Hay más microplásticos de lo pensado en el océano Atlántico

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Contaminación oceánica, un problema a nivel mundial. Foto: Shutterstock

MEDIOAMBIENTE

Estudio encontró hasta 21 millones de toneladas de residuos en los primeros 200 metros de profundidad

Los microplásticos se acumulan en lugares remotos como los océanos. Evaluar los daños ecológicos y ambientales de este material no es tarea fácil, puesto que se necesita un estudio sólido del entorno.

Científicos del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton (Reino Unido) han medido los tres tipos de plásticomás abundantes en la parte superior del océano. Su investigación, que publica la revista Nature Communications, indica que la cantidad de este material contaminante es mucho mayor de lo que se ha calculado hasta ahora.

“Según estudios previos, en los últimos 65 años se han vertido en el océano Atlántico entre 14 y 47 millones de toneladas de basura plástica a granel (de todo tipo). Nosotros detectamos entre 12 y 21 millones de toneladas de solo tres tipos de plástico en un rango de agua del 5% de la superficie del Atlántico (los primeros 200 metros; la profundidad media del Atlántico es de unos 3,7 kilómetros)”, explicó Katsiaryna Pabortsava, que lidera el estudio junto a Richard S. Lampitt.

Para el trabajo de campo, los expertos midieron la contaminación plástica en muestras recogidas en 12 lugares a lo largo de 10.000 kilómetros, de norte a sur del océano Atlántico. Después, evaluaron la abundancia de polietileno, polipropileno y poliestireno, que juntos representan más de la mitad de los desechos plásticos mundiales.

“Salimos a mar abierto en un barco de investigación y cubrimos el trayecto desde el Reino Unido hasta las islas Malvinas. En ese muestreo, nos detuvimos en varios lugares para filtrar un gran volumen de agua de mar y recolectar partículas marinas, incluidos los microplásticos. Luego llevamos esas muestras a nuestro laboratorio para usar espectroscopía de imágenes infrarrojas. De esta forma cuantificamos las concentraciones y caracterizamos los plásticos en esas muestras. Posteriormente, comparamos esta masa con las estimaciones previas sobre la entrada de plástico en el Atlántico desde 1950”, explicó la investigadora a Agencia Sinc.

En cada estación se recolectaron muestras de tres profundidades: 10 metros, de 10 a 30 metros y a 100 metros. Los plásticos se analizaron hasta una resolución de alrededor de 25 micras.

En el océano cercano a la superficie detectaron hasta 7.000 partículas microplásticas de estos tres tipos de polímeros (de 32 a 651 micras de tamaño) por metro cúbico de agua de mar.

Vertidos constantes.

Según las tendencias de desechos plásticos existentes de 1950 a 2015, el océano Atlántico ha recibido una fracción de desechos plásticos globales constante durante 65 años. Los autores del trabajo estimaron que los plásticos en las aguas y sedimentos del Atlántico son de 17 a 47 millones de toneladas.

“Debido a que están presentes en estas altas concentraciones en una capa muy sensible del océano, es muy crítico establecer si causan daños fundamentales al ecosistema marino y al clima actual o si es probable que ocurra en el futuro”, enfatizó Pabortsava.

Cuando la masa de microplásticos de los tres polímeros muestreados se combinó con reservas de plástico marino calculadas previamente, los investigadores encontraron que la masa total podría superar la que se había apreciado desde que se hicieron en 1950 estas estimaciones.

“La contaminación por microplásticos es un tema de gran preocupación social y ambiental porque tiene el potencial de causar daños a la salud de los océanos y, en última instancia, a la salud humana. Es fundamental realizar más estudios para abordar las cuestiones fundamentales de cuánto se suministra al océano, dónde y durante cuánto tiempo permanece. Debemos reciclar y eliminar los desechos de manera adecuada (¡y tener la oportunidad de hacerlo!)”, concluyó.

Los efectos de la ingestión de microplásticos sobre la salud humana todavía son desconocidos. Pero algunos pedazos son lo suficientemente pequeños como para entrar en los tejidos humanos donde pueden desencadenar respuestas inmunes o liberar sustancias tóxicas.

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