Dormía en la calle y tenía miedo de ir a una entrevista laboral, pero alguien lo entrenó y le cambió la vida

David tiene 47 años y hace dos meses consiguió trabajo; como él, otras 32 personas que vivían en plazas, veredas o paradores porteños lograron salir de esa situación.

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David
Dormía en la calle y tenía miedo de ir a una entrevista laboral, pero alguien lo entrenó y le cambió la vida
Foto: Santiago Cichero/AFV/La Nación

Por Teresa Sofía Buscaglia, La Nación/GDA
“Hice muchas changas, pero ¿qué pongo en el currículum?”. “¿Si me preguntan la dirección, qué les digo?”. “No sé qué habilidades tengo”. Estos y otros desafíos son los que David Marín, de 47 años, tuvo que enfrentar cuando redactó su CV por primera vez en la vida junto a la Fundación Multipolar, una organización que acompaña a personas en situación de calle para aumentar sus posibilidades de conseguirtrabajo.

Hace dos meses, David consiguió trabajo en el área de mantenimiento y limpieza para una consultora que lo contacta con distintas empresas. A la fundación que lo ayudó a conseguir ese puesto había llegado en agosto del año pasado por intermedio de la comunidad terapéutica en donde vivía después de haber pasado por la calle y de la cual había recibido el alta laboral: “Quería insertarme en la sociedad y empezar a trabajar”.

Cuando era adolescente, David tuvo que dejar la escuela secundaria porque necesitaba ganar dinero para sobrevivir. “No tuve una infancia linda”, confiesa con pocas ganas de mirar hacia atrás. Ahora, mientras se recupera de sus adicciones, retomó la secundaria con el plan FINES, un programa nacional que promueve el estudio entre los adultos que no terminaron los niveles básicos.

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Rubén tiene 37 años y quedó en la calle tras una depresión en la que entró por la muerte de su mujer y su hija en un accidente automovilístico; entrenado por un coach, logró aplicar a un empleo en Aeroparque
Foto: Santiago Cichero/AFV/La Nación

No animarse a mirar a los ojos

No haber terminado el secundario, estar en tratamiento por algún consumo problemático o creer que no se tiene habilidades valiosas son algunas de las principales barreras que encuentran las personas que viven en situación de calle cuando salen a buscar trabajo.

También lo son otras habilidades o recursos que muchos podemos creer como inherentes a cualquier persona, pero que cuando se está en una situación de tanta vulnerabilidad se tienen que “reponer” o acercar: no tener ropa limpia, sentir baja autoestima y no mirar a los ojos, no saber manejar un celular o computadora, no tener tarjeta SUBE, no poder dar un teléfono de contacto ni una dirección.

Multipolar trabaja justamente en crear las condiciones mínimas para que puedan salir a buscar un trabajo y luego consigan sostenerlo. Lo hace desde 2016 y en red con organizaciones, hospitales, paradores porteños, comedores y dispositivos del Estado. Su fundadora, Malena Fama, es comunicadora social y su vocación nació en 2001, cuando su papá se quedó sin trabajo. Empezó a ayudarlo a encontrar empleo a él y a la gente que la rodeaba.

“Tuve que empezar a ver cómo hablar con las empresas, cómo decirles que tenían que darles oportunidades a las personas que no tenían credenciales”, señala Malena y cuenta que llegó a la conclusión de que entre la gente en situación de calle hay mucha problemática de salud mental, por lo que había que abordarlo de forma multidisciplinaria.

“Si estaban en consumo, no podían ir a trabajar. Si tenían algún padecimiento de salud mental, tenían que tratarlo. Si tenían enfermedades, tenían que curarse. Me di cuenta de que apurarme para conseguirles empleo estaba arruinando las oportunidades que me daban las empresas y las personas se frustraban”, agrega. En ese contexto impulsó una serie de talleres para que las personas en situación de calle puedan aprender a usar nuevas tecnologías y a armar su currículum, que sepan cómo buscar un empleo, qué es una entrevista laboral y cómo enfrentarla, que puedan sacarse algunos miedos y desarmar traumas. Para eso, la fundación conformó un equipo multidisciplinario de 52 personas, entre trabajadores sociales, psicólogos, terapistas ocupacionales, coaches ontológicos y profesionales de recursos humanos.

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Marcelo Campos quedó en la calle cuando se incendió la casa en la que vivía.
Foto: Santiago Cichero/AFV/La Nación

“Aprendí a manejar las emociones”

David quería hacer el taller de habilidades digitales desde que llegó: “No sabía ni abrir una computadora”, se explaya con sus ojos grandes y muestra su celular, alargando y deslizando con exageración sus dedos por la pantalla, para mostrar su dominio actual de la pantalla táctil. La encargada de dar ese taller es Romina De Leo y destaca que buscan ofrecer herramientas, pero jamás hacer las cosas por ellos. Y aclara que después de cursar los talleres, pueden seguir yendo a la fundación, ya que “necesitan un lugar donde responder a las búsquedas, tener entrevistas laborales virtuales o imprimir documentos”.

