Desterrar mitos y prejuicios para prevenir suicidios, la llamada "pandemia escondida"

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Suicidio

SALUD

En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se celebra este 10 de setiembre, se busca aportar la información necesaria para luchar contra un mal que se lleva un millón de vidas por año.

Alrededor de un millón de personas se suicidan por año en el mundo y, de estas, 250 mil son jóvenes menores de 25 años. Se cuentan unos 3 mil suicidios por día; por cada persona que se autoelimina, hay 20 que lo intentaron.

Si, como ocurre con el COVID-19, cada día se informaran las cifras de suicidio, nos daríamos cuenta de que hay una pandemia a la que no le estamos prestando la atención debida. En Uruguay, en 2019 la tasa fue de 20,55 (por 100 mil habitantes), el pico más alto desde 2002. ¿La diferencia con el nuevo coronavirus? Del suicidio no se habla.

De ahí la importancia de jornadas como la del 10 de septiembre, en que se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio bajo el lema “trabajando juntos para prevenir el suicidio”. Nuestro país ya tuvo su día nacional el 17 de julio pero para la médica psiquiatra Laura Sarubbo no está de más poner dos veces en el año en el tapete lo que llaman “una pandemia escondida.

Segundo peor índice en América Latina

En Uruguay, en 2019 se quitaron la vida 723 personas, elevando la tasa a 20,55 (por 100 mil habitantes), el pico más alto desde 2002 (año clave por la mayor crisis económica de los últimos tiempos). Cada tres días un joven muere en Uruguay como consecuencia de esta problemática, se suicidan más los hombres que las mujeres (la relación es de cuatro hombres por cada una mujer).
Es mayor la cantidad de gente por arriba de los 45 años. “Las mujeres intentan más y los hombres lo ejecutan y, en general, de forma más cruenta”, señaló la psiquiatra Laura Sarubbo. Horacio Porciúncula, referente del Programa de Salud Mental del MSP, explicó en el Día Nacional de Prevención del Suicidio (17 de julio) que estas cifras nos colocan entre los 10 países con peores índices de suicidios y en el segundo lugar de América Latina.

Mitos y prejuicios.

“Hay muchos colegas que les molesta la atención de un paciente de estas características porque hay una cosa muy prejuiciosa con la gente que hace intentos de autoeliminación y muy prejuiciosa en general con los trastornos mentales o patologías psiquiátricas”, advirtió Sarubbo, especialista en psicogeriatría y magíster en psiconeurofarmacología.

Por eso una de las primeras cosas que habría que hacer al abordar el tema es desterrar los mitos y prejuicios que lo rodean, que no son pocos.

Uno muy común es escuchar decir que la persona que intenta suicidarse finalmente no lo hace. “Eso es mentira”, sentenció Sarubbo. El problema está en el método que elige para llevarlo a cabo. “Cuando toma pastillas, la gente no sabe de farmacología y hay combinaciones que son terribles, pero hay cosas de las que se puede tomar un balde y, en general, no va a pasarle nada”, dijo.

Tampoco puede decirse que cuanto más cruento es el método elegido, más voluntad hay de quitarse la vida. “De repente se pega un tiro en la cabeza porque tiene un arma cerca o sabe disparar. La gente del interior usa más las armas de fuego o el ahorcamiento, mientras que en la ciudad se recurre más a medicamentos, tirarse por la ventana o arrojarse delante de un vehículo”, apuntó Sarubbo.

Otro mito a descartar es que el intento de suicidio es una forma de llamar la atención. “Hay una razón por la que una persona hace una cosa así, algo le está pasando. Si podemos rescatarla es un punto a favor no solamente para el individuo, sino para toda la sociedad porque el suicidio marca a la persona y a su familia por generaciones. O sea que hay que pensarlo de acuerdo a lo que produce en el entorno”, destacó la psiquiatra.

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Los prestadores de salud tienen la obligación de proporcionar ochos sesiones de psicoterapia.

Los médicos presentan una alta tasa de suicidios

“Los médicos tenemos una alta tasa de suicidios. Hay especialidades que son terribles, como los psiquiatras y los intensivistas”, señaló Sarubbo. Hay que tener en cuenta que estos profesionales presentan una alta prevalencia de problemas de salud mental, en especial trastornos del estado de ánimo, estrés y burn-out (desgaste profesional), consumo problemático de sustancias adictivas y casos de suicidio. Para atender esta situación, desde 2016 existe el Programa de Bienestar Profesional (BienPro), creado por el Colegio Médico del Uruguay para brindar a sus integrantes la atención que necesitan asegurando la confidencialidad y el seguimiento de su caso. “Se trata de una atención psiquiátrica primaria hasta tanto el paciente se conecte con el psiquiatra o psicoterapeuta de su prestador de salud”, explicó a El País el psiquiatra Juan Dapueto, coordinador del programa. El lema es: “Cuidando de los médicos, cuidamos de todos”.

