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El regreso del cacique Vaimaca Perú visto 20 años después: ¿qué se aprendió?

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Vaimaca Perú

HISTORIA

La repatriación de los restos del cacique enfrentaron a descendientes y a la academia pero el ADN continúa cambiando la historia: su linaje se remonta a 10 mil años y sigue vivo

La idea empezó a adquirir fuerza entre algunos descendientes: lograr la repatriación de los restos de Vaimaca Perú, el último cacique charrúa que había sido llevado a Francia junto a Senaqué, Tacuabé y Guyunusa como objetos de exhibición y pertenecientes a una identidad masacrada, subestimada y olvidada por su país. Contactos y conversaciones con legisladores, ministros y embajadores se prolongaron por 12 años hasta que se puso fecha: un día de julio de 2002 se lo recibió con honores y se le dio descanso final en el Panteón Nacional.

A 20 años, varios de los involucrados reflexionan sobre el hecho histórico: para algunos fue un episodio de una descolonización que continúa en desarrollo; el encuentro de una pista genealógica que ayuda a entender hoy nuestro pasado; o parte de un perdón que todavía no fue pedido.

Vaimaca Perú
Repatriación de restos de Vaimaca Perú. Foto: M. Sans

Recuerdos.

El arqueólogo y antropólogo José López Mazz estuvo presente ese día. “Me interesaba ver cómo iba a ser el rito, cómo iba a volver ese cacique y cómo iba a ser tratado”, dijo a El País. Le llamó la atención, entre otros aspectos, la gran concurrencia de público proveniente de todo el país, el control policial y el despliegue político. “Me interesaba saber cómo el Estado lo iba a recibir porque, en definitiva, fue el que lo vendió como si fuera una jirafa a un zoológico”, apuntó.

La Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa (Adench) pidió que se le cediera el rango militar de general y los honores correspondientes. “Tuvo a su cargo a 200 hombres en la guerra por la independencia”, recordó Elena Gil, una de las promotoras de la repatriación, en diálogo con El País.

Al igual que López Mazz, la bioantropóloga Mónica Sans fue una de las primeras en llegar a la Base Aérea Nº 1 en la noche del 17 de julio de 2002. “(Los restos) estaban en una caja; (el esqueleto) vino con todos los fierritos, mariposas y alambres (de la exhibición). Al otro día fue la gran procesión hasta el Cementerio Central. Había muchísima gente. Me acuerdo de un señor mayor que se sacó la boina para saludar a Vaimaca que iba en una carriola de caballos, tapado con la bandera uruguaya. El trayecto fue a paso de hombre”, dijo.

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Repatriación de restos de Vaimaca Perú. Foto: M. Sans

Pero una anécdota particular hace que López Mazz recuerde ese día sin los protocolos: “El ministro (de Educación y Cultura, Antonio) Mercader cerró el acto diciendo ‘misia jalaná’ como si fuera un ‘hasta siempre’. Años después se supo con los vocabularios charrúas que eso significa algo así como ‘salí de acá, no jorobes, gurí”.

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Exhibición del esqueleto de Vaimaca Perú en el Museo del Hombre en París. Foto: M. Sans

El destino de los “últimos charrúas” en Francia.

Los “últimos charrúas” fueron vendidos a un empresario francés dos años después de la matanza de Salsipuedes (1831). Vaimaca y Senaqué murieron poco después de su llegada. Elena Gil, representante de Adench, relató a El País qué sucedió con los otros: “El Museo del Hombre de París tenía muestras de piel y cabello de Senaqué, del que hay un vaciado en yeso. Durante la segunda guerra mundial los guardaron en el sotáno, se inundó y se perdieron las etiquetas. Guyunusa murió en Lyon de tuberculosis y fue enterrada en una fosa común. Imposible rescatarla. Tacuabé huyó con la bebé en brazos. Se encontró la partida de defunción de la niña, muerte a los 10 meses, pero Tacuabé aún no ha sido localizado. No se sabe si murió en Lyon”.

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Repatriación de restos de Vaimaca Perú

El debate.

Al otro día del entierro comenzó lo que puede ser el guion de una película. Se inició una batalla legal entre Adench y la Universidad de la República. La organización exigía que no se estudiaran los restos y los antropólogos tenían permiso para desarmar el esqueleto y extraer muestras de ADN; además, se había acordado que los trabajos iban a durar una semana. Hasta se había aprobado una partida de US$ 100 para la compra de una enzima. “Al segundo día encontramos a un hombre encadenado”, relató Sans.

