HISTORIAS
Le amputaron una pierna por un cáncer de huesos, pero eso no le impidió hacer deporte ni enseñarlo a otros. Actualmente reparte su año entre el Principado de Andorra y Las Leñas (Argentina).
"Mi nombre es Joaquín Ponce de León - Capurro, soy amputado de pierna derecha bajo rodilla a raíz de un osteosarcoma”, escribe Quino por WhatsApp en medio de trámites, papeles y búsqueda de apartamento para iniciar una nueva temporada como instructor de esquí en Andorra.
Quino es uruguayo, nació en Montevideo hace 51 años. “De padre uruguayo y madre argentina”, apunta.
Su pierna le fue amputada en 1984 como consecuencia del cáncer más frecuente de huesos. Pero eso no fue impedimento para que cuatro años después comenzara a esquiar en Las Leñas (provincia de Mendoza, Argentina) como parte del primer grupo de amputados de Sudamérica.
“Luego tuve la posibilidad de irme a los Estados Unidos, titularme en la PSIA (Professional Ski Instructors of America) y hacer temporada en la National Sports Center for the Diseable”, cuenta a El País.
En Argentina realizó el curso de instructor en la Asociación Argentina de Instructores de Esquí, Snowboard y Pisteros Socorristas. “A partir de ahí quedé habilitado para dar clases a personas ‘convencionales’ también”, dice.
Actualmente trabaja doble temporada: en el Principado de Andorra, una parte del año, y en Las Leñas, la otra parte. Entremedio se da un tiempo para visitar Uruguay, como ocurrió hace unos meses.
“Tengo sobrinas y a mi padre en Mercedes, y una sobrina, un sobrino y mi madre en Buenos Aires”, acota.
Quino explica que el deporte adaptado tuvo un fuerte crecimiento luego de la Segunda Guerra Mundial, guerra que dejó gran cantidad de personas amputadas y con lesiones medulares, entre otras.
“Los médicos descubrieron que la disciplina deportiva influía positivamente en el sistema neuromuscular y ayudaba a la reinserción en la sociedad”, destaca el esquiador y lo muestra cada día con su ejemplo.
El instructor dice que su trabajo es “gratificante” porque es al aire libre, en contacto con el sol o con la nieve. Además se conoce gente, “te divertís”, apunta. De todas formas advierte que hay “otra cara”.
“No tengo Navidades, Fin de Año; me pierdo cumpleaños o casamientos…”, se lamenta.
Obstáculos a superar.
“Cualquier persona con discapacidad puede esquiar”, destaca Quino al referirse concretamente a su situación, que es la de muchos, pero no todos saben que haciendo determinadas cosas los límites se pueden correr.
“Lógicamente hay que adaptar, en caso de que sea necesario, la silla o los estabilos, de acuerdo a la necesidad de cada uno”, explica el instructor.
Aclara que las personas con discapacidad esquían en las mismas pistas que todos los demás. “Hacemos las mismas curvas, las mismas velocidades, tenemos los mismos medios de elevación. Y al terminar la jornada vamos a los mismos bares”, apunta con el emoji de sonrisa.
Cuando esquían a un nivel avanzado logran estar más finos en la información de la propiocepción, que es la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de todas las partes de nuestro cuerpo en cada momento.
“Tenemos que saber exactamente qué hacen nuestros músculos, articulaciones, el equilibrio... en cada segundo”, detalla a El País.
Hace unos años Quino sumó el buceo; hizo unos cursos en Advanced Open Water Diver.
“Al estar bajo el agua experimentamos una interesante y gratificante sensación de ingravidez, sensación que se multiplica en personas con discapacidad física”, cuenta.
A eso hay que agregarle que al adquirir nuevas habilidades físicas se mejora la salud, la parte emocional, la autoestima. “Es positivo en todos los aspectos que se evalúe”, apunta.
El instructor quiere desterrar la idea de que las personas con discapacidad solo realizan deporte para superarse.
“En parte es así, pero también lo hacemos porque nos gusta, sin más explicación ni monólogos emotivos”, señala.
Yendo concretamente a su caso, Quino confiesa que no le ha tocado jugar con cartas fáciles en la vida. “Pero aún así se puede hacer deporte, estudiar, trabajar, salir con amigos…”, remarca.
Destaca que aún hay que seguir trabajando para las personas que tienen una discapacidad y también para los que están por venir. “Pelear por que tengamos igualdad de oportunidades, por un mundo mejor y más inclusivo… incluir a todos”, enfatiza.
Quino quiso contar su historia “para que las personas en mi situación tengan en claro que se puede disfrutar del deporte como las personas convencionales. En resumen, ser amputado es una característica física más”, lanza como un mensaje que espera que llegue a todo aquel que lo necesite.
Abierto al diálogo
Quino invita a todas las personas que lo quieran contactar a que lo hagan. Su correo es: quinoponcedeleon@yahoo.com