Enfermedad del hígado graso no alcohólico afecta más a los hispanos, crece en niños y puede llegar al trasplante

Conocida ahora como enfermedad esteatósica del hígado, esta patología solo muestra síntomas cuando evolucionó a cirrosis, por lo que requiere estar atentos.

Compartir esta noticia
higado

Lo que hasta hace poco se conocía como la enfermedad del hígado graso no alcohólico es la enfermedad hepática crónica más común en el mundo. La prevalencia global es del 30%, va en aumento y los hispanos son los más afectados. A esto se suma que para el 2030 se espera que sea la causa número uno de trasplante de hígado.

Todos estos datos, que preocupan y mucho, han llevado a que recientemente se haya cambiado el nombre de la patología por el de enfermedad esteatósica del hígado (EEH) o hígado graso asociado a una disfunción metabólica. ¿El motivo? Los pacientes asociaban la enfermedad al consumo de alcohol o a la grasa y se puede estar enfermo sin beber alcohol y sin ser gordo.

“Muchos pacientes llegaban a la consulta y cuando les decíamos que tenían enfermedad del hígado graso no alcohólico, respondían: ‘Espere, yo no tomo’ o ‘¿por qué me está diciendo que estoy gordo?’”, cuenta la doctora Blanca Lizaola-Mayo, hepatóloga de trasplante de la Clínica Mayo de Arizona y directora médica de ese centro de trasplante, en un encuentro con periodistas latinoamericanos del que participó El País.

Tres años demoró en cambiarse una nomenclatura que ahora ayuda a estar más alerta sobre una epidemia silenciosa,. “Lamentablemente el hígado no duele”, enfatizó Lizaola-Mayo sobre lo que significa no poder detectar la enfermedad en forma temprana porque no hay síntomas.

“Hay varios factores de riesgo que tenemos que tener en consideración, los más importantes son la resistencia a la insulina, la diabetes y la obesidad. Si sumamos la presión alta, la apnea del sueño y otras comorbilidades relacionadas al metabolismo, aumenta el riesgo de desarrollar EEH”, explicó la especialista. Todos esos factores juntos es lo que se conoce como el síndrome metabólico.

Esto significa que su principal causa no es más la hepatitis C, que ya se puede curar, sino que tiene gran incidencia la forma de vivir y alimentarse del paciente.

“Existe la creencia de que lo único que causa la EEH es la grasa y la realidad es que lo más importante son los carbohidratos. Los carbohidratos son azúcares y cuando se metabolizan se acumulan en el hígado como fructosa y esa fructosa se convierte luego en grasa. Por ejemplo, las bebidas dietéticas que tienen edulcorantes artificiales no elevan la glucosa, pero el tipo de azúcares que usan para endulzar se acumula directamente en el hígado”, detalló la hepatóloga.

Aclaró que hay grasas buenas, como el aceite de oliva, el salmón o los alimentos que ayudan a mejorar el colesterol.

¿Por qué los hispanos son más propensos padecer EEH, sobre todo los mexicanos? Lizaola-Mayo indicó que en Latinoamérica no hay muchos estudios al respecto, pero se sabe que la prevalencia va del 18% al 68%, siendo mayor en los países con mayor presencia de diabetes y obesidad.

“Se cree que los hispanos tenemos mayor riesgo de desarrollar la EEH porque tenemos un polimorfismo genético en el que el gen PNPLA3 –causante de la enfermedad- es más común primero en los mexicanos y de ahí para abajo. Los mexicanos presentan un riesgo del 33% promedio, mientras que en los portorriqueños baja al 18% y en los dominicanos al 16%”, señaló.

Otro dato que preocupa es que la EEH también está aumentando en niños. Actualmente es la enfermedad hepática más frecuente en los niños en los Estados Unidos, afecta aproximadamente a 8 millones de niños y adolescentes. Publicaciones muy recientes establecen que la prevalencia en ellos es del 18%

“Creemos que está relacionado con la falta de ejercicio y actividad física”, sostuvo Lizaola-Mayo. “Tristemente vemos que nuestros niños ya no juegan al aire libre, comen comidas procesadas, toman refrescos y pasan más tiempos mirando la televisión o con los videojuegos”, se lamentó.

Hay que tener presente que si una persona tiene familiares de primer grado (padres, hermanos) con EEH u obesidad, tiene doce veces mayor riesgo de desarrollar hígado graso o síndrome metabólico.

La hepatóloga indicó que la enfermedad afecta más a los hombres y, en el caso de las mujeres, es mayor después de la menopausia. “Las mujeres post menopáusicas progresan mucho más rápido hacia la cirrosis”, informó.

Ilustración en 3D del hígado
Ilustración en 3D del hígado.
Imagen: yodiyim/Getty Images/iStockphoto

Diagnóstico

¿Cómo detectar una enfermedad que no tiene síntomas? Lo primero que se recomienda es que los pacientes que tengan tres o más factores de riesgo de síndrome metabólico o enzimas del hígado elevadas por más de tres meses o que al hacerse un ultrasonido o una tomografía de abdomen presenten signos de hígado graso, se realicen un tamizaje para ver si presentan fibrosis avanzada del hígado.

Hay que saber que existen cuatro etapas diferentes de fibrosis avanzada en el hígado. Las 1, 2 y 3 son reversibles, mientras que la 4 es enfermedad terminal del hígado, lo que se conoce como cirrosis, y ya no es posible revertir el daño, se va a un trasplante.

“Nos empezamos a preocupar cuando los pacientes empiezan a desarrollar o están en el estadio 2”, señaló Lizaola-Mayo. “Hay progresión de un grado a otro cada diez años, sin embargo 20% de los pacientes pueden progresar del estadio 1 al 4 en solo diez años”, agregó.