Atención.

Si el objetivo es entonces quitarse la vida, ¿cómo nos damos cuenta de que la persona camina hacia allí? “La mayoría de las veces el suicidio se puede prever. Hay cosas que llaman la atención, por ejemplo, en la familia o en la gente que vive con el potencial suicida, como cambio de conductas o comentarios que te pueden alertar que la persona está en una situación de fragilidad”, explicó Sarubbo a El País.

La profesional señaló que el 90% de las personas que se suicida tiene un trastorno psiquiátrico. En orden se ubican los trastornos depresivos (alto porcentaje), los portadores de psicosis crónicas, pacientes con trastornos de personalidad y pacientes con trastornos de ansiedad. Después hay otras causas, que pueden ser socioeconómicas o culturales, como alguien que pierde el trabajo siendo el sostén económico de su familia.

La depresión es un factor clave que no se puede subestimar. “La gente dice ‘tenés que tener voluntad para salir’ y no advierte que la depresión es una enfermedad de la voluntad. No podés decirle al paciente que la tenga si eso es justamente lo que le falta”, comentó.

También hay que prestarle atención a aquellos que están aislados, que perdieron su pareja o su soporte social. “Hay que tratar de socializarlos, que se integren en otros grupos”, aconsejó la psiquiatra sobre lo que ocurre sobre todo con los mayores de 50 años.

Tampoco hay que descuidar a los jóvenes que, entre los 15 y los 29 años, presentan un altísimo porcentaje de suicidios. Preocupan “todos aquellos que ven que no tienen futuro, que creen que no se van a poder desarrollar en determinados ámbitos, que sienten que la vida les ha sacado cosas y no pueden seguir adelante. En la adolescencia hay mucha pasión en todas las cosas y ven las cosas blancas o negras”, dijo Sarubbo.

Y no hay que soslayar aquellas cosas que para uno quizás no son importantes, pero sí para otros. “Decimos ‘¿cómo va a estar así porque se le murió la mascota?’ y la mascota para esa persona era sumamente importante. Se le crea una situación de soledad y de vacío afectivo que lo puede llevar a hacer cosas que uno considera que no las tendría que hacer”, detalló la psiquiatra.

También hay que estar alerta con las personas que dicen cosas como “yo, para estar así, prefiero no seguir viviendo", que es lo que está pasando con muchos adultos mayores que, por la pandemia, han perdido el contacto social o con familiares. “Ahí lo que hay es una idea de muerte y ¡cuidado! Esa idea distrae a la persona, la pone en riesgo de tener accidentes y quedan como accidentes cosas que tienen que ver con otra situación”, dijo la profesional.

Advirtió que en todos los casos debe preocupar más la persona que elabora el plan suicida que la que actúa en forma impulsiva. “Eso demuestra que hay una voluntad firme. Igual no quiere decir que una sea más importante que la otra; ambas necesitan atención, una escucha empática y un seguimiento”, subrayó.

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Existe la línea telefónica VIda, 0800 0767,  a cargo de profesionales preparados en el tema.

¿Qué hacer cuando se teme que ocurra?

Hay que educar a la gente, no se trata solamente de dar información. Tampoco hacer campañas apelando al terror, no sirven para nada”, señaló la psiquiatra Laura Sarubbo sobre lo que se debe hacer para concientizar a la gente sobre el potencial suicida que puede tener una persona.
En épocas de pandemia hay situaciones que deben preocupar especialmente. Es el caso del aislamiento al que se ha sometido a los adultos mayores por tratarse de población de riesgo. “No hay que dejarlos solos, la familia puede ir a verlos. Conserva las distancias, se lava 23 millones de veces las manos, se pone el tapabocas, se fumiga con alcohol… pero tiene que estar en contacto con ellos”, insistió la profesional.
Pero debe preocupar cualquier persona. “Imaginate en este momento alguien que no quiere salir a la calle, que cada vez se va aislando más, tiene más miedo… eso lo lleva a un estrés espantoso y el estrés lo va a llevar indudablemente a un trastorno depresivo, a sentir que no hay futuro, que no hay salida. Ahí tenés una potencial persona que puede hacer un intento de autoeliminación”, alertó.
En Uruguay existe la Comisión Honoraria de Prevención del Suicidio, presidida por el Ministerio de Salud Pública (MSP) e integrada por los ministerios de Educación y Cultura, Interior y Desarrollo Social. La misma debe procurar el consenso de los diversos actores sociales para el desarrollo de un Programa Nacional de Prevención del Suicidio, inserto en el Plan Nacional de Salud Mental del MSP. Actualmente existe la línea telefónica Vida: 0800 0767 o *0767, para atender estos casos. Además, los prestadores de salud deben brindar ocho sesiones gratuitas de psicoterapia a quienes tiene un intento de autoeliminación.

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