SEGURIDAD VIAL
Este trastorno causa microsueños que pueden ser fatales al volante al disminuir la atención, la memoria y la coordinación; ¿quiénes tienen más riesgo de padecerlo?
Javier pesa 101 kilos y mide 1,70 metros de altura. Su índice de masa corporal (IMC) es de 34,9. La circunferencia de su cuello es de 47 centímetros, la de su cintura es de 117 centímetros y la de su cadera, 108. Ronca y es hipertenso. Tiene 59 años. Solo con estos números se puede inferir que presenta un riesgo elevado de sufrir el síndrome de apnea del sueño y, si no recibe tratamiento, tiene hasta un riesgo tres veces mayor de sufrir siniestros viales que otros conductores.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño es un importante problema de salud, mucho más común de lo que se suele pensar. Los pacientes sufren durante el sueño episodios en los que las paredes de la faringe bloquean total o parcialmente la entrada y salida del aire. La falta de aire provoca continuos microdespertares que consiguen restablecer la respiración.
El problema radica en que estas personas no consiguen dormir adecuadamente por la noche, por lo que experimentan fuertes episodios de sueño durante el día.
Si Javier pasa ocho horas del día sentado en una computadora, los microsueños, es decir, cuando la persona cae dormida por segundos o minutos, incluso con los ojos abiertos, no representa un riesgo ni para sí mismo ni para los demás.
¿Pero qué sucede si Javier maneja un camión o un ómnibus? Basta una falla atencional de unos pocos segundos para que el vehículo se despiste y pueda acabar en un siniestro.
El Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) ha establecido un protocolo de control y diagnóstico de la apnea del sueño (entre otros trastornos) para los choferes profesionales que son remitidos por las empresas de transporte.
Al ser sometidos a una prueba física y entrevista, los técnicos encontraron que uno de cada cinco trabajadores presenta riesgo elevado de padecer apnea del sueño, un diagnóstico que se confirmó a posteriori en el 90% de los casos.
La prueba que ISEV agregó al psicotécnico consta de dos partes: la obtención de parámetros antropométricos y la entrevista; en algunos casos se suma una instancia de descanso para estudiar su comportamiento durante el sueño.
Se establecen como límites un IMC de 35, una circunferencia de cuello de 43 centímetros, una edad superior a los 50 años y una entrada “clase 3” de aire, es decir, una lengua grande, paladar blanco descendido y amígdalas inflamadas. “Esta persona puede tener un ronquido a la hora de dormir que es posicional ?boca arriba y si está cansado? pero si se suma un cuello extremadamente ancho y un IMC elevado, está favorecida la presencia de la patología”, indicó Leonardo Cardozo, licenciado en neurofisiología clínica.
Y explicó: “La obesidad no se asocia con la severidad de la enfermedad. Pero sí habla de que está presente. Lo que sí se relaciona directamente es la circunferencia de cuello. Cuanta más acumulación de grasa más severa será la patología”.
Otros elementos a tener en cuenta es la presencia de masas o engrosamientos en cuello y cráneo, la mordida y la oclusión, la permeabilidad nasal, la movilidad y desplazamiento de la lengua, la ausencia de dientes, entre otros.
Se entiende que el síndrome de apnea obstructiva del sueño es grave cuando hay una reducción mayor al 90% de la señal respiratoria por periodos mayores a 10 segundos con repetidos episodios durante la noche.
Del estudio del ISEV participaron 650 choferes profesionales. De estos, el 20% presentó riesgo elevado de padecer apnea del sueño. “No quiere decir que no se les dé el carné sino que se los deriva a una consulta con un neumólogo para hacer el tratamiento adecuado o para disminuir los factores de riesgo”, apuntó Cardozo. El trastorno fue luego comprobado en el 90% de los casos. “Era lo esperable viendo la distribución de los factores de riesgo”, afirmó el médico.
De los 650 conductores, el 18% presentaba una circunferencia de cuello superior a 43 centímetros; 35% presentaba sobrepeso y 45%, obesidad. Más de la mitad declaró roncar. De aquellos que recibieron el diagnóstico: 33% tiene un síndrome leve; 35%, moderado; 31%, severo.
