ECOLOGÍA
Este mes de julio se realiza en distintos países la campaña llamada (“Plastic Free July”), una movida internacional que cada séptimo mes del año se repite desde 2011 para recordar la importancia de generar menos impacto con este tipo de residuos en el medio ambiente.
El movimiento surgió en 2011 gracias a “Plastic Free Foundation” en Australia y principalmente se centra en la reducción de los plásticos de un solo uso en hogares, lugares de trabajo y centros educativos.
El desafío es planteado desde varias organizaciones mundiales y tiene eco en Uruguay a través de diversos grupos, uno de ellos es Plasticoin, proyecto de economía circular apoyado por la Agencia Nacional de Desarrollo.
Juan Rivero y Nicole Wyaux, responsables de Plasticoin, dijeron a El País que la importancia de este desafío es que la gente tome conciencia de la cantidad de plástico que utiliza día a día y que podría reutilizarse.
“Queremos que todos los meses sean meses sin plástico. Estas campañas lo que tienen de bueno es que concientizan y hay gente que tal vez se sume en julio pero que luego termina viendo que existen otras opciones”, señaló Rivero a El País. Y añadió que aunque “como sociedad estamos lejos de poder prescindir del plástico”, lo que se busca es que, al menos, a esos plásticos se los descarten de manera correcta: “Porque una botella, por ejemplo, puede volver a ser una botella. Y si no la descartamos bien será necesario sacar nuevo plástico para hacer otra”.
Wyaux sostuvo que es importante que las distintas agrupaciones que trabajan con el tema brinden consejos y promuevan la concientización “porque la gente en cierta forma piensa que es complicado, pero si se empieza a informar y se comienza a generar un hábito diferente, tal vez este reto de julio los desafía y después incorporan esos hábitos” a lo largo de todo el año.
Otra de las organizaciones que apoya el Julio sin plástico es ReAcción, una empresa que trabaja en temas de sustentabilidad y se enfoca en el reciclaje.
Mariana Robano, directora técnica de ReAcción, dejó algunos consejos para comenzar con pequeños hábitos en el día a día: “En las oficinas, por ejemplo, hay mucho hábito de consumo de descartables. Y hay que saber cuándo es adecuado usarlos y cuándo no. Con las máquinas de café, en vez de dar un vaso, se podría usar una taza. En las reuniones para qué usar cosas descartables si puede tener vajilla. Si uno va a comprar la vianda a la rotisería, en vez de tomar una bandeja de plástico puede llevar su tupper”, sostuvo.
Otras ideas: cambiar las botellas de plástico descartables por otras que sean recargables, usar bolsas reutilizables y, sobre todo, rechazar y prescindir de algunos plásticos como, por ejemplo, sorbitos o tapas en los vasos.
Agregó que muchos problemas asociados al plástico son por “escapes en el sistema”. Es decir, “si yo tiro residuos a la vereda, luego llueve y eso se arrastra y termina en el curso de agua. Ahí está nuestra responsabilidad. Es común que nos quejemos de que la playa está fea y llena de plástico, pero tenemos que saber que esos residuos son nuestros, se escaparon del sistema formal de recolección porque probablemente se tiraron del contenedor”, sostuvo.
Embarcados.
La empresa Unplastify, fundada por la argentina Agustina Besada, trabaja desde hace algunos años con la misión de cambiar la relación de los seres humanos con el plástico.
A comienzos de 2018 se embarcó en una aventura de la cual todos pueden ser parte. ¿Por qué cambiar la relación humana con el plástico? Sostiene que esa relación está “fuera de control” y que el problema no es el material, sino su mal uso y abuso.
Por eso, su trabajo se basa en rediseñar operaciones e inspirar cambios de hábito, para evitar los plásticos descartables. Pone foco en la educación y en cómo facilitar soluciones para reducir este residuo en la vida cotidiana.
La primera etapa, que fue de exploración ya se completó; se inició en mayo de 2018, cuando algunos integrantes de la organización zarparon a bordo del velero Farnky, desde Nueva York a Gibraltar.
Mientras estuvieron en altamar tomaron muestras para contribuir a investigaciones científicas sobre la contaminación de plásticos en océanos. En total estuvieron 56 días en el mar. Una vez en Europa entrevistaron a expertos y evaluaron soluciones al problema de la basura plástica, identificando opciones de economía circular y alternativas al plástico descartable.
