Falleció Lidia Cantú, embrióloga en tratamientos de fertilidad que llevaron a que nacieran más de 3.000 niños uruguayos

La médica fue, además, referente en la región e impulsora clave de la Ley de Reproducción Asistida que permitió el acceso universal a las técnicas en el país

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Lidia Cantú, referente en Uruguay en reproducción asistida.
Lidia Cantú, referente en Uruguay en reproducción asistida.
Cedida a El País

Hay quienes que pasan por la vida de otros unos pocos instantes, pero su huella es tan profunda que transforman esa vida para siempre. Lidia Cantú fue una de esas personas, pero no una más. Su trabajo como embrióloga estuvo involucrado en el tratamiento de fertilidad y el nacimiento de más de 3.000 niños uruguayos. Falleció este martes 6 de agosto, y las redes sociales se llenaron de fotografías de pequeños de todo el país cuyos padres querían, necesitaban, homenajearla.

Se ve a Lola sonriente —“el regalo más grande que sale de tus manos sabias y amorosas, llevate contigo una mochila llena de besos”—, a Romi con su gorro y su campera rosada, a Juli y su árbol de Navidad, a Gerónimo en la playa —“intervino Lidia con su calidez, humanidad y profesionalismo—, a Dylan en Piriápolis —“una gran profesional y un maravilloso ser”—, a Lolo en el festejo de su cumpleaños —“Lolo es gracias a la Dra. Cantú”—, a Milagros —“una doctora amable, cálida, que te da esperanzas en el momento justo”—, a Belén ya veinteañera —“nos dio la posibilidad de ser eternamente felices, es y será una hacedora de sueños”—. Y hay más y más posteos, muchos de ellos impulsados por la Fundación Dar a Luz, que convocó a ese tributo.

Un tributo que tiene relación con una profesional que se distinguía en lo técnico tanto como en lo humano. Cálida, precisa, solvente, generosa, de convicciones firmes, luchadora, formadora de equipos, exigente, inspiradora, visionaria, querida, justa, madre, amiga, dicen sus colegas más allegados. Sabía explicar lo complejo de modo simple, recuerda un paciente, tenía esa empatía tan necesaria para tratar con personas a veces muy desgastadas tras años de intentar ser madres o padres, señala otra, daba confianza pero no falsas expectativas.

“Hablar de Lidia hay que hablar de la persona, una persona muy humilde en su trayectoria desde su nacimiento, de su familia, de su impulso para tener todo, una gran luchadora con hijas chicas a su mando desde muy temprana edad, las sacó adelante a ellas. Trabajó de mañana, de guardia, de noche, y fue llegando a lo que quería, dedicarse a la reproducción”, dice el ginecólogo Gerardo Bossano, director médico del Centro de Esterilidad Montevideo (CEM), quien define a Lidia como el “alma mater” de esa institución. “Fue mi amiga, fue mi hermana que no tuve”, agrega con emoción.

Lidia Cantú, en el centro de la imagen, con parte de su equipo.
Lidia Cantú, en el centro de la imagen, con parte de su equipo.
Cedida a El País.

En lo formal, Lidia Cantú obtuvo el título de doctora en Medicina y de directora de Laboratorio de Reproducción Asistida. A comienzos de la década del 90 se integró al Laboratorio de Embriología del CEM, del que estaba al frente el doctor Roberto García, quien fue clave en su formación y partió a radicarse pocos años después a Estados Unidos. Fue Lidia quien desde 1993 pasó a dirigirlo. En ese momento habían nacido por técnicas realizadas allí cuatro niños, hoy son más de 3.000 dice la médica Marisa Dellepiane, ginecóloga especialista en medicina reproductiva, también integrante del equipo de ese centro.

La palabra “única” aparece una y otra vez entre quienes conocieron a Lidia para definirla. Por su capacidad de trabajo -—hasta los últimos meses participó en reuniones, recuerda Bossano—, por lo querida entre colegas y pacientes, por su amplitud en el desarrollo de ideas, por su visión de futuro, por su capacidad de delegar y de transmitir conocimientos.

“Lidia lo dio todo por la reproducción asistida en Uruguay con una capacidad inigualable, fuerza y determinación que puso a Uruguay en igualdad de condiciones que el mundo desarrollado para hacer fertilización in vitro”, comenta Dellepiane, quien la recuerda como una mujer “con ideas, generosa al compartir el saber, formadora de equipos, liderando donde estuviera. Todos los que compartimos con ella solo podemos agradecer a la vida el haberla tenido cerca”.

La visión de Lidia iba mucho más allá del laboratorio que dirigía. Fue presidenta de la Sociedad Uruguaya de Reproducción Humana (SURH) y desde allí, junto con sus compañeros, participó activamente para la aprobación de la ley de Reproducción Asistida y asesoró al Ministerio de Salud Pública en su elaboración. “Puso intelecto, esfuerzo y convicción para que todas las mujeres pudieran tener derecho a los tratamientos no importando su condición social”, afirma Jimena Alciaturi, embrióloga clínica del laboratorio del CEM. Actualmente Lidia también dirigía el laboratorio ReproVita Lab & Biobank.

“Conocí a Lidia hace 18 años cuando yo apenas era una estudiante de Biología y realizaba una pasantía en la sección andrología del laboratorio Fertilab. Nunca pensé que alguien me iba a cambiar tanto la vida. Fue ella quien me enseñó y me transmitió la pasión y el entusiasmo por esta disciplina”, señala.

Lidia fue exdirectora de la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida (Redlara) Región Sur, un espacio donde brilló. Dio charlas, organizó congresos, fue tutora de futuros embriólogos y generó redes de conocimientos de colegas y centros de la región. “Desde su trabajo cambió para bien la vida de innumerables familias que la recuerdan y agradecen con mucho cariño el haber logrado su proyecto de tener una familia”, comenta Alciaturi. Y le seguirán agradeciendo por mucho tiempo más, dice Dellepiane: “Dentro de diez años todavía van a estar naciendo niños en los que va a estar su legado y su trabajo”.

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