Alteraciones a la hora de estar al volante.
Si una persona sufre un síndrome de apnea obstructiva del sueño severa y a pesar de que recibir tratamiento, puede no lograr una completa recuperación. “El mecanismo que hace daño es la falta de oxígeno y si es reiterada a lo largo de la noche y en el tiempo tiene un efecto acumulativo. Esta hipoxia provoca daños en los tejidos y hay tejidos que no logran recuperarse plenamente como el tejido neuronal”, señaló Leonardo Cardozo, licenciado en neurofisiliología clínica.
En casos diagnosticados a tiempo, el uso del CPAP –una máquina que proporciona presión positiva continua en la vía aérea)– mejora el estado del ánimo, permite un mejor descanso y evita la somnoliencia durante el día. Evita que el paladar blando, la úvula y la lengua se desplacen hacia las vías respiratorias, reduce la vibración que crea el sonido de los ronquidos, puede aliviar la hinchazón dentro de la nariz y eliminar la mucosidad de las vías respiratorias. Al usarlo, un conductor profesional aumenta la capacidad de atención en el tránsito. Si este sufre la patología pero no recibe tratamiento también verá afectada su memoria de corto plazo, tiempo de reacción y de anticipación y su coordinación de miembros inferiores y superiores. Todas estas pruebas son realizadas en ISEV. “Estas son algunas de las funciones que se alteran cuando la persona tiene apnea de grado moderado y severo”, apuntó Cardozo.
El Banco de Previsión Social (BPS) otorga una prestación económica para los trabajadores que, según prescripción médica, necesitan un CPAP. En 2019, el director del BPS Ramón Ruiz dijo a Radio Uruguay que se entregaban más de 1.000 de estos dispositivos al año. Tiene un costo de US$ 1.500 pero se otorga en forma gratuita.
Alerta.
Arturo Borges, director del ISEV, emitió una alerta: el síndrome de apnea obstructiva del sueño debe afectar, al menos, al 20% de toda la población de conductores del país.
Y, a su juicio, la prueba de diagnóstico debería ser incluida como obligatoria para todo aquel que quiere sacar por primera vez o renovar la libreta de conducir, sea profesional o amateur.
Él lo ve, principalmente, en las rutas. La mayoría de los despistes y choques frontales se explican por un microsueño del conductor. En el peritaje, los técnicos de ISEV interrogan a la persona y a su pareja sobre la calidad del sueño y encuentran los mismos elementos que llevan los profesionales al laboratorio.
El sueño es un factor de riesgo vital frecuentemente subestimado pero altamente peligroso. Datos epidemiológicos recientes de otros países muestran que la somnolencia está relacionada, directa o indirectamente, con hasta el 30% de los accidentes fatales.
“El choque es un síntoma al que hay que hacerle un diagnóstico para saber sobre la enfermedad que es el herido y el muerto. La misión del investigador es buscar la causa: ¿por qué se fue para afuera de la ruta?, ¿por qué se dio contra un árbol?, ¿por qué volcó?, ¿por qué atropelló? En muchos casos, la causa está vinculada a un trastorno del sueño que padece el individuo”, comentó.
Reglas para una correcta higiene del sueño.
La higiene de sueñoincluye una serie de reglas prácticas muy útiles para conseguir que el descanso nocturno sea suficiente y adecuado. Una de ellas es no cambiar los horarios de sueño. Acostarse y levantarse a la misma hora ayudará a que el sueño se presente a horas predecibles. Hacer ejercicio regularmente se relaciona con un sueño de calidad, pero no debe practicarse pocas horas antes de ir a dormir. No se deben hacer más de 20 o 30 minutos de siesta durante el día. Si la siesta es muy larga el rendimiento disminuye y puede alterarse el sueño nocturno. No se debe consumir bebidas estimulantes después de las 19 horas, ya que sus efectos se pueden prolongar hasta el momento de ir a dormir. Tampoco es recomendable cenar de forma abundante y hay que acostarse como mínimo una hora después. Evitar el consumo de alcohol por la noche porque trae como consecuencia una fragmentación del sueño.