucha refleja distintas partes del mismo asunto”. En este sentido, explicó que “somos seres poliédricos, es decir, tenemos muchos reflejos, y cada una de las personas que está en un proceso circular para conectar contigo refleja distintas perspectivas de lo que estás contando”. Y añadió: “Es una experiencia muy profunda la de sentirte comprendido en todos esos aspectos, como si aparecieran distintas tonalidades de ti mismo”.
Según el psicólogo, lo más interesante de esta dinámica es “el cambio que percibes en la persona cuando por primera vez se siente vista o escuchada”.
De hecho, mencionó que muchas veces quienes participan de las constelaciones circulares dicen cosas como: ‘Nunca había hablado de esto con nadie en mi vida’ o ‘en este grupo de desconocidos me permito hablar de algo que ni yo era consciente que estaba pasando conmigo’.
Actualmente, se dedica a dar formaciones y sesiones de constelaciones, tanto circulares como organizaciones y estructurales. Está en Instagram como @geiser_consultoria y @guillermoechegarayoficial.
El origen de una nueva herramienta sanadora.
Guillermo Echegaray nació en España, pero vive en Montevideo desde hace 11 años. “Llegué porque me habían invitado a dar una formación en constelaciones organizacionales —herramienta que aplica la dinámica de las constelaciones familiares en el mundo empresarial— y la verdad es que me gustó y me quedé con toda mi familia”, recordó.
Comenzó a desarrollar el concepto de constelaciones circulares alrededor del año 2020. “En San Francisco, Estados Unidos, sobre todo en la zona de la Bahía de San Francisco y del Instituto Ken Wilber, ha surgido un movimiento vinculado a las relaciones auténticas y otros procesos parecidos que están ahora en ebullición”, contó Echegaray. Él se fue encontrando con todo eso e integrándolo al mundo de las constelaciones, motivado siempre por el poder de la conexión. Así fue que nacieron las constelaciones circulares. Pronto, comenzó a dar las primeras formaciones, y tiene pensado continuar el año que viene: “La gente sale con una sensación de conexión muy especial”, afirmó.
Es doctor en Filosofía y licenciado en Psicología Clínica y Organizacional. Además de dar formaciones y sesiones, aplica las constelaciones organizacionales y estructurales, entre otras herramientas, en consultorías con empresas de Uruguay, Brasil, Argentina, Colombia y España.
Además, es autor de los libros Para comprender las constelaciones organizacionales (2008) y Empresas con alma, empresas con futuro (2017).