Verano 2021
La pandemia de COVID-19 provocó que más uruguayos se animen a tachar pendientes de su lista y saltar en paracaídas parece ser un pendiente de muchos.
La avioneta carretea por la pista del Jagüel y levanta vuelo. Sube de a poco y el paisaje queda cada vez más atrás. Son unos 25 minutos de subida hasta alcanzar los 3.000 metros de altura. Desde arriba se divisa el paisaje de un centenar de kilómetros. La puerta se abre y el tándem de paracaidista y turista se dispone a saltar. Son entre 30 y 35 segundos de caída libre, luego seis minutos de descenso con el paracaídas abierto.
Hace más de cinco años Paco Abelenda decidió dedicarse al paracaidismo. “Arranqué con 17 años el curso de piloto de avión; siempre me había copado la idea. Ahí hice un salto tándem, que es la modalidad que se usa de saltar una persona sin experiencia con un instructor. Así conocí a Martín Plateiro y Guillermo Görg, que eran las personas que estaban en el tema y con quienes trabajamos en Paracaidismo Punta del Este”, contó Abelenda a El País.
El paracaidista detalló que en 2016, mientras trabajaba como piloto comercial, tomó la decisión de dedicarse al paracaidismo. “Vi que había una chance como instructor y me fui a Estados Unidos. Hice los 500 altos para ser instructor; ya tenía 200 y en un mes y medio hice los 300 que me faltaban. Así arrancó todo”, aseguró.
Condiciones.
Cada verano, Punta del Este se llena de turistas y crece la demanda de saltos en paracaídas. Además, las personas tienden a pensar que el clima cálido es más propicio.
“Existe la falsa creencia de que en verano tenemos mejor clima; sin embargo, este verano, por ejemplo, es una porquería para saltar. Hubo mucho más oportunidades en lo que fue julio-agosto o septiembre-octubre, que desde el mes de noviembre en adelante que estuvo más ventoso y con nubosidad baja”, apuntó a El País.
El instructor destacó que en los meses de calor la parte del vuelo también puede ser más tediosa, ya que mientras sube la aeronave no hay forma de enfriar la cabina.
“En invierno, cuando hace más frío, y estamos arriba, el impacto de la situación de que se abre el avión y vas a saltar, la adrenalina y todo el desconcierto hace que realmente ni te enteres el frío”, destacó.
Mientras muchos estiman que la lluvia puede ser una de las limitantes para saltar, Abelenda señala que las condiciones están dadas más bien por otros factores. “Antes que la preocupación por la lluvia, tenemos todo lo que es la nubosidad. Existen diferentes tipos de nubes, que están más arriba o más abajo, y eso nos limita mucho”, resaltó. No obstante, el viento es la condición que más restringe un salto: “Es lo más importante desde el punto de vista de la seguridad”.
A saltar
En Uruguay, las aeronaves que están habilitadas para los saltos son todas iguales (salvo los pertenecientes a la Fuerza Aérea), señaló Abelenda. La altura desde la que se realizan los saltos son unos 3.000 metros.
“Es una altura que está buena porque se logra un buen tiempo de caída libre y a su vez es una altura accesible. ¿Qué quiere decir? Que no estamos dos horas subiendo. Por ejemplo, existe una diferencia importante de subida entre los 3.000 y 4.000 metros”, destacó.
Los saltos se realizan en tándem, es decir, quien realiza la actividad sin experiencia va atado a un instructor que se encargará de manejar el paracaídas.
“En un salto tenés unos 25 minutos en el avión; es una experiencia muy linda, sobre todo por las vistas. Un paseo normal en avión o en helicóptero se hace entre 150 y 450 metros de altura, a los 3.000 metros en un día lindo desde Punta del Este se llega a ver La Paloma o el Aeropuerto de Carrasco. Luego son más o menos unos 30 o 35 segundos de caída libre y seis minutos con el paracaídas abierto”, explicó a El País.
Abelenda subrayó que los saltos están pensados para que la persona no tenga que tener ninguna preparación previa, porque para ello está el instructor que es capaz de llevarlo adelante en cualquier condición.
“Usualmente me preguntan: ‘¿Qué pasa si me desmayo?’; en realidad, es prácticamente imposible que te desmayes porque tus niveles de adrenalina están a tope, pero si te desmayaras creo que es la condición que menos molesta. La persona en el momento del susto tiende a poner cualquier posición contraria a la que necesitamos, pero nosotros estamos entrenados para dominar la situación y la posición de caída libre. Una vez que abrimos el paracaídas la persona que va adelante es una bolsa realmente; no nos cambia lo que hagan, no hay manera de que vulneran la seguridad del salto”, concluyó.
La pandemia estimuló los saltos
Paco Abelenda aseguró que cada vez más personas se acercan a probar saltos y que en el contexto del último año la tendencia se aceleró. “La pandemia fue un cambio en el sentido que saltar en paracaídas, algo que mucha gente quiere hacer y por miedo porque es algo muy ajeno a lo que están acostumbrados a dominar, se patea para adelante. En el último año muchas personas hicieron el clic de hacer cosas nuevas”, indicó.
Según el paracaidista, el encierro y la incertidumbre del mañana impulsó a las personas a tomar nuevos riesgos y a lanzarse mucho más. “Por ejemplo, hace unos días me escribió una chica de España, que hace unos años se tiró conmigo y me decía que necesitaba saltar porque ‘ya no aguanta más’ y preguntaba dónde hacerlo”. Abelenda prefiere no hablar de precios, porque asegura que es una barrera para quienes quieren hacerlo.