La fototerapia es un tratamiento que se recomienda para varias enfermedades de la piel, entre ellas psoriasis, vitíligo, dermatitis atópica, eccema, prurigos, pruritos y papulosis linfomatoide. Son patologías bastante frecuentes, pero hay un problema: las instituciones mutuales no están obligadas a ofrecer esta terapia porque no está incluida en el Plan Integral de Atención en Salud (PIAS).
Este es uno de los tantos temas que preocupan a la Sociedad de Dermatología del Uruguay (SDU), que no se ha quedado quieta y desde hace unos años viene golpeando la puerta tanto del Ministerio de Salud Pública (MSP) como del Parlamento para encontrar soluciones.
Utilidad
La fototerapia es un tipo de tratamiento que basa su acción en la luz ultravioleta. Se comenzó a aplicar cuando los médicos se dieron cuenta de que quienes, por ejemplo, padecían psoriasis o dermatitis atópica mejoraban en verano. Se investigó por qué y se descubrió que la luz ultravioleta era la respuesta.
Se sabe que recibimos luz ultravioleta en forma natural del sol, en un espectro amplio según la longitud de onda de la que se hable. “En la superficie terrestre recibimos ultravioleta A y ultravioleta B; no recibimos por suerte ultravioleta C, que es la que nos haría daño”, explicó a El País, Mercedes Laporte, dermatóloga especialista en fototerapia y responsable de la Unidad de Fototerapia del Hospital Británico junto a la doctora Claudia Guebenlian.
La fototerapia es un tratamiento que se utiliza desde hace más de 40 años y que, como toda terapia, fue cambiando a lo largo de los años gracias a los avances de la tecnología, que ha permitido tratamientos más seguros y más específicos.
“Hoy por hoy se divide en ultravioleta B de banda angosta; ultravioleta B de banda ancha, que prácticamente ya no se usa más en el mundo, fue sustituido por el de banda angosta, y ultravioleta A”, indicó Laporte.
Lo más utilizado es ultravioleta B de banda angosta porque es bastante más segura y no requiere, a diferencia del ultravioleta A, tomar dos horas antes un comprimido llamado psoraleno para sensibilizar nuestra piel a la radiación.
“La terapia con ultravioleta A y psoraleno, denominada UVA, hoy en día se deja para algunas patologías como el linfoma cutáneo, que se llama micosis fungoide y afecta los linfocitos de la piel”, detalló la especialista a El País.
La fototerapia, por tanto, es una posibilidad que “está en el arsenal terapéutico del dermatólogo”, como señaló Laporte.
“De ahí a poder usarlo es según las condiciones que a nosotros se nos planteen en los distintos lugares en los que trabajamos”, agregó.
Y es allí donde aparecen los problemas. Como no es una terapia incluida en el PIAS, no es obligación que las mutualistas la ofrezcan y, si lo hacen, tienen la libertad de cobrar lo que quieran por ella.
Según Laporte, la gran mayoría no la ofrece, lo que obliga al paciente a hacerla en forma particular y asumir los costos.
Discusión
La pregunta que suele surgir entre quienes deben decidir si incluir la fototerapia dentro de las prestaciones básicas es si es el único tratamiento posible.
La respuesta es no; para la psoriasis, el vitíligo y la dermatitis atópica hay otras opciones, pero el problema es que algunas de ellas tienen efectos secundarios que pueden comprometer la inmunidad de la persona.
Para lo que no hay alternativas es para la micosis fungoide, que es un tipo de cáncer de piel que para sus primeras etapas la fototerapia es el primer eslabón del tratamiento, la primera opción.
“Estamos hablando de una enfermedad que, dejada evolucionar, puede afectar otros órganos. Puede ir a la médula, puede generar manifestaciones extracutáneas como ganglionares medulares y, por supuesto, dejada a su libre evolución determinar la muerte de la persona”, advirtió Laporte.
¿Entonces el problema es económico? ¿Es una terapia costosa? “Todo depende de los parámetros de lo que llamamos costoso”, aclaró.
En el caso de la psoriasis, por ejemplo, que es una enfermedad frecuente, si se compara con otros tratamientos la fototerapia es un tratamiento de bajo costo. ¿Por qué? “Porque los tratamientos tópicos, que son las cremas con corticoides, vienen en tubos de 20 gramos que cuestan entre $ 400 –ticket mutual o de un seguro– y $ 800 si la persona lo compra en farmacia. Si lo debe aplicar en brazos y piernas, ese tubo le dura máximo dos o tres días. Una sesión de fototerapia anda alrededor de los $ 500 si el paciente la paga particular”, explicó.
Hay que tener presente que en la fototerapia hay una etapa para mejorar los síntomas y otra para mantener esa mejoría. En general se indican tres sesiones por semana, pero todo va a depender de la patología a tratar. Una psoriasis moderada a severa requerirá unos 4 o 5 meses de tratamiento; el vitíligo puede demandar un año y la micosis fungoide requiere de sesiones hasta lograr la remisión de la enfermedad.
