RELIGIÓN
Las familias judías se reúnen para celebrar la “fiesta de las luminarias”, la que se prolonga por ocho noches
Uruguay suma este año tres nuevas menorás públicas, totalizando 15 espacios en los que se encienden para celebrar los milagros de Janucá. El mensaje de la “fiesta de las luminarias” es universal para el rabino Mendy Shemtov de Jabad Uruguay: la victoria de la luz contra la oscuridad.
“Janucá es un mensaje de esperanza. Es la oportunidad para disipar la oscuridad, no solo personal o del hogar, sino también del mundo”, dijo a El País.
La Menorá de la Plaza Trouville de Montevideo se iluminará el martes 20 a las 19 horas; y la de la Playa Brava de Punta del Este lo hará el jueves 22 a la misma hora. No obstante, las familias judías encenderán hoy la primera vela de su Menorá al ser la primera noche de Janucá.
El procedimiento tiene sus indicaciones. El candelabro tiene ocho brazos más uno noveno que es el Shamash (vela auxiliar) que se usa para encender las velas. La primera noche se prende la vela del extremo derecho y cada noche se suma otra luz hasta completar las ocho velas en la última noche.
“Se enciende primero la vela del lado derecho. Este simboliza la bondad y el amor. Cuando uno da caridad usa la mano derecha”, explicó Shemtov. Pero a la segunda noche se enciende la que está a la izquierda de la anterior (porque es la “nueva”) y así se hace sucesivamente hacia el extremo derecho hasta completar la Menorá.
La vela Shamash debe ser sostenida con la mano derecha (a menos que la persona sea zurda) mientras recita unas bendiciones; luego se procede a darle fuego.
“Mínimo es una Menorá por hogar pero muchas familias acostumbran a que cada miembro tenga su propio candelabro y velas”, apuntó el rabino.
Además de lo anterior hay que tener en cuenta el momento exacto en el que se enciende cada vela. Esto se debe hacer luego de la caída del sol. El viernes de Janucá se hace distinto: se enciende la Menorá antes del atardecer, antes que las mujeres enciendan las velas de Shabat. Si los otros días hay que asegurarse que cada vela esté encendida al menos media hora; la vela del viernes debe ser más grande para que dure más.
“La costumbre es encender la Menorá en una ventana que dé a la calle o en la puerta de una casa siempre del lado izquierdo al entrar”, precisó Shemtov.
Todo se explica por el mensaje que encierra Janucá: una pequeña vela es suficiente para transformar la oscuridad. “La oscuridad no se espanta con palos y escobas; se espanta con una pequeña llama. Un poquito de luz disipa mucha oscuridad. Y la luz de Janucá tiene la fuerza para iluminar un mundo desordenado, confuso, desigual y de desunión”, dijo el rabino a El País.
Más festejos.
¿Y cómo siguen las celebraciones? La orden es estar con la familia, lo que adquiere una relevancia especial porque este año es hakhel o año de reunión. Según está escrito en la Torá, en el año posterior al de shemitá (año sabático) el pueblo judío se debía juntar en el templo para escuchar al rey leer el texto sagrado. “Hoy en día no se hace porque, pero el concepto es que es un año de reunión”, sostuvo. Así, el 5783 impulsa a “buscar oportunidades en las que podamos unirnos con otros” y Janucá brinda ocho noches de encuentros en los que se deben compartir enseñanzas.
También se comparte la cena. Durante estos ocho días la mesa se llena de alimentos fritos. “Bolas de fraile o hamburguesas de papa rallada fritas”, puso como ejemplo. La tradición indica que la comida debe reflejar el significado de la festividad y en Janucá el aceite es el protagonista del segundo y del tercer milagro. Los platos típicos son las sufganiot (donas) y los latkes (buñuelos de papa), obviamente, fritos.
También es costumbre consumir lácteos para conmemorar a Iehudit, la mujer que llevó a los macabeos a la victoria. Una noche ella le ofreció quesos de cabra salados y vino al general greco-sirio Holofernes, que había sitiado la ciudad de Betulia; cuando este cayó dormido por la borrachera, ella le cortó la cabeza.
Además, hay dos tradiciones de Janucá dedicadas a los niños. Una es la de regalarles dinero (guelt). La palabra hebrea Janucá viene de la misma raíz que la palabra jinuj que significa educación. Y, a juicio de Shemtov, “la educación es lo que madura al niño y lo prepara para la vida”. Se les enseña que parte del dinero recibido en Janucá debe destinarse a la caridad.
La otra costumbre es el Dréidel (en Idish) o Sevivón (en hebreo), un juego que consiste en una perinola y que, según como caiga, los participantes se llevan un pozo de monedas, caramelos o fichas. La tradición proviene de los niños que se ocultaban en los bosques para estudiar la Torá durante los años de dominio del emperador greco-sirio Antíoco Epífanes. Si aparecían los soldados griegos, ocultaban los rollos y se ponían a jugar.
La historia de Antiocus contra los macabeos.
La Tierra de Israel se encontraba bajo el dominio del emperador griego Antiocus, quien emitió numerosos decretos para obligar al pueblo judío a seguir la filosofía y el culto idolatra griego. Prohibió el estudio de la Torá, la observancia de las mitzvot y profanó el Santo Templo de Jerusalén. Un pequeño grupo de judíos emprendió la guerra contra los poderosos ejércitos griegos y los expulsó de la tierra. Cuando recuperaron el Santo Templo, el 25 de Kislev, quisieron encender la Menorá, pero descubrieron que los griegos habían impurificado casi todo el aceite puro; solo encontraron fue una pequeña vasija de aceite, suficiente para iluminar una noche. Milagrosamente, el aceite duró ocho días y noches.