Dardos tranquilizantes e inseminación artificial: el plan "de película" para salvar a los venados de campo

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Venado de campo

CIENCIA

Investigadores capturaron cinco machos para inseminar nueve hembras; se esperan crías para octubre y, a futuro, evitar la extinción

Núñez, Carlos, Charrúa, Marcelo y (prepárese para el siguiente nombre) Bradley Cooper son los cinco venados de campo (Ozotoceros bezoarticus) elegidos para iniciar un nuevo linaje. Bautizados por Susana González, especialista en genética de la conservación, estos machos aportaron el semen para inseminar a nueve hembras de la Estación de Cría de Fauna Autóctona Cerro Pan de Azúcar (ECFA) que se espera que den a luz en octubre a las crías que, a futuro, permitarán reintroducir la especie al medio natural. Este es el primer paso –y que ha sido inédito– para recuperar una especie casi extinta en el país.

El declive de la población.

Los venados de campo no llegaron ayer a pastar en nuestros campos. La fecha ni siquiera se acerca a la del ganado traído por Hernandarias. Los investigadores del Departamento de Biodiversidad y Genética del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), que dirige González, realizaron estudios con ADN mitocondrial que arrojaron que esta especie “evolucionó hace un millón de años en esta zona”.

Se cree que la población de venados de campo se contaba por millones. Los indígenas aprovechan su piel y su carne. Cuando Charles Darwin visitó nuestro país en 1832, describió a la especie como “excesivamente abundante”; y entre 1870 y 1880 se exportaron dos millones de cueros desde los puertos de Buenos Aires y Montevideo.

¿Pero qué pasó para que hoy no haya ni un ejemplar silvestre en todo el territorio? La introducción de la ganadería trajo zoonosis que se transmitieron a la fauna nativa; además, las jaurías de perros y la caza hicieron su parte. Hay 64 especies de ciervosen el mundo y la nativa es la única que vive en el descampado por lo que fueron un blanco fácil. Los venados de campo hoy son una especie “en peligro de extinción”.

“Cuántos hay es la pregunta del millón y es la que trato de evadir”, apuntó González en diálogo con El País. Digamos que hay algunos cientos. Unos 138 habitan la ECFA y otros ejemplares están en establecimientos privados. De estos provienen Núñez, Carlos, Charrúa, Marcelo y Bradley Cooper. No hay ningún animal silvestre. “Están muy concentrados en algunas áreas protegidas; cuando salen de las estancias corren el riesgo de morir atropellados”, agregó.

Miopatía de la captura: un riesgo en la persecución-

Los venado de campo son muy sensibles a los efectos del estrés. Es muy común que los ejemplares sufran accidentes traumáticos, problemas cardiorrespiratorios y disturbios metabólicos graves como acidez y miopatía de la captura. Esta última se caracteriza por una intensa rigidez locomotora, incoordinación, depresión y muerte. Es un proceso complejo que envuelve la percepción de miedo por el sistema nervioso simpático y su interacción con las glándulas adrenales y la actividad muscular. Una vez que el proceso se inicia es muy difícil revertirlo. La única medida posible es evitar que esto ocurra.

Por tal motivo, el trabajo de los biólogos y veterinarios debía ser extremadamente delicado. Si la persecución lleva mucho tiempo, hay mayores posibilidades de que un animal desarrolle miopatía de la captura. A nivel técnico, se recomienda que esto no dure más de cinco minutos. También se cree conveniente reducir al máximo el tiempo de inmovilización para evitar el estrés.

En cualquier caso, el equipo que interacciona con el animal debe ser reducido y entrenado, evitar hacer ruido y realizar movimientos sincronizados.

Los machos y las hembras que participaron de este proyecto del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) no sufrieron ningún problema de salud ni durante el proceso ni durante los meses siguientes. Todos gozan de buena salud.

“No tenemos apoyo económico para volver a repetir la captura que es lo más caro y conseguir otros cinco machos para asegurar mayor diversidad. Si volviéramos a inseminar lo haríamos con las lecciones aprendidas”, dijo a El País Susana González, directora del Departamento de Biodiversidad y Genética del IIBCE.

Por ejemplo, se trataría de evitar la colocación de esponjas con hormonas en las hembras que en esta oportunidad fue imposible. Y, además, se sabe que no se adaptan al monte y a los pastizales altos.

