Días más largos, noches más cortas y el inicio de un nuevo año que invita a renovarse y hacer algo distinto. El verano tiene eso: nos empuja a explorar y disfrutar de formas que quizás no imaginamos; por ejemplo, durmiendo en un bus antiguo, una lujosa casa del árbol o un vagón de época. Seguí leyendo y conocé tres alojamientos no convencionales en Maldonado y Montevideo.
Buses para viajar en el tiempo
“La gente está sobrecargada de propuestas y acá puede dejar de lado la ansiedad y estar en un lugar diferente”, dijo a El País Marcela Curbelo, creadora de Aiguá Bus. El predio —ubicado en la ruta 109, cerca de la ciudad de Aiguá (Maldonado)— cuenta con dos ómnibus al mejor estilo vintage: Amapola, un Leyland de los años ‘50, y El Alemán, un Mercedes de los años ‘60. Además, esta temporada se suma una casita con baño y cocina exterior.
Curbelo compró el primer bus en 2011 y el segundo poco después. Los reacondicionó y transformó en casas sobre ruedas: cada uno tiene cama doble, sofá, baño con ducha, cocina equipada, heladera y aire acondicionado. Mantienen sus ventanas originales, así que la vista es 360°. “Da la sensación de estar afuera. Las tormentas, por ejemplo, son alucinantes. Adentro está súper protegido y uno está viviendo la tormenta como si estuviera afuera”, contó la emprendedora.
A metros de los buses, este verano Curbelo inaugura “la casa del montecito”, pensado especialmente en poder aceptar grupos más grandes. En cada bus entran hasta tres personas, en la casita dos más y hay un deck que puede adaptarse también para dormir, que compartiría la cocina y el baño con la casita.
El espacio también cuenta con una piscina exterior compartida y senderos con cañadas. A 20 kilómetros se encuentra el Cerro Catedral —el punto más alto de Uruguay con 513,66 metros sobre el nivel del mar— y a la misma distancia están las Grutas de Salamanca. También hay para hacer cabalgatas cerca.
No obstante, Curbelo observa que “la gente, justamente, quiere dejar de hacer”. “El lugar en seguida lleva a uno a estar. Y es que lo que se hace dejando de hacer es impresionante. Pasa un pajarito amarillo, uno lo comenta, el otro responde, y entonces los temas cambian y por un rato uno se conecta con las cosas que están y que no dependen de uno mismo”, destacó.
Y agregó: “Acá uno baja diez cambios, está en presencia constante y descansa la mente un rato”.
Aventura en las alturas
Otra opción para probar algo distinto es hospedarse en una casa del árbol en La Barra, Punta del Este. Treehouse Ecolodge es un emprendimiento de Alfonso López-Castilla y Sara Asencio, un ex empresario uruguayo y una española que ahora viven de forma sostenible y conectados con el entorno natural.
Según contaron a El País, su consumo se basa en reciclar, reutilizar y reducir. Aplican un tratamiento de aguas grises a través del cual devuelven el recurso a la naturaleza y también instalaron techos verdes que funcionan como aislantes naturales ante el frío y el calor, promoviendo la eficiencia energética.
Son tres cabañas, dos solo para parejas y una más grande, para cinco personas. Cada una está situada a tres metros del suelo brindando una vista panorámica en las alturas. Además, la zona es ideal para hacer senderismo, pasear en bicicleta y relajarse en las playas, que no están a más de 10 minutos del lugar.
Noche en tren con vista al río
Un vagón de época convertido en alojamiento boutique en un entorno natural con vista al bosque y al Río de la Plata: eso es Finca Espinillo, el emprendimiento de Silvia Del Arco, quien siempre se interesó por el reciclaje y por darle una segunda vida a objetos antiguos. Tras año y medio de ponerlo a punto, Del Arco inauguró el alojamiento hace cuatro meses y espera con entusiasmo la temporada de verano.
“Está instalado sobre los rieles y durmientes originales… Lo único que le falta es andar”, resaltó la emprendedora en diálogo con El País.
En el vagón entran hasta dos personas y tiene baño con ducha, cocina equipada y un deck y fogón en la parte exterior, donde también hay un tajamar. “Es el único alojamiento de la zona con estas condiciones”, señaló. El lugar invita a descansar y conectar con el entorno natural y hay opciones cerca para hacer cabalgatas y canotaje. También se pueden reservar sesiones de masaje y terapia asistida con caballos.
“Tratamos de fomentar y difundir el oeste de Montevideo, que es un lugar que mucha gente no conoce y es muy lindo, muy natural”, finalizó.
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