ENTREVISTA
El académico sostiene que la pandemia generará oportunidades para quien sepa aprovecharlas. Para eso, sin embargo, será determinante que los líderes ejerzan como tales en estos tiempos turbulentos
Ha-Joon Chang es una rareza en el ambiente. Es una de las mentes más brillantes del mundo, una de las más afables, también. Acumula premios por sus aportes a las ciencias económicas, mientras que sus libros lideran las listas de best sellers. Da clases en la Universidad de Cambridge, pero desafía al statu quo. Y todo, de un modo que se entiende.
La pandemia del nuevo coronavirus, dice, puso contra las cuerdas a Estados Unidos y otros países supuestamente líderes que “fallaron en su liderazgo”. La pandemia, también, “obliga a la innovación” al mismo tiempo que ofrece oportunidades. Y en el caso de América Latina, puede generar nuevos ingresos y replantear su modelo económico, inequitativo y polarizador como pocos en el planeta.
—Transcurridos ya seis meses de pandemia, ¿qué aprendió?
—Que esta es una crisis tan única que nos lleva a replantearnos mucho. Extraigo tres grandes lecciones. La primera, comprender que estamos todos unidos en un destino común. Comprobamos que si no todos están sanos y salvos, nadie lo está, a diferencia de lo que ocurre con otras enfermedades como el cáncer. Incluso varios de los líderes mundiales se han contagiado, al igual que muchos millonarios. Y esta lección muestra la importancia de contar con buenos sistemas de salud y de desempleo. Porque en Estados Unidos y otros países, muchos de los contagios se explican por personas que debieron salir a trabajar a pesar de estar enfermas. Así que esa sería la primera lección: la importancia de contar con buenos sistemas de solidaridad.
—¿Cuál sería la segunda lección?
—El replanteo del verdadero rol del Estado. Tenemos países donde el Estado está pagando hasta el 80% de los salarios de los empleados del sector privado. Si alguien lo hubiera planteado hace meses, la gente se hubiera reído. Ahora los Estados están asumiendo roles inesperados. Alemania expandió su límite de endeudamiento. Corea del Sur, que era tan contraria al estado de bienestar, discute ahora introducir un seguro universal de desempleo. Muchos países están atravesando sus viejos límites, evaluando instrumentar medidas que eran impensables. Esto tendrá una influencia enorme en cómo la economía y la sociedad se reformularán después de la crisis.
Académico y asesor.
Nacido en 1963, en Corea del Sur, estudió Economía en la Universidad de Seúl, para luego completar su maestría y su doctorado en la Universidad de Cambridge. Profesor de Economía del Desarrollo en Cambridge, es uno de los economistas heterodoxos más citados del mundo. Consultor del Banco Mundial, del Banco Europeo de Inversiones y de varias agencias de las Naciones Unidas, también asesoró a gobiernos.
—¿Y la tercera lección?
—Que la gente se ha replanteado qué es lo importante en sus vidas. Lo mismo al nivel de los gobiernos, con Estados Unidos, por ejemplo, estableciendo la categoría de los trabajadores “esenciales”. Quizá algunos no se den cuenta, pero ese es el mayor desafío para una economía de mercado, en la que nadie tiene un valor intrínseco. Si algo es popular en el mercado, entonces sí es valioso, ¿no? Y de allí surge que algunos ganen más que otros o que algunos sean más “importantes” para la sociedad. Ahora estamos cuestionándonos eso.
—Ahora resulta que un trabajador de supermercado es más “valioso” para el Estado que uno de una tienda de Apple.
—¡Exacto! ¡Es un cambio enorme! Por supuesto que dependerá de cuánto dure esto. Porque si no ponemos la pandemia bajo control en dos o tres años habrá aún más cambios, pero si esto se normaliza dentro del próximo año, las cosas volverán a como eran antes. Pero estamos ante una nueva forma de pensar qué es importante en la sociedad. Cuando esto concluya, ¿cómo vamos a abordar a quienes trabajan en el sector de la atención primaria, enfermeros, ambulancieros y otros? En términos económicos, su valor intrínseco es cero, ¡pero nos hemos dado cuenta de que somos incapaces de sobrevivir sin ellos!
—¿Puede esta pandemia resultar una oportunidad para reducir la desigualdad o, por el contrario, agravará lo que ocurre en América Latina o el sudeste asiático?
—La inequidad es un factor clave en esta crisis. Si eres rico tienes más chances de sobrevivir aun si te contagias, entre otros motivos por razones nutricionales y de acceso a la salud. La inequidad está matando mucho más pobres en esta pandemia. Y eso nos lleva otra vez a la necesidad de un sistema más igualitario.
—¿Podría esta situación global convertirse en un inmenso y forzoso experimento de “creación destructiva”, obligándonos a innovar aunque no queramos?
—¡Claro que sí! La pandemia ya está obligando a los países a encontrar nuevas formas de producción y de administrar las sociedades y hay países donde incluso están diseñando nuevas formas de educar. Es una suerte de “innovación forzada”, donde la situación requiere nuevas cosas y algunos países lo perciben como nuevas oportunidades. Etiopía, por ejemplo, que con un PBI por debajo de los US$ 1.000 per cápita, convocó a los empresarios para que readaptaran sus fábricas para la producción de equipos de protección sanitaria y reconfiguró los aviones de su aerolínea estatal para el transporte de carga, lo que resultó un muy buen negocio. Así que, aunque sea una crisis muy dura, algunos están ganando dinero. Lo importante es que no repliquemos el modelo anterior, en que la innovación llevó a la polarización.
—¿Puede expandir esa idea?
—No debemos replicar el modelo que nos llevó a esta situación tan inequitativa de las últimas décadas. En el caso de América Latina, la innovación es aún más necesaria porque unos pocos grandes empresarios están ganando muchísimo dinero gracias al “acceso” que tienen, sea a tierras o a mercados cerrados o a licencias del gobierno. La economía en sí se basa en este modelo polarizado entre quienes ganan muchísimo dinero y los que viven vidas muy precarias. Por eso la pandemia pegó tan duro en la región. Porque tienen un sistema informal enorme que obliga a la gente a salir a la calle a ganarse su dinero, diseminando la enfermedad. América Latina ya estaba llegando a un punto peligroso. Y creo que esta es una oportunidad para que la región repiense su modelo económico. Espero que los líderes de la región lo hagan y que los ciudadanos presionen por cambios fundamentales. El continente necesita replantearse su estrategia económica.