Adench reaccionó “ante la profanación” cometida por los científicos: hicieron una denuncia en la Seccional 5ª y llevaron a la Udelar a juicio. “Para exhumar es necesario presentarse ante un juez. Los académicos de Humanidades no lo hicieron”, argumentó Gil. Varios meses después, la Justicia falló a favor de la Udelar.

Con todo, lo que se pudo hacer a partir de las muestras cambiaron lo que se sabía hasta entonces de las poblaciones indígenas y siguen arrojando nuevos datos 20 años después.

Del punto de vista morfológico, los investigadores confirmaron algunas de las observaciones hechas por el francés Paul Rivet en la década de 1930: midió 1,64 metros y fue de complexión robusta (“no era petiso para la época; los franceses y los españoles medían lo mismo”, aclaró Sans), tenía una herida provocada por un sable desde arriba de un caballo que le hirió el brazo y dos costillas al defenderse y tenía el tabique nasal torcido. Y se avanzó más: no se encontró ningún perdigón como alguna vez se había sugerido, no tenía marcas de desnutrición ni huellas en los huesos provocadas por la tuberculosis por lo que se estima que el proceso de muerte fue rápido. También se observó su cráneo corto (braquicéfalo), cara y nariz anchas, características presentes en poblaciones indígenas pero no son exclusivas de ninguna.

Lo novedoso fue el ADN. Así lo explicó el antropólogo Gonzalo Figueiro: “Encontramos mutaciones que representan un linaje único de nuestro territorio que, además, están relacionada con los cerritos de indios y tiene continuidad en la población actual”. Se refiere a recientes análisis de individuos enterrados en un cerrito de indios de los que se obtuvo el genoma completo y muestras de ADN de al menos ocho personas vivas.
Es decir, la información genética de Vaimaca forma parte de un linaje de unos 10 mil años de antigüedad que sigue existiendo en el presente. Esto no significa que los uruguayos de hoy sean descendientes directos de Vaimaca, sino que tienen una relación genética que fue transmitida por herencia materna.

“Los resultados del ADN mitocondrial de Vaimaca terminaron justificando la pertinencia que tenía el análisis. En su momento dijimos que eso era necesario e importante. La prueba apareció después. Fue la primera evidencia clara de continuidad”, apuntó Figueiro a El País.

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Tumba de Vaimaca Perú en el Panteón Nacional

Lo pendiente.

Dos años después de la repatriación, los descendientes de los charrúas lograron que el Parlamento promulgara la Ley Nº 17.767 que prohibía los estudios científicos. Gil recordó que faltó un voto para que fuese unánime y consiguió materializar el deseo de los descendientes de que el cacique descansara en paz.

Para López Mazz fue una norma “oscurantista” y afirmó: “Que no se pudiera hacer un estudio de ADN sobre el único esqueleto identificado como charrúa propiamente dicho me parece que es una deuda científica”.

En ese momento, Sans y Figueiro tuvieron que suspender todos los estudios. Si bien la experta consultó con abogados, le asesoraron que era mejor no continuar dado el derrotero judicial del tema que ya había pasado por denuncias de vilipendio de cadáveres y profanación de tumbas. “Fue una pena porque no pudimos tener más datos de la única persona charrúa histórica que realmente conocemos lo que hubiese servido para el análisis de la población actual, para reportar mejorar las características, las relaciones de los charrúas con otras poblaciones y más”, comentó.

¿Qué podría investigarse hoy? Se podría probar con un genoma completo (aunque el ADN ya estaba bastante degradado); sí se podría obtener el ADN mitocondrial completo y analizar el cromosoma Y que permitiría conocer el linaje paterno de Vaimaca (el ADN mitocondrial es aquel que se hereda únicamente por vía materna, por lo tanto, solo cuenta una parte de la historia). En 2002 no existía la tecnología para examinar este cromosoma; hoy sí, pero no se cuenta con el sujeto ni con ningún otra referencia prehistórica o histórica. También quedaron pendientes algunas observaciones sobre el esqueleto. Una de ellas es ver si Vaimaca presentaba “dientes en pala”, un rasgo morfológico distintivo de ascendencia indígena. “No la encontramos pero siempre me quedó la duda”, dijo Sans.

A medio descolonizar.

“Somos un país a medio descolonizar; todavía hay mucho prejuicio sobre el indígena”, reflexionó el antropólogo José López Mazz. Y calificó como “silencio brutal” la “invisibilidad” a la que se sometió a la población indígena desde 1831 por lo que no hubo, hasta ahora, un pedido expreso de perdón por parte del Estado uruguayo. Elena Gil, de Adench, dijo: “Cumplimos con nuestro deber de dar sepultura a nuestros ancestros”.

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