“Acá me dieron seguridad, me enseñaron a manejar mis emociones, a creer en mí mismo y a ir paso a paso”, reafirma David, que es uno de los 33 usuarios que durante el año pasado consiguieron empleo al finalizar todas las etapas de la formación. De las 556 personas convocadas entre mayo de 2022 y mayo de 2023, asistieron 284 y terminaron 202.

Para llegar a la primera entrevista laboral que se hizo en las oficinas de la fundación, David pasó por cuatros sesiones de dos horas semanales de coaching, a cargo de Jorge Napp, encargado del equipo. “Acá uno no puede hacer un taller de gestión de emociones como en una empresa y dejar a la persona en carne viva”, explica y añade que lo importante de este espacio es que identifiquen sus objetivos y valoren sus habilidades.

“Veo más gente que era de clase media”

Hasta hace un mes y medio, Malena Fama visitaba regularmente el parador que el Gobierno porteño tiene en Retiro. “Con el cambio de gestión, me pidieron que no vaya más. Lo que yo venía observando era que ingresaba cada vez más gente de clase media que se está quedando sin trabajo y no tiene cómo pagar el alquiler”, dice Fama.

De acuerdo al censo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en abril de 2023, son 3511 las personas que viven en situación de calle, un 34% más que en 2022. En diciembre de 2023, un relevamiento hecho en 11 ciudades del país, identificó a 9.440 personas. El 26% manifestó que tener un trabajo es lo que más los ayudaría a superar la situación de calle.

En el parador, Malena conoció a Rubén Darío, un técnico electromecánico de 37 años, que no hablaba con nadie. De nacionalidad paraguaya, en 2022, perdió a su mujer y su hija en un accidente automovilístico y eso le produjo una profunda depresión. Finalmente, quedó en la calle. “Todo me daba lo mismo. Lo primero que le pregunté a Malena era si tenían psicólogos en la fundación donde me invitaba a ir” dice.

Rubén ingresó a Multipolar en agosto de 2023 y ya tiene un empleo formal en Andreani, como Auxiliar Operativo en Aeroparque. Continúa con su terapia, porque siente que le permitió comunicarse con la gente. “Descubrí que podía expresarme bien y llegar a los demás”, agrega Darío, que aún vive en un parador, aunque no descarta conseguir pronto un lugar propio.

Otras de las barreras que se encuentran quienes viven en la calle es la falta de un espacio donde poder mantener sus hábitos de higiene y mejorar su aspecto. En la fundación les ofrecen duchas, ropa para las entrevistas y carga para la SUBE. En la recepción cuelgan de una cartelera ofertas laborales que todos consultan al llegar. Y saben que también pueden pasar antes de una entrevista laboral, para dejar sus mochilas y pertenencias.

Marcelo Campos
En Multipolar les ofrecen duchas, ropa para usar en las entrevistas, la posibilidad de que recarguen la SUBE y una cartelera con ofertas laborales
Foto: Santiago Cichero/AFV

“No sabía lo que era un trabajo en blanco”

Marcelo Campos también llegó a la fundación desde el parador de Retiro, en 2021. Es uno de los más veteranos y hoy trabaja en Metrovías, como personal de mantenimiento. Hace 10 años, se incendió su casa familiar en el conurbano bonaerense y perdió todo. Su mujer y sus hijos se quedaron viviendo con su suegro, pero él no soportó esa situación y terminó en la calle.

“Me encerré en los vicios, no tenía voluntad de hacer nada. Vivía a la defensiva, enojado. ¿Sabés qué me cambió? La forma en que me trataban acá. No estaba acostumbrado a que me hablaran bien”, dice Campos. Vivía de changas temporarias, se movía en ambientes hostiles, de donde lo echaban, y la pandemia lo encontró en el parador, donde se tuvo que quedar varios meses. “Ahora tengo un trabajo, vuelvo a casa, recuperé a mis hijos. ¿Qué más puedo pedir? Ni loco vuelvo a probar algo” dice, recordando el fantasma de vivir en la calle.

Si bien las historias relatadas son exitosas, todos vienen de haber vivido fracasos, rechazos y discriminación en las búsquedas laborales por estar en situación de calle. “Te discriminan mucho por tu aspecto y también por venir del interior”, dice Mabel Lupa, de 43 años. Ella llegó a Buenos Aires hace cuatro años desde Salvador Mazza, en Salta. Mabel estaba sola, con un hijo y necesitaba un tratamiento por el consumo de alcohol. No había dispositivos para ayudarla en su ciudad natal y llegó a Buenos Aires en 2019. Ingresó en la asociación civil Valorarte , que luego la conectó con Multipolar.

“Cuando me dieron el alta laboral, no sabía cómo buscar trabajo. Yo luchaba con mi autoestima, hablaba bajito, no miraba a la cara”, señala Mabel, que ahora trabaja como encargada de un local de ropa en un shopping. “Tenía miedo de la gente, porque me han tratado muy mal”, agrega Lupa, que antes había trabajado en tareas de limpieza, de cuidado de personas y como empleada de locales: “No conocía la diferencia entre un trabajo en negro y uno en blanco”, añade mientras recuerda todo lo que aprendió sobre valorarse a sí misma y también sobre sus derechos laborales y sociales.

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