Por Analía Filosi

"Nos pareció que era una buena cosa generar un acuerdo que les permitiera a nuestros clientes tener una asistencia terapéutica en caso de que ellos mismos se dieran cuenta de que tenían algún tipo de relación problemática con el juego”. Así contó a El País, Fernando Pérez Tabó, director de Relaciones Institucionales de Codere en Uruguay –operador del Casino Carrasco–, cómo se gestó la propuesta de ofrecer a los clientes del casinoel nuevo servicio de la Red de Psicólogos del Uruguay.

Desde principios de año, cuando se conmemoró el Día Internacional del Juego Responsable (17 de febrero), está disponible un servicio de call center con respuesta las 24 horas todos los días del año (teléfono 24106737), que deriva el llamado a un especialista en menos de 48 horas.

“Ese es un aspecto importante porque, si bien hay otros servicios en el país, lo que tiene la Red es la inmediatez”, destacó a El País la licenciada en Psicología Estela Guidini, integrante de la Red de Psicólogos del Uruguay. Esta distribuye sus servicios en todo Montevideo y presta atención tanto personal como virtual.

Para Guidini es un gran avance que exista un Día del Juego Responsable porque permite que se aborde un tema del que por lo general prefiere no hablarse. Si bien reconoce que en el último tiempo han surgido campañas como la de la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas en radio, considera que Uruguay tiene un debe en problematizar más el tema.

“Es de las problemáticas que quedan más ocultas muchas veces. Incluso puede haber un jugador y la familia no se entera hasta que la cosa llega a una situación extrema”, alertó la especialista, quien admitió que se han dado casos de llegar a una situación límite como la que el afectado se quite la vida.

“Hace un tiempo un paciente me decía: ‘A veces uno tiene más miedo de vivir que de morir’ porque se levanta ya pensando en jugar y teniendo miedo de lo que puede llegar a hacer”, mencionó como ejemplo.

Guidini explicó que a todos los seres humanos les gusta el juego, desde niños jugamos. Por otro lado, hay cierta propensión al riesgo y a someternos a situaciones de cierta adrenalina. Cuando todo eso se mezcla dentro de lo que se llama juego responsable, se trata de una elección racional y se toma como algo recreativo, un “tentar a la suerte”.

En esos casos, cuando la persona ve que no resulta, se retira. “El asunto está cuando eso no lo podemos controlar y cuando empieza a afectar nuestra vida”, acotó la especialista.

Comienza a aparecer entonces lo que se llama “juego problemático”, que es cuando la persona empieza a tener ciertas dificultades, se da cuenta de que está apostando más de lo que necesita, pero aún tiene posibilidades de frenar ese comportamiento y solicitar un tratamiento.

Finalmente, cuando ya no hay forma de controlar el comportamiento hablamos de ludopatía, que es una adicción y, como tal, presenta distintos grados.

Tanto el Manual de Psiquiatría como la Organización Mundial de la Salud definen a la ludopatía como un trastorno mental que se caracteriza por la adicción al juego de azar y una necesidad compulsiva por apostar.

“Hay una alteración progresiva del comportamiento de la persona hacia el juego donde se va repitiendo un patrón de conducta”, señaló Guidini.

Agregó que la particularidad es que se afecta mucho el control de los impulsos. “La persona pasa de una sensación que puede ser placentera inmediata, que es la sensación de jugar, de riesgo, a la sensación de que puede controlarlo, pero después se da cuenta de que ya no puede. El juego termina controlando a la persona”.

Hablamos de ludopatía cuando ya no se puede controlar ese impulso y la persona necesita apostar cada vez más, independientemente de las consecuencias. Además, el juego se va tornando algo central en su vida y eso termina afectando su salud, su actividad laboral y su entorno familiar.

Foto: CANVA.

“Por ser un problema de control de impulsos, cuando la persona llega a un nivel de ludopatía es difícil que pueda salir por sí misma. Por eso es importante el apoyo profesional y multidisciplinario”, destacó Guidini.

También es importante involucrar al entorno, como puede ser la familia, la pareja o quien sea que esté en contacto habitual con el afectado.

“Una de las cosas que pasa es que el jugador se mete en deudas y alguien de la familia las paga. Es lo peor que puede hacer porque le genera ese sentimiento de invulnerabilidad y de que alguien lo va a salvar”, expuso a modo de ejemplo.

Guidini aclaró que “no es lo mismo la ludopatía para Juan que para Pedro; cada uno se enmarca dentro de una historia personal, de un contexto familiar y de las características de su personalidad”. Por lo tanto cada tratamiento es distinto según el paciente.

El acuerdo de la Red de Psicólogos del Uruguay con Codere también abarca a los empleados del Casino Carrasco. Además incluye los servicios de la Red con un descuento del 60% del arancel fijado por la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay. “Eso hace mucho más accesible la atención pensando en que puede haber distintos perfiles de jugadores y en algunos casos es justamente el aspecto económico lo que está afectando su vida”, apuntó Guidini.

El acuerdo forma parte del Programa de Juego Responsable con el que cuenta Codere y que se basa en tres pilares (ver recuadro).

“A nivel internacional se ha visto que también el trastorno del juego puede estar en los funcionarios debido a que están todo el día sometidos a este estímulo y pueden tener la tentación también”, indicó Guidini.

De todas formas la especialista aclaró que la atención no se limita a problemas con el juego, sino que engloba otras situaciones por las que se quiera consultar. Incluso pueden tratarse familiares de los funcionarios.

En todos los casos remarcó que “es importante que la persona se quede tranquila respecto a la reserva con la que se trabaja, porque hay cierto temor en ese sentido”.

En cuanto al casino, maneja además otra herramienta que es la lista de autoexclusión. Se trata de un mecanismo por el cual el cliente que siente que tiene un problema con el juego, se dirige al casino con un testigo y llena una solicitud para que se le impida el ingreso a las salas. Esa autoexclusión puede ser permanente o temporal y hasta ser revocada. Para esto último se requiere de una certificación sanitaria que asegure que la persona ya está en condiciones de jugar sin ningún tipo de riesgo.

Al momento de publicar esta nota había 94 personas en la lista; el Casino Carrasco recibe un promedio de 900 visitas por día.

En lo que respecta al juego responsable, Fernández Tabó destacó que lo que el casino quiere transmitir a la población es que “queremos que la gente venga a nuestras salas a entretenerse. A veces resulta difícil para quienes no están en estos temas ver al casino o al juego como un entretenimiento. Nosotros queremos que se vea así y no como una fábrica de personas que vienen a iniciar un trámite que desemboca en una enfermedad. Por eso buscamos prevenir la enfermedad con este tipo de iniciativas; queremos evitar que la gente se enferme”.