Si le hubiesen dicho, hace 20 años, que iba a ser profesor de física, no lo hubiese creído. Si le hubiesen dicho, hace 20 años, que en 2024ganaría un premio por su trabajo como profesor de física en una escuela agraria, tampoco.
Porque hace exactamente 22 años, Marcel Romero, que vivía en Flores, cursaba quinto en el Liceo 1 de Trinidad y venía de perder por cuarta vez el examen obligatorio de física. No lograba entender la materia, le parecía algo demasiado lejano, demasiado complejo, algo reservado solamente para quienes eran extremadamente inteligentes. Era 2002, y, aunque en su casa —como en todo el país— las cosas no iban muy bien, sus padres hicieron un esfuerzo y, durante un mes, le pagaron clases particulares.
Esos días alcanzaron para que Marcel entendiera lo que no había logrado hasta ahora, para que comprendiera que la física no estaba solo en los libros y los laboratorios, sino que también estaba en su día a día, en su casa, en su ciudad. Esos días alcanzaron para que rindiera el examen por quinta vez y, ahora sí, lo salvara con 10.
Marcel todavía se acuerda de aquel día, porque, un poco, le cambió la vida. Cuando llegó a su casa les dijo a sus padres que se había enamorado de la física. Que quería estudiar para ser profesor.
Y eso hizo. Se fue a estudiar al CeRP de Atlántida; esos fueron los únicos años en los que vivió fuera de su Flores natal. Se recibió en diciembre de 2006 y, en marzo de 2007 empezó a trabajar en la Escuela Agraria de Trinidad, en la que, 17 años después, continúa.
Ubicada en un predio de 269 hectáreas a dos kilómetros de la ciudad, la escuela agrícola ganadera tiene poco más de 100 alumnos que llegan de todas partes del país. Allí adquieren conocimientos básicos “sobre el manejo de animales y sobre producción agrícola. Hay un pequeño tambo, por lo tanto también los chiquilines se van con una idea sobre el tema de la producción de leche. O sea, aprenden lo que les permitiría en un futuro poder manejar un establecimiento”, explica Marcel.
En el año 2019 un grupo de inspectores de UTU empezó a trabajar y a introducir en Uruguay la metodología STEAM, que integra Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática para fomentar la creatividad y el pensamiento crítico.
“Eso se fue desarrollando en los años posteriores. Obviamente que la pandemia jugó un poco en contra, pero de cierta manera se fue introduciendo en el mundo de UTU este enfoque, que busca poner al estudiante en el centro en los procesos de enseñanza-aprendizaje y correr un poco de ese lugar al docente. Es un enfoque diferente al tradicional, donde por ahí el docente era la figura central en el salón y los alumnos simplemente tomaban nota y después eventualmente en una prueba reproducían lo que el docente había dicho. Ahora lo que se busca es cambiar esa visión. Entonces de a poquito fue ganando terreno en distintas UTU de diversas partes del Uruguay”.
Sin embargo, hacía falta bibliografía para que los docentes del país pudieran entender cómo aplicar el enfoque, qué herramientas utilizar. Y, en febrero de 2023, uno de los inspectores que venía trabajando en el tema, Nelson Bonansea, lo convocó para escribir un libro al respecto. Así surgió 5 propuestas con enfoque educativo STEAM, con actividades concretas que sirven de guía para docentes y estudiantes sobre cómo trabajar con ese enfoque educativo.
El libro de Marcel llegó a instituciones de todo el país y está disponible en Biblioteca Ceibal.
A partir de eso, el docente empezó a aplicar el enfoque en la Escuela Agraria en una propuesta concreta: automatizar el invernáculo. Pusieron un sensor en el interior para que, según la temperatura que midiera, las paredes de nailon se bajaran o se subieran. Ese sistema genera que la producción de alimentos aumente.
“Y ahí se generó un efecto dominó, porque los estudiantes y funcionarios de la institución empezaron a presentarme diferentes propuestas. Así como se pudo automatizar el invernáculo, se pudo automatizar el tanque de agua de la escuela para saber a qué nivel está y no quedarnos nunca sin agua. También vino un grupo de alumnas que quería automatizar un gallinero para que, a través de una lámpara incandescente, se mantuviera el espacio calentito para las gallinas. Otras chiquilinas me propusieron la posibilidad de automatizar un comedero para los animales. Estamos automatizando el timbre de la escuela para que suene automáticamente y no tenga que haber alguien que vaya y lo toque”, cuenta Marcel.
Él no lo esperaba, pero, dice, se generó una especie de “revolución” entre los estudiantes que tuvo impactos positivos y visibles para la escuela y la comunidad.
Por ese proyecto Marcel recibió el premio ReachingU al docente uruguayo, que reconoce a los maestros y profesores de todo el país —algo así como la versión local del Global Teacher Prize de la Fundación Varkey— y ya va por su sexta edición.
El reconocimiento, dice Marcel, es un impulso para seguir, pero, sobre todo, la confirmación de que el camino recorrido es el correcto.
Con el dinero del premio de ReachingU —fundación que financia programas de educación de calidad para niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad en Uruguay— dice, realizarán otras iniciativas que tienen en la Escuela Agraria y que, por falta de recursos no han podido concretar.
Estos días han sido intensos para Marcel. No solo porque ha estado viajando hasta Montevideo para dar entrevistas a distintos medios, sino también por la forma en la que sus alumnos han recibido el reconocimiento. La primera vez que entró al salón a dar una clase lo estaban esperando con carteles y comida casera para festejar.
Cuando eligió dedicarse a esta profesión lo hizo porque quería poder generar un impacto en la vida de los jóvenes de su ciudad, darles herramientas para pensar en su futuro. Ahora, cuando se sienta a pensar y a procesar en todo lo que está pasando, sabe que no se equivocó.