El plato de Sofi, una border collie de cinco años, no luce como el de otros perros.
En vez de pastillas tiene trozos de pollo, achuras, avena, frutillas y remolacha. "Se trata de una dieta natural en base a carnes crudas como pollo, vacuno, cerdo o caballo, entre otras. También le doy vísceras, huesos carnosos, avena, junto con frutas y verduras cocidas", cuenta la veterinaria Natalia Stephens.
"Sofi estaba obesa y ni con el mejor alimento light logré que bajara de peso. Investigué, y guiada por un experto en nutrición decidí cambiarla a una dieta natural hace seis meses", añade Natalia.
Tal como ella, aumenta el número de personas que están cambiando las pastillas por los alimentos naturales para sus mascotas. Es la línea que sigue la dieta Barf (alimentos crudos biológicamente apropiados, por sus siglas en inglés), desarrollada por el veterinario australiano Ian Billinghurst. Consiste en alimentar a las mascotas con un 60% a 80% de huesos carnosos crudos y un 20% a 40% de una mezcla de frutas y verduras, cereales, huevos, vísceras y carnes crudas.
El objetivo es que el animal se alimente como si hubiera cazado una presa en su ambiente natural. Así, se reconecta con su esencia.
"Entre las dietas naturales, la Barf es la más popular. Se trata de una receta con porcentajes específicos que se aplica a todos los perros por igual", explica Pablo Erpel, veterinario especializado en medicina integrativa y nutrición natural.
"Cada animal tiene sus propios requerimientos. Yo le aconsejo a mis pacientes una dieta natural formulada en base a sus propias características fisiológicas", advierte el veterinario.
La principal crítica que el especialista le hace al método Barf, de todas formas, es su alto porcentaje de huesos carnosos, ya que estos pueden aportar un exceso de calcio y así entorpecer el transito intestinal o generar trastornos en los huesos.
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