CALIDAD DE VIDA
Laura Garré, médica de familia y directora ejecutiva de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, estuvo en el ciclo Calidad de Vida en El País. Mirá el video.
La hipertensión arterial es una enfermedad y un factor de riesgo en sí mismo”, apuntó Laura Garré, médica de familia y directora ejecutiva de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, sobre un desencadenante de las principales causas de muerte y discapacidad en el país. En entrevista en el ciclo Calidad de Vida en El País, la especialista apuntó: “Tanto el accidente cerebrovascular, el infarto cardíaco, las enfermedades renales y la demencia están asociadas a la hipertensión arterial”.
Esta es una enfermedad crónica y progresiva que se caracteriza por tener cifras elevadas de presión arterial, tanto de la presión máxima o sistólica como de la presión mínima o distólica o de ambas (ver recuadro). Pero tiene un aspecto importantísimo: “Es un factor de riesgo controlable”.
El diagnóstico de la hipertensión arterial es clínico. Basta con realizar una medición con un aparato de presión arterial. “Cuando logramos diagnosticar es cuando se puede controlar; no quiere decir que dejamos de ser hipertensos, pero sí podemos evitar los riesgos de complicaciones”, señaló la doctora.
La medición es clave porque la mayoría de las personas no manifiestan síntomas; si lo hacen es cuando ya padecen un rango de alta peligrosidad y se desencadena un evento cardíaco o un ACV.
Ahí está la explicación de por qué se lo llama el “asesino silencioso”: la persona puede estar teniendo hipertensión de manera silente, asintomática, y ya se están generando daños a nivel de diversas arterias, fundamentalmente las arterias que nutren a los órganos nobles, como son el cerebro, el corazón o los riñones.
¿Pero quiénes deben controlarse? Todos. Si la persona no fue diagnosticada con hipertensión arterial y tiene menos de 40 años, Garré recomendó que debe controlarse cada dos o tres años. En el caso de que supere esa edad y presente un factor de riesgo, deberá controlarse todos los años.
Los factores de riesgo son los habituales para otras enfermedades que aquejan a los uruguayos: tabaquismo, consumo de alcohol, sedentarismo, falta de actividad física, sobrepeso u obesidad. En las mujeres se suma el hecho de haber tenido hipertensión arterial durante algún embarazo (este es uno de los eventos adversos más frecuentes durante la gestación; ocurren entre el 7% y el 10% del total de embarazos a nivel mundial, siendo la causa más importante de morbimortalidad materna, fetal y neonatal).
Estos factores de riesgo pueden ser controlados con cambios en el estilo de vida como, por ejemplo, mantener una dieta saludable.
Las comidas
Una buena alimentación y protectora ante la hipertensión arterial debe mantener limitado el consumo de sal.
El valor recomendado es de cinco gramos al día –una cucharadita de té– que son unos 2.000 miligramos de sodio pero, según estudios de la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, el uruguayo come diariamente el doble.
La sal no está solo en el salero. Esa es la agregada y solo cubre la mitad de la sal que se ingiere al día. El resto proviene de los alimentos industrializados y de las comidas prontas o semi prontas. “Cuatro rodajas de un fiambre ya pueden tener la mitad del consumo del día”, apuntó Garré.
Y añadió: “Es importante tener identificados los productos que tienen exceso de sodio y leer el contenido en los envases”. Se debe buscar la información que aparece bajo el nombre de cloruro de sodio o sodio.
El gusto por el sabor salado es una apetencia aprendida y es posible revertirla; el paladar puede tener un reaprendizaje al incorporar nuevos sabores.
Por ejemplo, en la entrevista, Garré aconsejó realzar el sabor de las comidas combinando hierbas y otros alimentos (como albahaca, perejil, tomillo, cebollín, pimentón, romero, jugo de limón, ajo) con verduras, salsas, carnes, cazuelas, ensaladas y pescado. De esta manera se sustituye la sal sin quitarle sabor a los alimentos.