Por eso es que hay personas que lo pueden costear y otras que no.
“Otro aspecto importante es que al no estar incluido en el PIAS no es un tratamiento presente en todos los departamentos del país, hay pocos departamentos con centros de fototerapia. Entonces la persona debe viajar al centro más próximo, lo cual implica perder días laborales y gastar en traslado”, alertó Laporte.
Actualmente poseen centro de fototerapia Salto y Mercedes (a nivel privado), Maldonado y Montevideo. Rivera tiene un aparato que no estaba funcionando por falta de técnico.
Situación actual
Teniendo presente toda esta información la pregunta que surge es por qué la fototerapia no está incluida en el PIAS.
La SUD viene trabajando en el tema desde 2019, en que por primera vez presentó a la Junta Nacional de Salud (JUNASA) del MSP un protocolo de tratamientos.
“Se presenta la necesidad de que el tratamiento esté incluido en las prestaciones y los técnicos lo que tenemos que hacer es protocolizarlo, es decir presentar todos los argumentos que avalen la necesidad sugerida”, explicó Laporte, que además es miembro de la Comisión Directiva de la SUD.
En el tema de la fototerapia la protocolización estuvo en manos de la propia Laporte y el doctor Martín Esteche, que se dedica a la parte epidemiológica. Lo realizaron en el Hospital de Clínicas.
El expediente ingresó a la Dirección Nacional de Salud (DIGESA), como tantos otros, y allí quedó. “Insistimos varias veces, solicitamos reuniones”, acotó Laporte.
En marzo de 2020 se produjo el cambio de gobierno y la SUD decidió comenzar de nuevo con las gestiones. “En enero fue nuestra primera reunión con la JUNASA. Fuimos con la doctora Guebenlian con la esperanza de que con el cambio de los gestores políticos se pudiera avanzar”, recordó la dermatóloga.
El problema fue que el 13 de marzo llegó la pandemia al Uruguay y los profesionales entendieron que las necesidades eran otras, así que interrumpieron las acciones.
“En 2021 hubo algunos contactos telefónicos sin frutos. En 2022 consideramos que la situación de la pandemia ya podía dar lugar a otras necesidades y estuvimos en contacto con el ese momento director de la DIGESA, el doctor Miguel Asqueta, hasta que fue cesado, en diciembre de 2022”, comentó Laporte.
El tema se volvió a estancar.
En abril de 2023 asumió la contadora Alicia Rossi como presidenta de la JUNASA y la SUD mantuvo algunos contactos con ella.
“Tuvimos una reunión, nos recibió amablemente, pero en los hechos el expediente sigue en DIGESA, supuestamente con otros expedientes y con otras solicitudes de ingreso al PIAS aún sin ninguna concreción”, resumió la especialista.
Por otro lado está la gestión que la SUD ha realizado a nivel legislativo para la aprobación de una ley de cáncer de piel.
“Este proyecto tiene varios puntos, como el control clínico, la consulta de prevención, la necesidad de hacer controles a través del mapeo de lunares y la dermatoscopía, la educación, las medidas laborales o la necesidad de sacarle el IVA a los protectores solares, entre muchas otras cosas”, explicó Laporte.
El proyecto ya pasó por Cámara de Senadores y ahora se encuentra en Diputados. Fue presentado por primera vez en la Comisión de Salud de la Cámara Alta en 2022 y ahí quedó. En 2023 el tema llegó a Diputados gracias al legislador del Frente Amplio por el departamento de Soriano Enzo Malán, que presentó un proyecto en cuya redacción intervinieron las dermatólogas de la SUD Sofía Nicoletti y Alejandra Larre Borges. El mismo está a la espera de ser aprobado.
“A veces los esfuerzos desde instituciones como la SUD no es que no sean tomados en cuenta, pero tal vez no tienen gran difusión y eso hace que la fuerza no sea suficiente para entender la importancia de los temas. Nosotros tenemos el convencimiento de que son importantes. Además, en la relación costo-beneficio solo es ponerse a hacer números y convencerse de que la fototerapia sin duda vale la pena, más allá de que nuestro primer objetivo como médicos es siempre la salud de las personas”, concluyó Laporte.
Tratamiento largo, pero efectivo
La fototerapia consiste en el tratamiento de diferentes enfermedades dermatológicas inflamatorias y neoplásicas (micosis fungoide) de la piel mediante la radiación ultravioleta, que tiene principalmente una acción antiinflamatoria.
El tratamiento no requiere preparación previa y no interfiere en la vida habitual de la persona. Se administra generalmente de 2 a 3 sesiones por semana, dependiendo de la indicación médica.