El Gran Colisionador de Hadrones ya tiene fecha oficial de puesta en marcha, que será el próximo 11 de septiembre salvo causas de fuerza mayor. Científicos temen la creación de un "agujero negro" que haga desaparecer el planeta Tierra.
Cien metros bajo territorio suizo, cerca de la frontera con Francia, un anillo metálico de 27 kilómetros de diámetro será el protagonista de una misión científica con un objetivo extremadamente ambicioso: determinar cómo surgió la vida en la Tierra. Es el Gran Colisionador de Hadrones, reproducirá un estallido similar al "Big Bang" y tratará de detectar al Santo Grial de la física: el bosón de Higgs, la denominada "partícula de Dios".
Aproximadamente 8.000 millones de dólares fue el costo del "Large Hadron Collider" (Gran Colisionador de Hadrones, LHC por la sigla en inglés), el mayor instrumento científico jamás construido, que emerge como una catedral de cables y acero dispuesta a arrancar los secretos de la creación del universo a partir de este verano boreal, desde un lugar no especificado de la campiña suiza. La operativa comenzó entre julio y agosto; la inauguración oficial será en octubre.
"Es una sensación fantástica, como esperar un bebé que va a nacer, salvo que ha tardado 19 años en vez de nueve meses", comenta entusiasmado Daniel Denegri, responsable del CMS (detector de partículas), aludiendo al tiempo transcurrido desde el origen del proyecto. El CMS es uno de los cuatro experimentos de física de las partículas preparados por el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) dentro del proyecto LHC. En realidad es uno de los cuatro grandes colisionadores de partículas que tratarán de determinar el origen del universo.
¿Cómo se hará? A gran velocidad y a muchísimo frío. A lo largo de ese gigantesco túnel vacío de 27 kilómetros, el LHC lanzará dos haces de protones en direcciones opuestas que correrán a una velocidad equivalente al 99,99% de la velocidad de la luz. Imanes supraconductores no sólo mantendrán el túnel a una temperatura de -271 grados centígrados (sólo 1,8 ºC más que el "cero" absoluto) sino que orientarán los haces uno hacia otro.
Dos haces de protones equivaldrán a dos mil millones de estas partículas. Semejante movimiento generará casi mil millones de colisiones por segundo. Aquí es donde entran a funcionar los cuatro colisionadores ubicados a lo largo del túnel, cuya misión consiste en analizar a cada instante las partículas resultantes del choque de protones. Si a lo largo del túnel, las temperaturas están cerca del cero absoluto, dentro de los colisionadores puede llegar a superar la del Sol. Ese choque de partículas, sostienen los científicos, generará condiciones semejantes a las registradas una mil millonésima de segundo después del Big Bang.
El ya mencionado CMS es uno de los colisionadores. También está el Alice y el LHC-B. Pero el mayor de ellos es el Atlas. Este "monstruo" consiste en un cilindro gigantesco de 25 metros de diámetro por 46 de largo, un peso de siete mil toneladas (casi como la Torre Eiffel), unos inmensos contenedores que contienen hasta 10 mil litros de helio líquido y 3.000 kilómetros de cables. Los cuatro colisionadores competirán por quien capta primero la partícula.
¿Qué tiene de importante la tan mentada "partícula de Dios"? Es que este bosón, bautizado así por el físico británico Peter Higgs en 1964, es fundamental para que se pueda sostener la teoría llamada "Modelo Standard" la que, básicamente, explica el mundo en el que vivimos.
Junto a los quarks y leptones, las partículas más conocidas (electrones, neutrones y protones; estos últimos, los hadrones), aquellas que tuvieron una vida muy corta, y aquellas cuya existencia sólo se sospecha para cerrar la teoría, el bosón de Higgs -una de estas últimas- habría tenido una importancia fundamental para suministrarle masa a los objetos elementales. O sea, el inicio de todo.
Los científicos creen que, si efectivamente se detecta el bosón de Higgs, éste se materializaría dentro del LHC en una de cada diez billones de colisiones, y sólo existiría durante una pequeña fracción de segundo. Los científicos de cada uno de los colisionadores, apelando a las tres mil computadoras instaladas en la sala de informática del CERN, deberán estar atentos a los mil millones de bits de información que provendrán cada segundo desde el infierno dentro del Atlas, el CMS, el Alice y el LHC-B. El colisionador que halle la "partícula de Dios" prácticamente puede festejar a cuenta la obtención del Premio Nobel.
La posibilidad de encontrar al bosón de Higgs no es la única consecuencia que arrojará este experimento. Estas colisiones también podrían crear la "materia oscura", que compone el 96% del universo.
Esta última perspectiva genera preocupación entre aquellos que temen ver desaparecer el planeta en una especie de gran "agujero negro", creado cien metros bajo la frontera franco-suiza. "No hay nada que temer, la cantidad de materia negra generada será infima", señala Sophie Tesauri, de la oficina de prensa del CERN.
Hay números que asombran de este proyecto. No sólo el precio de su presupuesto (del cual dos tercios fue destinado al equipamiento), sino en los recursos humanos: más de 10 mil investigadores de 500 institutos del mundo entero repartido en 34 países tomaron parte. Dentro del CERN, el proyecto logró lo casi imposible: que físicos paquistaníes trabajen codo a codo con los indios, y lo mismo hagan los israelíes con sus colegas palestinos. Otro: en 10 horas de funcionamiento dentro del LHC, está previsto que cada haz de protones recorra el equivalente a 10.000 millones de kilómetros. Eso es lo mismo a hacer el trayecto ida y vuelta entre la Tierra y Neptuno.
La expectativa es mucha y las chances de hallar al elusivo bolsón provocan desvelos a los científicos. Pero lo cierto es que los especialistas no tienen mayor certeza de qué es lo que pueda pasar. "Como nunca se ha hecho un experimento de estas características, no sabemos con lo que nos vamos a encontrar. Intuimos, tenemos una teoría (el Modelo Standard) y vamos a ver si se confirma, pero no sabemos lo que está pasando e intentaremos entenderlo con los datos que obtengamos", señaló el físico alemán Daniel Dobos.
Si aparece la "partícula de Dios", habrá champagne, Nobel y una teoría mundialmente aceptada. Si no, la situación será totalmente distinta. Denegri reconoce que, si no se halla nada "espectacular, será el último de estos proyectos científicos". Otro investigador del CERN, el holandés Herman Ten Kate, quiso aportarle humor a esa posibilidad, citado por el diario El Mundo: "Bueno, tampoco pasará nada, será muy divertido empezar otra vez desde el principio". Ahí tal vez haya que comenzar a pensar en un nuevo origen del universo. Y no pensar en la tremenda fortuna gastada.
En base a https://agaudi.wordpress.com/