CIENCIA
Proyecto de un panel solar a bajo costo ubicado en la Base Artigas demostró resultados pero no puede continuar sin financiamiento
"Luego de 19 meses instalado en la Base Artigas, volvió a su casa en el Laboratorio de Biomateriales de la Facultad de Ciencias KD12 (que) produce energía eléctrica a partir de pigmentos de la flor del ceibo. Sin financiación, este proyecto no podrá seguir”, tuiteó hace unos días Fernanda Cerdá, doctora en química y responsable de la investigación del uso de pigmentos naturales para producir celdas fotovoltaicas de bajo costo.
Cerdá hacía referencia a los recortes presupuestales en la Agencia Nacional de Investigación e Innovación(ANII) y a la falta de otros apoyos económicos. Por ese motivo, la celda solar que recibe el nombre técnico de Grätzel, que funciona a partir de flores del árbol nacional, no podrá continuar con el segundo paso: la construcción de un panel de, al menos, un metro cuadrado.
Luego de 19 meses instalado en la Base Artigas, volvió a su casa en @LBiomateriales de @FcienUdelar KD12 produce energía eléctrica a partir de pigmentos de la flor del ceibo.@AntarticoUY
Sin financiación, este proyecto no podrá seguir @ANIIuy pic.twitter.com/2zbTjB94HX— FerC66 (@C66Fer) March 4, 2021
“Tengo que armar un prototipo para demostrarle al mundo académico que no era mentira lo que decía”, apuntó la experta. Lo que decía es que es una solución eficiente y de bajo costo para la generación de energía tal como se lo demostraron los datos recabados durante esos 19 meses.
Hoy no hay presupuesto para contratar investigadores (estudiantes de posgrado) ni para comprar materiales (algunos deben importarse porque no hay producción nacional).
Las celdas Grätzel son dos cuadrados de vidrio conductor entre los cuales va el pigmento adherido por una capa fina de dióxido de titanio en una pequeña cantidad. El colorante, que puede sintetizarse en un laboratorio o provenir directamente de la naturaleza, cumple la misión de tomar la luz del sol y transformarla en electrones, produciendo así energía eléctrica. El titanio es lo que mantiene al pigmento entre las dos superficies y a la vez atrapa los electrones y los conduce al vidrio.
El pigmento probado en la Base Científica Antártica Artigas en la Isla Jorge provenía de las flores del ceibo.
Una ventaja de las celdas Grätzel que señaló Cerdá es que, a diferencia de los paneles solares tradicionales, son transparentes. Esto quiere decir que pueden colocarse en el interior o formando parte de la arquitectura misma del edificio, por lo que no requieren un área especial. En la base, el equipo estaba cerca de una ventana.
La celda, aun siendo un prototipo pequeño, demostró estabilidad y un funcionamiento ininterrumpido a pesar de pasar por dos inviernos antárticos con pocas horas de luz. “No hubo degradación del pigmento porque (el ambiente) estaba frío; la temperatura lo protegió. Además, estaba adentro del edificio, protegido de las inclemencias del tiempo y siguió produciendo energía. Es toda una cadena más interesante de lo que podía prever cuando lo mandé para allá”, comentó la experta a El País.
Y añadió: “Puedo afirmar tajantemente que durante 19 meses el panel funcionó igual que el primer día. Fluctuó, se apagaba un poquito en invierno, pero siguió generando energía”.
Este dato no es menor puesto que, en comparación con los paneles solares convencionales instalados en la base, la celda Grätzel a base de flores del ceibo no se apagó ni en los días nevados (que particularmente fueron fuertes en junio de 2019). “Necesita muchísima menos luz para funcionar”, indicó Cerdá. El de UTE, en cambio, se apagó totalmente cuando arreció más la nieve, pero el panel del árbol de las flores rojas recibió la luz reflejada por la nieve a través de la ventana que funcionó como espejo.
El pigmento que se necesita para producir una celda Grätzel es muy poco: con no más de dos flores de ceibo se puede obtener una solución de color rojo que alcanza para varios paneles. Es más, no es necesario arrancarlas del árbol; se pueden utilizar las que caen al suelo.
A pesar de los resultados, Cerdá lamenta no tener los recursos necesarios para continuar. “El proyecto ha estado funcionando con amor y no con dinero”, reflexionó sabiendo que también necesita las dos cosas.