Enfermedad del Hígado Graso No Alcohólico: una epidemia silenciosa que preocupa

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SALUD

La acumulación de grasa en el hígado no produce síntomas y puede derivar en cirrosis, cáncer hepático y hasta un necesario trasplante para salvar la vida. Sedentarismo y obesidad entre las causas.

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"Señora, usted tiene cirrosis”, le dijo el médico a Mary. “Pero si yo nunca tomé alcohol”, respondió sorprendida. “Es por el virus C y por la grasa. No le queda mucha vida; si no es trasplantada cuanto antes se va a morir porque no hay cómo salvar ese hígado. Ya está muy deteriorado”.

La charla entre uno de los mejores gastroenterólogos de San Carlos (Maldonado) y Mary Arellano ocurrió en 2009, luego de varios análisis que esta paciente, hoy 63 años, se realizó después de pasar una semana entera con una fiebre muy alta que no hallaba explicación. Tras una segunda visita a la guardia del hospital, en la que encontraron irregularidades en su hígado, logró ser derivada al mencionado especialista.

Por esa época no se hablaba mucho de la Enfermedad del Hígado Graso No Alcohólico (EHGNA o NAFLD por su sigla en inglés), menos aún cuando ella tenía 28 años y comenzó con una serie de molestias que la llevaron a practicarse varios estudios. Apareció el problema de la grasa en el hígado, pero solo le recomendaron hacer una dieta.

“Yo tenía sobrepeso, comía alimentos con grasa, estaba bastante gordita y sedentaria. Había hecho deporte cuando era más joven, pero a esa edad ya había abandonado. Alcohol nunca tomé”. Lo que Mary cuenta resume bastante bien lo que hay que aclarar cuando se habla de EHGNA: es una enfermedad altamente vinculada al estilo de vida (mala alimentación, falta de ejercicio físico) y que en su forma más grave derive en una cirrosis que nada tiene que ver con el consumo de alcohol.

“La cirrosis es la vía final común de muchas enfermedades hepáticas. Habitualmente la población asocia la cirrosis con el alcohol, pero se puede tener cirrosis o enfermedad hepática crónica avanzada por otras causas”, explicó el médico internista Martín Elizondo, integrante del Programa Nacional de Trasplante Hepático del Uruguay del Hospital Militar.

El especialista apuntó que en los últimos 30 años se ha producido un aumento de la EHGNA debido sobre todo a los cambios en el estilo de vida (sedentarismo, aumento de consumo de alimentos ultraprocesados) y sus consecuencias (obesidad, diabetes). Además se la diagnostica más porque hubo avances de las técnicas imagenológicas y hoy se realizan ecografías en forma más frecuente.

No hay que confundir cirrosis con alcoholismo

Habitualmente la población asocia la cirrosis con el consumo excesivo de alcohol, pero se puede tener cirrosis o enfermedad hepática crónica avanzada por otras causas. Por eso es que en el último tiempo se está tratando de cambiar el nombre a esta enfermedad y que no se llame más Hígado Graso No Alcohólico. “Uno de los planteos es que se denomine Enfermedad Metabólica Hepática o Hígado Graso Metabólico para poder hacer un diagnóstico sacando el tema del consumo, ya que se puede consumir alcohol y además tener la enfermedad”, señaló Elizondo. Tomar alcohol es un agravante.

Ley de alcohol
El consumo de alcohol agrava esta enfermedad, pero no es el causante de cirrosis en este caso. 

Silenciosa.

“La EHGNA es una epidemia silenciosa porque no produce síntomas o los síntomas son muy leves o muy inespecíficos. Algunos dicen que puede llegar a causar un dolor a nivel del hígado, que es el hipocondrio derecho, pero los pacientes pueden tener ese dolor por múltiples causas”, explicó Elizondo.

La mayoría de los pacientes no presenta síntomas, ¿entonces cómo se la detecta? La EHGNA aparece porque el paciente se realizó análisis por algún otro motivo, pero el internista a señaló que hoy se puede hacer screening para esta enfermedad. Eso quiere decir instrumentar un estudio de bajo costo y sin riesgo para una amplia población y así poder llegar a un diagnóstico temprano que permita tratarla a tiempo. Es lo que se hace, por ejemplo, cuando se indica la mamografía para las mujeres mayores de 50 años.

La ecografía abdominal sería la primera opción de estudio. “En las etapas iniciales, uno le palpa el abdomen al paciente y el hígado es de consistencia normal. Puede hacer análisis de sangre y el funcional hepático, que es con lo que vemos si hay inflamación, y también ser normales. Generalmente es en la ecografía que se ve que tiene grasa y eso se informa como esteatosis hepática. A partir de ahí lo que se hace es descartar otras causas para llegar al diagnóstico de EHGNA”, detalló el especialista.

Lo que hay que hacer, entonces, es realizar una serie de análisis para ver si el paciente pertenece al grupo que desarrolla la enfermedad más benigna (80%) o al que derivará en una situación más complicada (20%). A esos análisis se sumó el FibroScan, que es un examen que mide la rigidez hepática de manera no invasiva y determina si hay riesgo de tener fibrosis (cicatrices) avanzada y llegar a la cirrosis. Hay cuatro grados de fibrosis; la cirrosis es el cuarto.

