NEGOCIOS
Cuatro testimonios de participantes del programa Sembrando en Cerro Largo; cómo apostaron a crecer en plena pandemia
Pasión. Obsesión. Dedicación. No aflojar. Estos conceptos se repiten en los testimonios de Hugo Pérez, Laura Magallanes, Jorge Ibáñez y Laura Blanco, cuatro emprendedores de Cerro Largo en diferentes áreas pero que han transitado por los mismos estados de ánimo: las ganas y las dudas. Y, ya sea en la venta objetos de decoración personalizados y organización de eventos, propuestas de ecoturismo, venta de pizarrones o fabricación de aceite de oliva, los cuatros tienen el mismo objetivo: sus productos y servicios deben ser de excelente calidad porque, no solo compiten con los locales o con otros uruguayos, compiten con la frontera.
La pandemia por el nuevo coronavirus les ha jugado una mala pasada a todos. Sin ir más lejos, Hugo Pérez y su socia abrieron un local de decoración el 3 de marzo. Y Laura Magallanes dejó de recibir huéspedes.
Pero también fue una oportunidad para detenerse, pensar, reconvertirse y aprender. Ahí entró en juego el programa Sembrando de la Presidencia de la República. De visita en Cerro Largo, los cuatro participaron de los talleres, asesorías y mentorías. Eso les dio nuevas perspectivas. Por ejemplo, para Jorge Ibáñez significó dejar la informalidad para pasarse, primero, a un monotributo, y después a una microempresa; para Laura Blanco, la invitación a que sus productos sean unos de los primeros en llegar a la góndola especial del proyecto en supermercados de Montevideo y Punta del Este. Para todos fue iniciar un 2021 con nuevos planes de crecimiento.
Hugo Pérez: "Aprendí a ser autocrítico y a trabajar con pasión”.
A Hugo Pérez (39) siempre le decían que debía dedicarse a la decoración de eventos al ver lo que hacía en cada cumpleaños de su hija. “Hacía todo lo más grande que podía hacer y trataba de ser original”, contó. Esa dedicación, obsesión por los detalles y pasión por el diseño lo empujó a abrir Altamira, una empresa en la que primero solo se animaba a alquilar y vender objetos para decoración.
Con el tiempo se asoció con Florencia, también emprendedora en Dulces Bocados, y decidieron abrir el primer “local de Melo dedicado pura y exclusivamente a decoraciones de eventos”. La inauguración fue el 3 de marzo de 2020. “La pandemia nos liquidó pero dijimos: vamos a buscar la forma de revertir todo esto y de reinventarnos para no tener que cerrar”, relató.
Así nació Mimos Special Gifts, una apuesta a regalos decorativos personalizados. “Trabajamos con el slogan de que, más que un regalo, es un mimo al corazón”, apuntó. La idea de hacer diseños diferentes para, por ejemplo, tazas para los días festivos fue un éxito. “No hicimos la típica taza que hacen todos, propusimos diseños diferentes, cuidando la presentación y el packaging para que sea llamativo y conquiste. Nos fue espectacular”, agregó.
Un conocido los invitó a participar del programa Sembrando en Cerro Largo, por el que reforzaron conocimientos de marketing y ventas y aprendieron cómo mejorar el negocio. “Aprendimos mucho viendo a expositores que hablaban de los obstáculos que se les presentaron y que a nosotros nos pasaban”, dijo Hugo a El País.
Y, para terminar su historia, relató: “Aprendí a ser autocrítico. Lo que veo en colegas es la falta de compromiso y de confianza. Como emprendedor tengo que estar seguro y confiado y saber que mi producto es el mejor, que es lo que el cliente quiere y necesita, con la mejor calidad posible. Como trabajo con pasión, siempre le pongo un toque diferente a lo que hago”.
Altamira está en Facebook como Altamira UY y en Instragram como @altamira_uy. Mimos Special Gifts está en Facebook como Mimos Special Gifts y en Instagram como @mimos_specialgifts. Para ambos emprendimientos, los interesados pueden comunicarse al WhatsApp 099204060.
Laura Magallanes: “Nuestra motivación es ser amigables con el medioambiente”.
Laura Magallanes vive en el paisaje protegido de Paso Centurión, un lugar que cuenta con más de 260 especies registradas, y como enamorada del paisaje, quería acercar a los demás y enseñarles a valorar y proteger la biodiversidad. Desde 2019 ofrece caminatas por un entorno natural único que, además, suma la posibilidad de disfrutar de comida casera (ovo-lacteo-vegetariana) y alojamiento. Su objetivo es que en 2021 termine de cobrar forma el Tinambú Ecolodge cuando finalice la construcción de tres casas. “Están hechas de barro, madera, techo verde y con procesos lo más amigables con el ambiente posible. Esa es nuestra motivación”, contó.
La pandemia por COVID-19 suspendió la actividad hotelera en la casa principal, pero los paseos guiados para la observación de aves y reconocimiento de flora y fauna nativas siguieron atrayendo visitantes, en particular, de locales. Pero eso cambió al participar del programa Sembrando al que fue invitada por Laura Blanco, propietaria de Olivares Santa Laura. “Aprendimos cómo enfrentar las redes sociales, cómo aprender estrategias para mostrar nuestro producto, cómo captar clientes para nuestros dos negocios: el ecoturismo y los envoltorios ecológicos”, comentó Laura. Se refiere a ApiPaq, una suerte de repasadores hechos de algodón, aceite de jojoba y resina de pino que ella, química de profesión, desarrolló para adherirlos a recipientes para sustituir al nylon film y conservar alimentos. “Vimos que la posibilidad de trabajar con exportaciones a futuro no es algo tan complicado como uno se lo podía imaginar”, agregó.