Venado de campo
Venados de campo en Arerunguá. Foto: M. Casacuberta

El proyecto.

Hace unos años, los veterinarios de la ECFA comentaron a González y a su colega Mauricio Barbanti (del Departamento de Zootecnia de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias de la Universidad Estadual Paulista) que la población de venados de campo estaba “estancada” y, además, veían otro problema: muchas crías nacen con defectos físicos o mueren en el primer año de vida. La razón es que son producto de cruzamientos entre individuos emparentados (lo que se conoce como endogamia).

“Todos derivan de los 10 ejemplares que crio Tabaré González (fundador de la ECFA). Lo hizo a mamadera”, apuntó.

Ante esto, se puso en ejecución un plan: capturar cinco machos para extraerles muestras de semen para inseminar a 10 hembras (finalmente se pudo trabajar con nueve) y esperar que suceda la preñez y que la gestación sea exitosa. Dicho así parece fácil pero para González fue “toda una aventura al estilo de las películas”. Primero porque había que capturar a los ejemplares con dardos tranquilizantes y estos no fueron tan efectivos como en el cine. Algunos de ellos necesitaron dos disparos.

Luego había que conseguir el semen y conservarlo en nitrógeno líquido hasta el momento de inseminar a las hembras. Estas requirieron de una preparación espacial puesto que había que “sincronizar el celo” y se tuvo que pasar al plan C: la colocación de una esponja con hormonas en la vagina dado que no quisieron tomarlas ni con su ración ni con frutas. Para esto se tuvo que anestesiar a las hembras, dejarles la esponja por una semana, darles antibióticos para evitar infecciones y luego volverlas a dormir para retirarles el cuerpo extraño. “Fue más invasivo de lo que hubiésemos querido”, dijo González. De las nueve, dos son primerizas.

El equipo contaba con financiamiento para llegar a este punto (que incluyó la compra de collares satelitales para los machos). Por tal motivo no se pudo hacer un análisis de hormonas en las fecas a la semana de la inseminación ni se pudo practicarles una ecografía. Es decir, hoy no se sabe cuántas de las nueve están preñadas porque esto no es visible hasta muy cerca de la fecha de parto. “Si las nueve están embarazadas sería un milagro de San Antonio que está en Piriápolis”, bromeó González. La expectativa es que, al menos, la inseminación haya funcionado en cinco.

Hasta acá la descripción del trabajo, uno que es inédito en el país. Ahora viene la mala noticia: el cambio de Dinama al Ministerio de Ambiente dejó en suspenso la financiación para las etapas siguientes. “No tenemos apoyo económico para volver a repetir la captura que es lo más caro y conseguir otros cinco machos para asegurar mayor diversidad genética”, contó la investigadora. Otra opción es que se utilice el semen que sobró de este proyecto (la mayoría pertenece a Bradley Cooper) pero se sabe que no es de muy buena calidad.

Venado de campo
Verónica Gutierrez, Mauricio Barbanti, Nadia Bou, Ricardo Giloca, Susana González y David Galind

Maldonado, Rocha y Salto: únicas poblaciones.

En Uruguay se conocen dos poblaciones de venado de campo: una de unos mil individuos en Salto; y otros 300 en Rocha. A estos se le suman unos 138 ejemplares de la Estación de Cría de Fauna Autóctona Cerro Pan de Azúcar. En entrevista con el programa SobreCiencia, Susana González indicó que la población de Rocha atraviesa una “situación crítica” puesto que el área de ocupación es más pequeña. Los cinco machos seleccionados para este proyecto habitan establecimientos en Salto, los que integran el Área Prioritaria Arerunguá. Esta se encuentra en la zona de campo de basalto de Uruguay, donde se realiza la cría extensiva de ovinos. Los venados no comparten el hábitat con ovinos.

¿Cómo identificarlos? El venado de campo es un cérvido de tamaño mediano: 70 centímetros de altura a la cruz y 30 a 40 kilos de peso. El color del pelaje es “bayo claro” en toda la zona dorsal. En los flancos, la parte inferior del cuello, vientre, cara inferior de la cola, y el área que rodea los ojos y labios es de color “ante crema” (cream buff) muy claro. Los machos se diferencian de las hembras por poseer un par de astas de unos 30 centímetros de longitud.

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