Con algunos pacientes es necesario realizar una biopsia para descartar enfermedades asociadas.

“En un porcentaje importante de pacientes es una enfermedad bastante benigna, no tienen fibrosis, pero tienen otras causas de mortalidad más aumentada. Mueren más de enfermedades cardiovasculares que el resto de la población”, aclaró Elizondo a El País.

Si la EHGNA evoluciona hacia una cirrosis, puede terminar siendo una enfermedad mortal.

No es mortal si se la detecta a tiempo

“Si la EHGNA va hacia la cirrosis puede terminar siendo una enfermedad mortal, lo que no significa que todo el que tenga hígado graso vaya a morir de eso”, aclaró Martín Elizondo. Varían las causas de mortalidad. Si el paciente tiene una fibrosis baja, probablemente su peor pronóstico va a estar vinculado a una enfermedad cardiovascular, por ejemplo, un infarto o un ACV (Ataque Cerebro Vascular). Cuando la enfermedad está muy avanzada, puede llegar a una cirrosis y ahí es igual a las otras cirrosis como vía final de muchas enfermedades. La EHGNA aumenta con la edad.

Dieta
Una dieta saludable es clave para combatir la Enfermedad del Hígado Graso No Alcohólico.

Tratamiento.

El grado de fibrosis determinará el tratamiento a aplicar, aunque es muy poco lo que hay para hacer farmacológicamente. “En primer lugar porque la base de la enfermedad está en la misma base que el resto de otras enfermedades. Si yo no controlo una diabetes, la obesidad o el sobrepeso, no voy a controlar un hígado graso”, explicó Elizondo.

El especialista señaló que “hay dos drogas que se pueden llegar a utilizar, pero no está demostrado que tengan un beneficio significativo como ocurre en la Hepatitis C, que la tratás y la curás; en la EHGNA eso no existe”.

El tratamiento principal se basa en la educación nutricional con una dieta reducida en calorías, además del ejercicio físico y el descenso de peso.

Otro punto que es clave es el enfoque multidisciplinario porque, si bien es una enfermedad del hígado, no involucra solo al hepatólogo o al gastroenterólogo. “Es importante que al paciente lo siga un médico de cabecera porque es necesario que modifique su estilo de vida, pero también que lo atienda una nutricionista, a veces un endocrinólogo, y las licenciadas y auxiliares en enfermería son fundamentales. Si no trabajamos en conjunto, el hígado solo no va a mejorar”, subrayó Elizondo.

El trasplante le salvó la vida y pudo correr una 5K

La prevalencia de la EHGNA aumenta año a año y hoy está presente en un 7% a 12% de las personas adultas del mundo. Se espera que se transforme en la causa principal de trasplante hepático en los próximos años. “La cirrosis puede generar cáncer hepático y esos pacientes pueden terminar trasplantados porque la función del hígado está tan alterada que repercute en su vida diaria”, explicó el internista Martín Elizondo.
Tal fue el caso de Mary Arellano que, cuando el gastroenterólogo le indicó que esa era la única solución para salvar su vida, aún no se hacían trasplantes de hígado en Uruguay. “Empezaron el 14 de julio de 2009 y a mí me trasplantaron en Argentina el 7 de abril, un día después de cumplir 52 años”, contó quien, además, tenía Hepatitis C, la otra causa que condujo a la intervención y que determinó que tuviera que hacer un duro tratamiento. “Estaba segura de que no me iba a morir. Me levantaba y era un esfuerzo tremendo, no podía caminar. Pero me puse en la cabeza hacerlo y empecé de a media cuadra, acompañada por mi hija. A cuatro cuadras tengo una pista de atletismo y habré demorado unos 15 o 20 días en llegar ahí. Un día, a los tres meses, cuando ya estaba terminando el tratamiento, estaba caminando en la pista y sin darme cuenta empecé a correr y no podía parar. No entendía nada”, contó feliz quien terminó corriendo una 5K en Tacuarembó. “Desde ese día no dejo más de moverme, de hacer ejercicio”, agregó con orgullo.

obesidad
El exceso de peso y la vida sedentaria favorecen la acumulación de grasa en el hígado

Factores de riesgo

OBESIDAD.  La ingesta excesiva crónica de calorías y el sedentarismo favorecen la aparición de EHGNA. La prevalencia de la enfermedad entre las poblaciones obesas es de 25% a 30%. En Uruguay no hay estudios al respecto, pero está comprobado que el “estilo de vida occidental” favorece su presencia.

DIABETES TIPO 2. Ser diabético es otro factor de riesgo que puede desembocar en la acumulación anormal de grasa en el hígado. Cuando la diabetes se asocia con la EHGNA los pacientes tienen mayor riesgo de progresión a cirrosis o cáncer de hígado. Este último puede terminar en un trasplante.

SÍNDROME METABÓLICO. Se define como la presencia de al menos tres de las siguientes manifestaciones clínicas: obesidad abdominal, hipertrigliceridemia, hiperlipidemia (refiere a distintos niveles de colesterol), hipertensión arterial y niveles altos de glucosa en ayunas.

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