HISTORIAS
Ernesto Mones quiso escribir un libro para dejar constancia del esfuerzo de su padre, uno de los primeros en experimentar con la caña y el encargado de hacer crecer a Bella Unión en el rubro.
Dice que lo hizo porque quería dejar el esfuerzo y la memoria de su padre por escrito. Porque quería que perdurara, que alguien más lo leyera y dijera “esto es algo bueno”. Ernesto Mones Morelli tiene 82 años y en 2011 empezó a escribir la historia de su padre, Alfredo Mones Quintela, pionero en la experimentación con caña de azúcar en Uruguay.
Sin embargo, quizás todo haya empezado antes, incluso, de que Ernesto supiera que iba a escribir un libro. Todavía recuerda un día en el que estaba por salir a recorrer el campo con su padre cuando este le pidió a uno de sus hermanos mayores que limpiara el galpón y quemara todos los papeles que, durante años, la familia había acumulado allí. Ernesto y su padre se fueron y, cuando regresaron, se encuentran con una pila de papeles inmensa que su hermano Pablo estaba por quemar. Entonces Ernesto se bajó del caballo y, con un pelego, empezó a apagar las llamas.
—¿A vos te gustan los papeles?, le preguntó el padre.
—Sí, me gustan, dijo Ernesto.
—Entonces son todos tuyos, pero hacelos desaparecer, yo no quiero saber nada con todo esto.
Con ayuda de su abuela Ernesto consiguió cajones de verdura y los escondió en un altillo y debajo de su cama. Después, se pasó toda la vida intentando clasificarlos, ordenarlos, entenderlos. Eran, todos, documentos, escrituras con la historia de su familia, papeles del siglo XIX.
“A mí desde niño me interesaron esas cosas, pero tengo solo hasta segundo de liceo entonces clasificar todo eso me llevó la vida entera. Escribir este libro fue difícil también”, dice Ernesto.
Creer para crear es el libro que recoge la historia de su padre. Ernesto lo escribió durante todos estos años, buscó ayuda, imprimió algunos ejemplares, los repartió entre sus familiares y amigos, viajó a Bella Unión y lo presentó allí, en un salón con más de 80 personas que querían escuchar lo que él tenía para decir.
Es que, la historia de Alfredo Mones Quintela, su padre, tiene que ver directamente con esa zona del país.
Un hombre
Alfredo Mones Quintela nació en 1910. Cuando tenía diez años murió su padre y, desde entonces, se dedicó a ayudar a su madre en la casa y en la crianza de sus hermanas. Vivían en una lechería, en Canelones y, desde allí, Alfredo viajaba en tren todos los días para poder estudiar en la Facultad de Agronomía, en Montevideo. Tras recibirse y después de casarse con Silvia Inés Morelli, se fue, junto a toda su familia, a vivir a una estancia en Tranqueras, Rivera. Era 1936.
Algunos años más tarde, tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial que trajo como consecuencia la escasez de algunos productos básicos en el Uruguay, Ancap, que había sido creada en 1931, decidió empezar a experimentar en el cultivo de la caña de azúcar para que Uruguay no dependiera de las importaciones.
Trajeron semillas desde Tucumán, en Argentina, y lo designaron a Alfredo como el ingeniero encargado de la experimentación. Empezó con cultivos en Tranqueras pero, pronto, se dio cuenta de que Rivera era demasiado seco para poder cultivar caña.
Fue así que Alfredo agarró su caballo y anduvo los campos hasta encontrar las tierras apropiadas. Fue en las costas del Río Uruguay, en la zona de Bella Unión.
“Al momento de trasladarse a este nuevo lugar (...) la situación demográfica era ‘agreste’. Era un lugar despoblado y mi padre tenía bien claro que al ir allí tendría que realizar trabajos desmesurados de vialidad, vivienda, preparación de tierras, obras de riego, la construcción del ingenio, la adquisición de maquinaria necesaria y su implantación y puesta en funcionamiento”, escribe Ernesto en el libro.
Así empezó a crearse, a orillas del río, una pequeña comunidad con los trabajadores que llegaron de todas partes: levantaron ranchos, consumieron el agua del río, trabajaron del cultivo.
Para la industrialización trajeron una máquina que estaba en desuso en Tucumán, la arreglaron, la hicieron funcionar. Alfredo era el administrador: la persona que hacía que todo funcionara. Así, de apoco, empezó la fabricación e industrialización de azúcar en Uruguay. Era 1945. Alfredo murió en un accidente en 1969.
Un pueblo
Alfredo Mones Quintela es, hoy, una localidad a 24 kilómetros de Bella Unión.
Todavía existe, allí, la estructura de la fábrica, Calpica (Cooperativa Agropecuaria Limitada de Producción e Industrialización de Caña de Azúcar) en la que derivó el emprendimiento y que empezó en los años 50. Todavía existe, allí, el recuerdo de aquellos años, el fervor de los cultivos y de la industria.
Todavía existe, allí, el recuerdo de Alfredo Mones Quintela: el hombre que inició la experimentación, el cultivo y la fabricación de azúcar a partir de la caña en Uruguay.