CIENCIA
Director técnico uruguayo expande la unión de la ciencia y el deporte para formar jugadores “más inteligentes”
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Cuatro jugadores en ronda. Uno en el medio. Dos pelotas: una debe pasarse con la mano y la otra debe pasarse con el pie. Ninguna puede perderse en el camino mientras el jugador del medio intenta robárselas a sus compañeros. Parece un juego. Pero, en realidad, se está entrenando cómo mantener el foco de atención. Y, si a eso se le suma la regla de que hay que decir el nombre de la persona a la que se le pasa el balón, esta será una prueba más compleja en la que se trabaja, al mismo tiempo, la comunicación verbal.
¿Qué tal si le agregamos otros elementos? “El árbitro te pita mal, el contrario te insulta y otro te pega”, apuntó Jorge Vázquez Di Biase, coach UEFA Pro y exjugador de fútbol profesional, en referencia a las típicas interferencias que ocurren en el campo de juego y que pueden hacer que el jugador pierda el foco de atención.
Este es un ejemplo de un ejercicio típico del neurofútbol o la disciplina que une la neurociencia con el entrenamiento tanto para niños como para adultos, amateurs o profesionales.
El objetivo es formar jugadores “inteligentes”. El director de Neurofootball Spain, quien ha llevado la neurocienciaa clubes de Uruguay, España, Dinamarca, Italia y hasta en el Medio Oriente, define al jugador inteligente como aquel que no solo domina la técnica sino que sabe cómo y cuándo utilizarla de la manera más acertada y que gracias al entrenamiento ha acortado sus tiempos de reacción, ha aumentado su visión periférica, logra mantener los niveles de atención y logra comunicaciones efectivas. En definitiva, se educa al cerebro para que se sepa pensar y jugar con los pies.
Ejercicios aplicados al entrenamiento.
Hace unos 14 años Vázquez Di Biase vio algunos entrenamientos de hockey y básquetbol en EE.UU. que le llamaron la atención. Su DT reproducía situaciones reales de partidos y no se enfocaba en la velocidad, la resistencia o la fuerza por separado sino que las integraba en las dinámicas. Preguntó, leyó y le explicaron que lo que se buscaba era el desarrollo de determinadas funciones del cerebro para mejorar el desempeño de los deportistas. “¿Por qué no reproducir eso en el fútbol?”, pensó.
Entonces comenzó a estudiar cómo funciona el cerebro, cómo es su desarrollo en diferentes edades y cómo se logra el aprendizaje. Y descubrió dos pilares fundamentales: el juego y la emoción. “Si generamos un ambiente agradable en vez de estar con el dedo en alto, vamos a generar que aprendan y que disfruten”, comentó.
La clave está en llevar el aprendizaje natural del fútbol en la calle a la cancha. “Los niños aprenden a través de juegos. No tienen un entrenador. No tienen normas estrictas. Ponen cuatro piedras y a jugar. Dentro de ese ambiente es donde se produce el verdadero aprendizaje”, señaló Vázquez Di Biase. Allí se fomenta la espontaneidad, el atrevimiento y la creatividad.
Al llevar la neurociencia a la escuela de fútbol o al equipo profesional lo que se hace es “reproducir el escenario de la calle” con situaciones de juego que mantengan el cerebro alerta para adquirir conocimientos que promuevan el control inhibitorio, la memoria de trabajo, la visión periférica, el foco de atención y la flexibilidad cognitiva. El último punto es esencial: esta metodología se vale de la plasticidad del cerebro que lo hace capaz de modificar hábitos o conocimientos predeterminados y aprender cosas nuevas.
Quién es el director técnico.
Jorge Vázquez Di Biase es coach UEFA PRO, exjugador profesional en Uruguay y España y docente. Creó Neurofootball Spain para llevar la neurociencia a las escuelas de fútbol y a los equipos profesionales. En Uruguay ha trabajado con los equipos de Liverpool, Defensor y Peñaro y algunos del interior. También ha enseñado en Dinamarca, Italia, India, España, Arabia Saudí, Catar y Omán, entre otros.
“El juego es nuestra herramienta principal de aprendizaje. No es más que un tres contra tres o un cuatro contra cuatro o dos contra dos pero cambian las variables: el espacio, el tiempo, el ratio de jugadores, las normas de provocación o la libertad de toques. Esto determina cierto comportamiento en los jugadores”, explicó.
Vázquez Di Biase afirmó que priorizar solo la parte física “es un error” y responde a un “fútbol obsoleto” que es lo que se practica en Uruguay, en gran parte de la región e incluso en varios países de Europa. Esta metodología hace, a su juicio, “atletas que son futbolistas cuando lo que hay que hacer es que los futbolistas sean atletas”.
Por ejemplo, en vez de poner a correr a los jugadores durante 40 minutos (algo que puede aplicarse desde “un maratonista hasta un ciclista”), el uruguayo prefiere separar dos equipos que deben recorrer un espacio cuadrado en cuyas esquinas deben hacer los pases. “Están trabajando fuerza, resistencia, velocidad y táctica”, afirmó. Para hacerlo más difícil se puede achicar el área y aumentar el número de jugadores. “Estás trabajando fuerza y velocidad porque hay mucho contacto; están en constante fricción y tienen al contrario siempre cerca. Es un esfuerzo muy similar al que van a hacer en un partido. ¿Para qué voy a hacer un trabajo de pesas en el gimnasio si lo puedo hacer aquí?”, agregó.
En este sentido, Vázquez Di Biase prefiere dejar el trabajo de gimnasio para trabajos compensatorios, por ejemplo, como recuperación para una rodilla lesionada. “¿En un partido voy a hacer 10 flexiones ante el contrario? No. El trabajo de fuerza es hombro con hombro cuando voy a disputar una pelota o cuando voy a saltar y me quieren desequilibrar en el aire”, enfatizó.
Otro ejercicio de neurociencia aplicada al fútbol es realizar un pique corto a alta velocidad para recoger un número o letra y llevarlo a otro lugar. Aquí se trabaja la búsqueda visual con el foco puesto en la toma de decisiones con escaso tiempo y dificultad de visión para aumentar el nivel de atención y concentración.
“Un piloto de avión está constantemente simulando acciones de vuelo. Es lo que hago yo: simular acciones que se dan en un partido”, indicó Vázquez Di Biase. El jugador aprende a tomar la decisión más acertada para cada momento del juego. Si no lo aprende, ¿qué sucede? “Nos vamos a la B”, rió el entrenador.