El velero Farnky mide 11,3 metros y fue bautizado en honor a una canción de Charly García. Fue diseñado por el argentino Germán Frers y construido en Suecia por Hallberg Rassy.
La segunda etapa del proyecto consiste en compartir la experiencia y los hallazgos, al tiempo que se facilita la activación de acciones de impacto, tratando de inspirar a otros para que se vean cambios sistémicos y culturales. Para eso se comunican a través de diferentes vías los datos que recolectaron, trabajan en red con escuelas y diversas organizaciones, organización charlas y talleres, analizan el desarrollo de soluciones desplastificantes adaptadas a cada organización, estudian y promueven las políticas internas y públicas.
Julio sin plástico se enmarca en el trabajo que esta organización viene realizando con escuelas y organizaciones en busca de inspirar, informar y generar acciones.
Julio es, entonces, un mes para reflexionar y tomar conciencia de que todos podemos hacer algún cambio, por pequeño que sea, para combatir la problemática que representa el plástico como residuo.
El gran problema: el uso del plástico.
En este momento, cualquier persona que mire a su alrededor, se verá rodeada de plástico. En el teléfono celular, en la lapicera, en la botella de agua y un largo etcétera. El plástico es un material muy popular y por algo es así: resulta barato, es práctico, fácil de fabricar, durable, higiénico e increíblemente versátil.
Unplastify sostiene que en el día a día estamos todo el tiempo rodeados de plástico y su producción y consumo creció de manera drástica en los últimos años. Los activistas resaltan que el problema no es el plástico en sí, sino el mal uso y descarte que se hace del mismo.
La acumulación del plástico en los océanos es calificada de “alarmante” por los integrantes de esta organización y sostienen que las consecuencias tanto en los animales como en los seres humanos son visibles. “De hecho, estudios revelaron que las personas consumimos partículas de plástico a través de diferentes alimentos, entre los que están la sal y los moluscos”, indica un informe publicado en su sitio web.
Según estimaciones que realizó en 2015 la organización Ocean Conservancy, se calcula que por el aumento significativo del uso de plástico, el océano podría contener una tonelada de plástico por cada tres toneladas de peces para 2025. Los integrantes de Plasticoin, un proyecto uruguayo de economía circular, agregan el dato de que los plásticos que se pueden encontrar en la superficie del mar “son la punta del iceberg”: representan menos del 15% de todos los residuos plásticos que hay en las aguas. Señalan que cada segundo en el mundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a mares y océanos y que si no hay cambios llegará un momento en que las aguas tendrán más plástico que peces.
Rechazar, reducir, reutilizar, reciclar.
Un aspecto importante en la problemática del plástico y la contaminación que genera es identificar cuándo usarlo y cuándo no: hay cosas de plástico de las que no podemos prescindir, pero también existen muchísimas otras que pueden ser reemplazadas.
Robano dijo que, por ejemplo, en el marco de la crisis sanitaria que se vive por la COVID-19, el plástico “nos da muchos servicios y apelamos a muchos que en la salud son imprescindibles”. Pero en situaciones que no impliquen una pandemia como esta, hay que evitar usarlos, sobre todo los de un solo uso.
“No siempre se puede sustituir, pero hay que intentar primero rechazar lo que se pueda, luego reducir, reutilizar, reparar y reciclar”, sostuvo.
Según datos que maneja la Organización de Naciones Unidas (ONU), cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo y solo un 9% de los desperdicios producidos son reciclados.
A pesar de que varios países impusieron sanciones al uso de bolsas de plástico en los ultimos años como lo hizo Uruguay, se estima que cada año en el mundo se consumen cinco mil millones de bolsas de plástico, lo que supone casi 10 millones de bolsas de plástico cada minuto.
Los integrantes de Unplastify resaltan que aunque la basura costera, el sector pesquero mundial, el transporte de carga, el turismo y el desecho ilegal de residuos plásticos contribuyen a la contaminación plástica en los océanos abiertos, una de las mayores fuentes de plástico en estos ecosistemas son los ríos que se conectan con las ciudades y pueblos. Destacan que más de 700 especies marinas han sido afectadas por la contaminación plástica en el mundo.