PARA TODA LA FAMILIA
Tres propuestas artesanales para empezar a jugar desde muy chicos y seguir de adultos: Jugarte, Habichuelas y Mona Bartola.
Muchos niños los estarán extrañando, algunos los tendrán en sus casas y otros les habrán pedido a sus padres que se los compren. Hablamos de tres propuestas artesanales de juegos didácticos cada vez más presentes y requeridas en centros de educación inicial, clínicas pediátricas o en las propias casas de los pequeños: Jugarte. Habichuelas y Mona Bartola.
Jugarte es la más antigua de todas. Surgió hace unos 22 años cuando a las hermanas Silvia y Renée Llopart se les ocurrió crear juegos de mesa para que la primera, que acababa de ser madre, tuviera una actividad que le permitiera dedicarle tiempo a su hija. Renée se fue a Australia, volvió y continuó un tiempo más en la pequeña empresa hasta que consiguió otro trabajo y también se convirtió en madre. Como los tiempos no le daban para todo, Silvia siguió sola con Jugarte.
“Hace dos años me asocié con María (Santurio), a la que conocía de la vida. Es maestra y en ese momento estaba dejando la escuela porque sentía que había cumplido un ciclo como docente de aula y yo estaba bastante cansada de trabajar sola”, contó Silvia sobre este emprendimiento que busca conjugar la creatividad y durabilidad de los productos con el respeto por el medio ambiente.
Para Silvia, formada en Bellas Artes, la estética es un valor fundamental en sus juegos. “En el momento en que surgió Jugarte, los niños se sentían muy subestimados, se daba por descontado que no precisaban un gran nivel. Entonces buscamos que pudieran tener el arte y el juego juntos”, explicó.
Es así que ofrecen una amplia línea de juegos que en el último tiempo se ha preocupado por reforzar la parte de animales autóctonos sin dejar de lado los animales más universales. Lo que las socias hacen es tomar juegos clásicos como puzzles, juegos de memoria, lotería o dominó y reversionarlos aportándole la pata uruguaya y el estilo propio de sus dibujos.
Jugarte apunta a niños a partir de los 2 años de edad, fundamentalmente en la etapa de educación inicial (la mayoría de 6 años), aunque también elaboran juegos para niños más grandes y para adultos.
Artículos fáciles de encontrar
Jugarte, Habichuelas y Mona Bartola tienen presencia en redes sociales (Facebook, Instagram), ferias como Ideas + y locales comerciales en todo el país.
Desafiantes.
Bettina Asaravicius y Manuela Morales fueron presentadas por una amiga en común hace 11 años. Maestra en Educación Inicial, la primera, y mecánica dental, la segunda, coincidieron en la idea de que querían hacer algo didáctico y de juegos para niños.
“Con materiales descartables y desechos de una fábrica de hierro que estaba cerrando, empezamos a hacer pizarras imantadas. Nos teníamos fe”, recordaron sobre lo que sería el nacimiento de Habichuelas. “En Uruguay no había muchos juegos con imanes. Además, queríamos hacer un producto nacional, artesanal, con todo el material nuestro”, contaron.
Sus primeros productos tuvieron como destinatarios a sus amigos o conocidos, quienes las apoyaron de inmediato. A ellos se sumaron maestras y psicólogos que, al ver su material, les comenzaron a sugerir ideas y a guiarlas por el camino que deberían tomar.
“Así fuimos creciendo. Al principio era casi todo en base a imanes y áreas como la motricidad fina. Un tiempo después surgió la idea de los juegos de caja. Arrancamos con el Totem, que tuvo mucha aceptación porque podían jugar grandes y chicos juntos. Empezamos a investigar y avanzamos también por ese lado”, apuntaron.
Hoy cuentan con un amplio catálogo de juegos de mesa y de imanes que apuestan mucho al ingenio y al uso de la mente, no solo pensando en los más chicos (a partir de los 5 años), sino también en los jóvenes y adultos. Todos son diseñados y fabricados en el taller de Habichuelas (20 de Setiembre 1453); solo la parte de la imprenta se realiza afuera.
“Trabajamos con diseñadores uruguayos, jóvenes que conseguimos del boca a boca. Siempre buscamos alguien nuevo para algún juego específico que vamos a sacar o para diseñar tarjetas para incorporar a algunos de los juegos que ya tenemos”, explicaron quienes tienen por norma lanzar por lo menos dos juegos nuevos por año. “La gente lo pide. Tenemos fanáticos que ya tienen todos y siempre vienen por el nuevo. Para el Día del Niño o para Navidad tratamos de tener algo nuevo”, apuntaron.
Habichuelas vende sus productos a muchos colegios y clínicas, además de comercializarlos en tiendas (ver la web) o el propio taller. Los profesionales del área y las universidades que están formando especialistas en pedagogía o recreación los tienen muy presentes.
En madera.
“Hay clientes que me escriben ‘somos fans, tenemos tal y tal juego, ¿cuál me falta?’, eso me mata de amor. O me cuentan que tienen un juego desde el primer año de Mona Bartola y está impecable”, señaló Mercedes Carlevaro sobre su pequeño emprendimiento artesanal en el que todavía trabaja sola, pero para el que en el futuro le gustaría poder sumar ayuda y así llegar a más niños.
Mona Bartola se especializa en juegos didácticos en madera que también son muy requeridos en centros educativos y clínicas. Su creadora es maestra en Educación Inicial, profesión que comparte con el trabajo en el taller que armó en 2015 usando los conocimientos de la primera carrera que estudió, Diseño Industrial, para la que solo le falta presentar la tesis.
“Yo ya trabajaba desde chica con niños, en animación. Me saltó el chip y dije ‘yo me quiero dedicar a algo vinculado a esto’”, recordó sobre los inicios de una iniciativa que tiene a los niños de educación inicial como principales destinatarios, poniendo énfasis en la motricidad fina, el razonamiento y la creatividad.
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Actualmente está terminando un posgrado en Dificultades de Aprendizaje, en la Universidad Católica, que la inspira mucho en la creación de juegos pedagógicos, como el más reciente de las emociones (caritas de madera a la que los niños van cambiando la gestualidad). “En un principio fue pensado para niños con autismo, a los que les cuesta pila expresar sus emociones, pero sirve para todos. Lo que más destaco de mis juegos es que no tienen solución única, te permiten seguir creando. Llegás a una solución, seguís y tenés otras”, contó orgullosa de su pequeña empresa que cada año crece un poco más buscando incluir a todos los niños.
La cuarentena aumentó la demanda
Las emprendedoras coincidieron en que el confinamiento a que obligó la COVID-19 aumentó sus ventas. “Para nosotros fue un marzo-abril muy bueno”, dijeron de Habichuelas. Mona Bartola también vendió mucho más en estos meses. En todos los casos destacaron el hecho de que los padres no apostaron solo a juegos que entretuvieran y nada más, sino que también fueran didácticos y permitieran seguir aprendiendo, además de compartir en familia. En general, hay juegos a partir de 400 pesos.