Por otra parte, Tinambú Ecolodge contará con cuatro habitaciones con una capacidad para cuatro personas cada una. “El alojamiento, las comidas y los paseos guiados son una experiencia completa para esta zona del país”, apuntó. Ya tiene una huerta orgánica y un apiario familiar.
Más información en www.pasocenturion.com.uy, en Instagram (@tinambupasocenturion) y en Facebook (Tinambú Ecolodge - Paso Centurión Tours). El establecimiento está ubicado en Ruta 7 km 439. WhatsApp: 09837242.
Jorge Ibáñez: "Mis hijos saben cómo hacer un pizarrón; changa no les va a faltar”.
“El pizarrón vende, elija el suyo”, dice, justamente, un pizarrón que fabricó Jorge Ibáñez, de 48 años, para atraer clientes a su negocio, la única “casa del pizarrón” de todo el país. La historia comenzó hace casi cinco años cuando Jorge, oriundo de Melo, estaba sin trabajo y decidió poner una parrillada. “No vendí nada de la parrilla pero apareció alguien que compró el pizarrón. Hice otro y lo vendí”, relató.
Así, entre changas de sanitaria, albañilería y electricidad, Jorge empezó a perfeccionar la fabricación: compra la madera, le saca los nudos, le pone protector, la deja orear, la pinta, la vuelve a orear, arma la estructura.
Para arrancar hizo 10. Como no conocía las redes sociales ni tenía un local, los llevó a una doble vía transitada de la ciudad. “Iba a las 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde”, apuntó. La gente empezó a comprar. Le llegaron pedidos de Montevideo, de Punta del Este, de Colonia. Y ahí armó un Facebook.
El año pasado participó de los talleres de Sembrando. “Quería formalizar”, señaló como objetivo de aprendizaje. Con la capacitación, Jorge supo cómo tramitar un monotributo que acaba de dar de baja porque está armando una microempresa. Ahora tiene a algunos ayudantes y debe ponerlos en regla. “Es un negocio rentable; es un negocio viable. Ahora genero trabajo. El tema es mantenerse. Entraron pizarrones por Aceguá y no compitieron con los nuestros”, dijo con orgullo sobre su trabajo que es 100% artesanal.
Su plan a corto plazo es conseguir un vehículo para llevar mercadería. “La recomendación es nuestra garantía de trabajo. Si hacemos un buen producto, se corre el boca a boca y es la mejor publicidad”.
Por la pandemia por coronavirus, Jorge modificó las medidas. Empezó a hacer pizarras más chicas para que los niños y adolescentes tuvieran en su casa para jugar y aprender.
El melense tiene una hija de 26 años que es abogada y un hijo de 17 años. Sobre ellos, comentó: “Si se quedan sin trabajo, saben cómo hacer un pizarrón y una changa no les va a faltar”.
En Facebook está como La Casa del Pizarrón. Su ubicación física es: Avellaneda 158 esquina Cementerio Nuevo a tres cuadras de Ruta 8. Su teléfono es 096321954.
Laura Blanco: “Entrar en un supermercado era algo que nos asustaba”.
“Todo es pasión. Esa es la palabra”, así definió Laura Blanco la historia deOlivares Santa Laura, una empresa familiar que por medio siglo se había dedicado a la actividad agropecuaria cerca de Centurión. En 2012, ella y su esposo Gonzalo Aguirre plantaron los primeros olivos: 14 hectáreas. Al año siguiente, plantaron 24. “Vimos que iba para adelante. Nuestra idea era a largo plazo, para los chicos”, dijo a El País. La siembra siguió creciendo hasta 2016 con variedades como arbequina, coratina, picual y hojiblanca, entre otras. Cuando llegó la hora de la cosecha, un viento fuerte hizo que se perdiera casi toda la producción. Lo poco que se pudo recuperar se transformó en aceite que se procesó en Minas. Y eso no conformó a la pareja. Decidieron, entonces, construir su propia almazara en medio del olivar. “Se tiene que procesar al lado del árbol para que la aceituna no pierda calidad. Y ahí, si, el jugo es extra virgen, bien fresco”, enseñó.
Todo lo aprendieron sobre la marcha, inclusive, realizaron un curso de sommelier en aceite de oliva en la Facultad de Química y cursos sensoriales en España. Allí fueron con un una botellita de su primer aceite que no se animaban a darle a la profesora. Cuando esta lo probó, les dijo que “estaba para un concurso” y los alentó a enviarlo a un certamen en Israel, en el que terminaron ganando un premio. “Agarramos viento en la camiseta”, reconoció Laura.
Aunque pasaron a vender productos en ferias gastronómicas y en la ciudad de Melo, los emprendedores todavía sentían que tenían mucho para aprender, en particular, en el área de marketing digital. Ganaron experiencia y seguridad cuando participaron de las actividades del programa Sembrando en el departamento, tanto que fueron elegidos como uno de los primeros productos en ser ofrecidos en las góndolas especiales que se instalaron en supermercados Disco. “Entrar en un supermercado era algo que nos asustaba; era un paso muy grande. Pero nos sentimos acompañados. Te llena de orgullo y te potencia el hecho de ir en conjunto”, señaló Laura.
Los productos de Olivares Santa Laura pueden ser encontrados en las góndolas de Sembrando en Disco. El establecimiento está en ruta 7 a Centurión kilómetro 9.