Para su detección lo primero que se hace es un estudio de sangre. “Hay un score que se inventó hace unos años que hace que simplemente por muestras sanguíneas se pueda detectar si el paciente tiene fibrosis avanzada o no. Si da un resultado indeterminado, el siguiente paso es una elastografía, que es un estudio similar al ultrasonido pero en el que no se ven imágenes”, explicó la especialista.

Advirtió que si bien el ultrasonido ayuda a ver si hay un poco de grasa en el hígado, no es el mejor método porque la detecta recién a partir de un 30% de acumulación.

“Hay que saber que puede haber EEH en pacientes que son flacos, que tienen un índice de masa corporal normal. Hay que tener ojo con eso”, alertó Lizalola-Mayo.

El hecho de que la enfermedad comience a doler cuando ya es demasiado tarde para abordarla, ha determinado que a la clínica lleguen pacientes que tienen EEH desde hace por lo menos 10 o 20 años.

Si ya presentan cirrosis, esta puede ser compensada o descompensada. En la primera, el cuerpo todavía puede lidiar o tratar las deficiencias por el hígado; en la segunda, no.

La cirrosis descompensada se manifiesta con líquido en el abdomen; mucha inflamación en las piernas, en los brazos o en todo el cuerpo; várices en el esófago, y confusión mental.

“La manera de lograr un cambio en todo eso es educando a la población para que nosotros mismos, cuando vayamos a nuestro médico de cabecera, le preguntemos: ‘Doctor, ¿yo tengo que ser chequeado para hígado graso?’”, aconsejó.

hígado22.jpg

Tratamiento

Lo bueno de la EEH es que se puede tratar y revertir siempre y cuando se identifique antes de que llegue a la cirroris.

“El tratamiento consiste en bajar de peso y realmente modificar la manera en que comemos y nos ejercitamos. En general a mis pacientes los hago bajar entre un 7% y un 10% de peso, que es el porcentaje que ayuda a: primero, revertir y quitar la grasa, y segundo, quitar o revertir la fibrosis del hígado”, detalló la especialista.

Añadió que lo que más hace con sus pacientes es hablar sobre un cambio en el estilo de vida.

En cuanto a la cirrosis, el único tratamiento posible es el trasplante (ver recuadro). Lo alentador es lo mucho que ha avanzado el trasplante hepático en los últimos 40 años.

“Es impresionante, tenemos pacientes que reciben un trasplante de hígado y a los tres o cuatro días están fuera del hospital. Los vemos en la clínica dos veces por semana en los primeros 21 días y de ahí los vemos a los cuatro meses, luego al año y finalmente en forma anual. Hay pacientes que llevan 20 años de trasplantados”, señaló Lizaola-Mayo.

La especialista destacó que las dos cosas que más han impactado en el 2023 respecto a la EEH es que todas las organizaciones a nivel mundial adoptaron la nueva nomenclatura de la enfermedad y que aprobaron las recomendaciones de tamizaje y tratamiento.

“Tenemos que ser muy agresivos porque es una enfermedad muy agresiva que progresa y llega a la cirrosis. Mi pasión es crear educación y ayudar a la población hispana a entender que es una patología muy prevalente y que hay que hacer un tamizaje para evitar que siga matando tanta gente”, concluyó Lizaola-Mayo.

Paso a paso

Cómo se encara un trasplante

La doctora Blanca Lizaola-Mayo explicó los pasos que se siguen en Clínica Mayo a la hora de encarar un trasplante de hígado.

“Lo que hacemos es traer al paciente al centro de trasplante y evaluamos si la enfermedad del hígado es compensada o descompensada. Generalmente se debe referir para trasplante cuando tiene enfermedad descompensada”, detalló sobre lo primero que se hace en el proceso.

La manera en que se determina si el paciente necesita un hígado y qué tan urgente es el trasplante, es basándose en el Meld Score, un score que predice la mortalidad en los siguientes 90 días. “Va de 6 a 40 y el paciente tiene beneficio de trasplante cuando su score es 15 o mayor de 15”, indicó la hepatóloga.

Una vez definido el trasplante, se hace una rigurosa evaluación para ver el estado del corazón y los pulmones, si hay algún tipo de cáncer en el cuerpo o si ha sido tratado por cáncer, entre otras cosas.

“En Clínica Mayo una vez por semana se junta todo el centro de trasplante y determinamos si el paciente es buen candidato para trasplante o no”, detalló la especialista.

En cuanto a la vida luego de la operación, el paciente debe tomar medicamentos inmunosupresores para evitar que rechace el hígado. “Hay que saber que estos medicamentos pueden tener efectos adversos, como desarrollar cánceres, diabetes, síondrome metabólico o subir de peso”, alertó.

También hay que tener presente que la EEH puede desarrollarse rápidamente en el hígado nuevo, por lo cual hay que seguirse cuidando.

Especialista

Destacada hepatóloga

La doctora Blanca Lizaola-Mayo es hepatóloga y directora médica del Centro de Trasplantes Hepáticos de la Clínica Mayo de Phoenix, Arizona.

“Somos el centro de trasplante más grande de los Estados Unidos. El año pasado trasplantamos 245 pacientes con hígado”, destacó la especialista.

Es mexicana y por esa razón se define como una apasionada por lograr educar a la población hispana en una enfermedad tan prevalente como la enfermedad esteatósica del hígado (EEH).

doctora hígado graso.jpg
Doctora Blanca Lizaola-Mayo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar