Pulga, Matilda y Ramón llegaron puntualmente a la cita. Y muy contentos. Lo mostraban sus colas que se sacudían con energía. Ellos tres, una Yorkshire miniatura, una Labrador y un Golden retriever, son tres de los perros de la ONG IAPuy (Intervenciones Asistidas por Perros del Uruguay) que participan semanalmente del programa de intervención asistido con perros en el servicio de internación de pediatría del Casmu. Su tarea es especial: mejorar el bienestar de los niños internados, reduciendo la ansiedad.
Esta iniciativa transita su tercer año ininterrumpido acompañando a los pacientes y, a juicio de la doctora Marianela Arévalo, con muy buenos resultados. “Tenemos el objetivo de hacer que los niños que están internados tengan otra memoria sobre la vivencia”, explicó a El País. Y agregó: “Estos perritos brindan confort, alivio emocional, bajan la ansiedad o disminuyen el miedo”.
Un perro de terapia es un animal cuidadosamente entrenado para ayudar a mejorar la salud de las personas. Se incorpora como parte del tratamiento y su objetivo es facilitar o motivar el proceso terapéutico para que el paciente cumpla con el tratamiento indicado de manera disfrutable y acelerada.
Un momento de juegos y caricias con estos visitantes logra reducir el estrés en los pacientes más pequeños. El equipo de salud analiza cómo varían sus niveles de estrés antes y después de la intervención y han visto cómo los niños se adhieren mejor a los tratamientos –demuestran, por ejemplo, menos aprehensión a que se les coloque una vía– o tienen un descanso mejor. Los beneficios de la intervención también se ven en parámetros físicos como la mejora de presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Este acompañamiento está dirigido a niños con patologías crónicas o que padecen patologías agudas de corta estadía y que poseen una estabilidad clínica. Quedan excluidos los pacientes oncológicos con defensas bajas o con infecciones.
Si bien estos perros a priori no pueden ingresar a las salas de CTI, una vez se permitió su acceso para visitar a un paciente que iba a ser trasladado. De todas formas, el personal de salud pide la autorización previa de los padres para la participación en el programa.
Diversos estudios han confirmado que la terapia asistida por animales puede reducir de manera significativa el dolor, la ansiedad, la depresión y la fatiga en personas con diversos problemas de salud de cualquier edad.
Justamente, a futuro, Arévalo no descarta que se puede extender el programa a otros servicios de internación del Casmu. Pero respecto a los niños, dijo: “El próximo paso debería ser que el niño traiga a su mascota”. Por el momento es una aspiración pero sostiene que podría ser factible si se llega a un protocolo por el que se compruebe que el animal cumple con los requisitos sanitarios para ingresar a un hospital y que no represente un peligro para el resto de las personas.
“Hace poco tiempo tuvimos a un adolescente que estuvo cuatro meses internado. Tenía frente a su cama la foto de su perro. Oscar se llamaba. Me hubiese encantado poder traérselo”, señaló la doctora.
Con la implementación de este programa, CASMU se convirtió en el primer centro de salud en Uruguay en efectuar este tipo de acompañamiento, que ya realiza en otros centros asistenciales a nivel mundial.
Perros entrenados.
No todos los perros pueden convertirse en perros de terapia. O, incluso, no todos los perros pueden participar de actividades recreativas como las que tienen lugar en el servicio de internación de pediatría del Casmu. Los animales de IAPuy deben cumplir con un proceso riguroso de selección y adiestramiento que dura varios meses y que es más fácil si se empieza desde que son cachorritos. Se los educa en obediencia básica: cómo comportarse en un contexto social, sentarse, echarse, quedarse quieto a la orden, caminar sin tirar de la correa y otras habilidades.
Lo primordial es que el perro debe disfrutar con el contacto humano por fuera de los miembros de la familia. Independientemente de la raza o tamaño, la única característica que “sí o sí” tiene que tener el animal es la sociabilidad. Esta es una aptitud innata y no es entrenable. Deben ser animales que les guste que los niños los toquen, los abracen o les tiren del pelo al jugar sin reaccionar de forma incómoda o agresiva y que puedan circular solos sin el acompañamiento de su dueño (si bien este está cerca puesto que también participa de la actividad).
Laura De Nicola, integrante de IAPuy, así lo resumió: “Deben ser perros confiables”.
IAPuy organiza distintos programas en varias instituciones. En el Centro Hospitalario Pereira Rossell, por ejemplo, se trabaja en las áreas de rehabilitación y fisioterapia. En el Hospital Británico se visita a adultos mayores. La ONG también interviene en la Escuela Roosevelt y en residenciales. En junio abrirá el curso de adiestramiento, dado que se necesitan más voluntarios para responder a la demanda.
Para Ramón era su primera visita y, por lo tanto, se despidió antes de que termina la hora de trabajo. Su evaluación fue muy buena y podrá volver al Casmu. Pulga concurre desde el primer día de visita y, según su dueña, María Sureda, ya da signos de felicidad cuando sabe que ese día le toca ir a acompañar a los niños. Matilda se dejó colocar una vincha de unicornio y abrazar por todos los niños. Su dueña, Natalia Acuña, así lo relató: “El premio es recibir las sonrisas de los niños. Es también hacer equipo con tu perro, que te trae acá y te muestra otras cosas y le cambia la vida a todos”.