Mariel Varela
Todavía hay quienes paran a Isabel Macedo por la calle para repetirle ‘alguien está en problemas’ como si el tiempo hubiera quedado detenido en 2004. Esa frase que la actriz argentina inmortalizó cuando interpretó a la villana Delfina Villagrán en Floricienta marcó a una generación y quedó en la memoria de muchos. “Los niños me tenían pánico, lloraban, no querían darme un beso”, recuerda sobre este personaje que marcó su carrera. Pasó el tiempo y le llovieron innumerables propuestas (Graduados, Guapas, Dance!, Amar después de amar, Sandro y más) pero esa tira de Cris Morena nunca dejó de ser su carta de presentación: “Fue una de las etapas más linda de toda mi vida”, reconoce en diálogo con El País.
Su presente la encuentra casada con el exgobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, desde 2016, y feliz con la familia que formó. Es mamá de Isabel (la primogénita tiene 4 años y se llama igual que ella, su madre, su abuela y su bisabuela) y Julia (de cinco meses). Está radiante y dice que la maternidad a los 46 años la encontró más tranquila y relajada. “La más chiquita mira a la hermana como que es su ídola. Le acabo de regalar a su mejor amiga para siempre”, comenta orgullosa.
Días atrás sorprendió a Caro Criado con una visita fugaz a su local de La Barra durante el after beach organizado por la diseñadora uruguaya. Es que Isabel también es empresaria:creó en pandemia la marca de ropa Beneïda y su local en Montevideo está al lado del de Caro. “Vine a acompañar a mi vecina y a desearle lo mejor del mundo”, dice con la buena onda que la caracteriza.
De su marca, su vínculo familiar con la moda, su retorno a la actuación, su vida como primera dama de Salta, la maravilla de ser mamá, los elogios a su marido y el recuerdo de Floricienta conversó en exclusiva con El País.
-¿Venís siempre a Punta del Este? ¿Cómo son tus días en el balneario?
-Sí, es un lugar súper tranqui. Para mí Punta del Este tiene que ver con la familia, con estar juntos, con los chicos, compartir la playa, un mate, charlar, jugar a las cartas, con estar de vacaciones y descansando. Los días son divinos porque estoy en familia, así que ver a las chicas en la playa disfrutando es hermoso.
-La moda no te es ajena; tenés la marca de ropa Beneïda, con tiendas en Argentina, Chile y Paraguay y también en Uruguay.
-Sí, tenemos un local en Colonia del Sacramento y otro en Montevideo, que es vecino del local de Caro Criado, cerquita del shopping de Punta Carretas, así que vine a acompañar a mi vecina, a darle un abrazo y a desearle lo mejor del mundo.
-Tu gusto por la moda viene también porque tu mamá te enseñó a tejer cuando eras niña, ¿es así?
Mi mamá me enseñó a tejer y mi abuela diseñaba. El otro día mi mamá me trajo de regalo a mi casa un montón de vestidos que había diseñado mi abuela así que estoy tachando los minutos para tener algo para poder usarlos, aunque no los quiero usar porque son de ella y los quiero cuidar con todo mi corazón, pero ya quedarán para mis hijas, buscando una excusa para estrenarlos.
-En junio de 2022 nació Julia y te convertiste en mamá por segunda vez, ¿cómo te encontró la maternidad?
-Súper bien, distinta, más relajada, aparte es una beba buena, es divina, es tan lindo estar con ellas y ver la relación que tienen entre las dos. Todo el mundo me decía ‘ojo los celos, cuidado, tenés que protegerla mucho a la más grande (Belita de cuatro años)’, y no sabés lo que es: todo el día la besa, la abraza, es cuidadosa, suave. Tuve la suerte, la bendición… La más chiquita la mira como que es su ídola. Le acabo de regalar su ‘mejor amiga para siempre’.
-¿Cómo te encontrás profesionalmente?
-Dentro de muy poco, si Dios quiere, voy a empezar a grabar, pero nunca se sabe, estamos en un momento muy raro del mundo, así que no quiero todavía adelantar nada hasta que no me llamen y me digan ‘mañana arrancamos’ y esté en el estudio filmando. Pero es una serie para una plataforma.
-¿Extrañabás actuar?
-Sí, muchísimo. El año pasado hice una película para Star+ que se llama Franklin, historia de un billete, que duró ocho semanas. Ahí me fui a Buenos Aires, mi familia se quedó en Salta, iban y venían para visitarme, pero yo chocha porque me encanta trabajar. Lo mejor que me puede pasar es estar trabajando. De hecho, en la pandemia fue que se creó la marca de ropa. Ahí fue el entusiasmo por tener la cabeza ocupada, en laburar, en ponerte creativo…s i no se puede grabar, algo tiene que haber para hacer. Soy laburante nata.
-En su momento dejaste de lado un poco tu carrera para acompañar a tu esposo, Manuel Urtubey, en su carrera política, ¿cómo viviste esa época de tu vida?
-Cuando me casé estaba grabando. Me casé un viernes y el lunes ya estaba grabando. Cuando terminé eso, lo acompañé a él. Me mudé a Salta, así que mi vida se empezó a gestar ahí. Después, estando embarazada de Isabel, mi hija mayor, me fui a Buenos Aires a grabar Sandro, una miniserie con Adrián Caetano, que es uruguayo y lo amo, es un genio total, súper creativo, lo admiro y respeto muchísimo; me encantaría volver a trabajar con él. Ahí trabajé pero nadie sabía que estaba con panza. No le decía a nadie que me sentía mal, iba y grababa todo el día. Después nació la beba y me quedé allá. El año pasado hice la peli, después volví a quedar embarazada y ahora ya con la chiquita de siete meses volvemos.
-¿Te imaginaste como “primera dama”?
-Sí (risas), fui primera dama de Salta durante cuatro años.
-¿Te gustó ese rol?, ¿te sentiste cómoda?
-A mí me gusta que la gente que quiero, en este caso mi marido, haga algo que le gusta, que le apasiona. Trabaja desde que tiene 14 años en cosas vinculadas a la política, estudió en los mejores lugares y sigue estudiando; el año pasado le dieron dos títulos más. Es alguien preparado, se forma y le gusta la política, no esa antigua de querer ocupar un lugar (ahora no ocupa ningún lugar) sino una política en la que se puedan hacer cosas, generar cambios. De hecho, el tiempo que estuvo hizo más de 220 escuelas, que no es poco, fundó ocho hospitales de cero: son cosas que quedan para la gente. A veces le decía ‘no decís que hiciste tal cosa’, y me decía ‘es que yo no lo hice, lo hicimos con este equipo para que quede para este lugar, no es algo mío’. Sabe bien lo qué hace y para qué lo hace.
-Tuviste el papal de villana durante años siendo Delfina Santillán en Floricienta, ¿cuál era la reacción de la gente en la calle?
-Los chicos me tenían pánico, directamente. Mientras los papás me perseguían por todos lados, los chicos lloraban y no querían darme el beso porque estaban aterrados de verme en vivo. Yo les explicaba ‘ustedes cuando juegan no son ese personaje, están jugando que lo son, yo también’. Pero fue una de las etapas más linda de toda mi vida, la más importante. Floricienta fue un salto inmenso que me dio mucha felicidad así que no veo la hora de volver.