Valeria Castro Valencia, EL TIEMPO (GDA)
Las predicciones sobre el fin del mundo no se encuentran reservadas para los videntes, psíquicos y adivinos. Para William Poundstone, autor estadounidense de "El cálculo del fin del mundo", algunas de las respuestas podrían estar en una ecuación matemática.
La simple idea de que las predicciones sobre la destrucción de la humanidad pudieran tener conexión con números y no con hechos comprobables resultaba, al comienzo, absurda para Poundstone, quien ha adquirido popularidad tanto por sus textos de divulgación científica como por su escepticismo.
Lo que un inicio parecía imposible, terminó por llenar las páginas de su último libro y todo gracias a Richard Gott III, “uno de varios académicos que formularon de forma independiente el argumento del fin del mundo en las últimas décadas del siglo XX”, señaló Poundstone para el medio estadounidense Vox.
Richard Gott, la inspiración detrás de la ecuación del fin del mundo
Para llegar a obtener una fecha exacta sobre el fin del mundo, Poundstone tomó como punto de partida el método que Richard Gott utilizó para predecir la caída del Muro de Berlín.
Gott, quien en 1969 era un estudiante de física recién egresado de Harvard, señaló que la duración de la pared de hormigón sería entre un tercio y tres veces más que su vida útil. Dado que había sido construido hacía ocho años atrás, concluyó con un 50 por ciento de confianza que permanecería en pie otros tres a 24 años.
“La idea de Gott fue que conocer la duración pasada del muro da una pista sobre su duración futura. Para un turista al azar, es probable que esa duración pasada sea una fracción sustancial de la existencia pasada y futura del muro. Esto permite una estimación del orden de magnitud de la duración futura”, detalla Poundstone en el artículo mencionado anteriormente.
Para entender el razonamiento de Gott es necesario imaginar una línea del tiempo de 0 a 100%. Si, por ejemplo, una persona visitó el muro cuando aún estaba en un 25% en términos de duración, el futuro del muro sería tres veces más largo que su pasado. En este caso, un 75%.
Tal y como había sentenciado Gott, la demolición del Muro de Berlín comenzó 21 años después y fue tal su repercusión en el campo científico que tuvo la oportunidad de publicar su método en la revista Nature en 1993. Este, por supuesto, no estuvo exento de críticas.
La teoría fue puesta en duda por varios expertos, como es el caso del bioestadístico Steven Goodman, pero también recibió reconocimiento y elogios por parte de medios como The New York Times y The New Yorker, y más recientemente del autor William Poundstone.
¿Cómo funciona, entonces, la ecuación del fin del mundo?
Según él mismo explica, el método de Gott no es más que una aplicación del principio copernicano que puede ser utilizado también para pronosticar la fecha del fin del mundo. Para ello, lo que hizo Poundstone fue cambiar el marcador de tiempo por vidas humanas, en vez de años.
En palabras del autor: “Los demógrafos han estimado el número total de personas que alguna vez vivieron en alrededor de 100.000 millones. Actualmente, alrededor de 130 millones de personas nacen cada año. A ese ritmo, se necesitarían solo unos 760 años para que nacieran otros 100.000 millones de personas más”.
En esa línea, el experto señala que existe un 50% de probabilidades de que los humanos se extingan dentro de unos 760 años, así como se tiene exactamente la misma posibilidad de que sobrevivan. Esta predicción podría sufrir cambios como consecuencia de la disminución de la natalidad, por ejemplo.
Una de las críticas más fuertes al método de Gott está relacionada con el mal uso del principio de la indiferencia, por medio del cual se establece que, ante el desconocimiento del resultado, deben asignarse las mismas posibilidades. Otra objeción tiene que ver con la suposición de autoindicación.
Poundstone lo explica de la siguiente manera en Vox: "Digamos que estoy tratando de decidir entre la hipótesis (1), que dice que 200.000 millones de humanos nacerán antes del día del juicio final, y (2), que dice que 200 billones de humanos están destinados a existir".
"Entonces puedes hacer el caso metafísico: ‘Soy un ser humano único. La probabilidad de que yo exista es 1.000 veces mayor con (2) que con (1). Eso me da razones para pensar que (2) es más probable que sea correcto’”, añadió.
El autor llegó a aceptar la ecuación del fin del mundo luego de reconocer que los humanos no se encuentran en un punto aleatorio de la existencia humana.