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La joven que rechaza el 90% de su herencia multimillonaria y pide se apliquen más impuestos sobre los ricos

La austriaca Marlene Engelhorn, descendiente del fundador del imperio BASF, una de las mayores compañías químicas del mundo, quiere redistribuir gran parte de su fortuna, pero de manera controversial.

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Marlene Engelhorn, descendiente del fundador del imperio BAS.
Foto: AFP.

Por Ilaria Landini / La Nación-GDA
Kyrillos, un estudiante de 17 años que vive en Salzburgo, recibió una carta inusual el 9 de enero de este año. La carta tenía una invitación inesperada: había sido seleccionado como uno de los 50 miembros del “Buen Consejo para la Redistribución”, una iniciativa de la heredera multimillonaria austriaca Marlene Engelhorn, que, frustrada con el gobierno por no gravar su riqueza, decidió formar una asamblea de personas comunes para redistribuir su fortuna.

La carta tenía una encuesta, principalmente sobre demografía, y esta pregunta: “¿Crees que la distribución de la riqueza en este país es justa?”. Al responder que no y dar sus razones, Kyrillos se convirtió en el miembro más joven del Consejo y uno de los cerebros que decidiría en el transcurso de tres meses, qué hacer con 25 millones de euros. Pasado mañana será el último debate y el grupo tendrá un dictamen final.

La heredera de 32 años, que no tendrá ni voz ni voto en el proceso, llamó a esta iniciativa “Guter Rat für Rückverteilung” (”Buen Consejo para la Redistribución”). Con su famosa frase “no es que no quiera ser rica, es que no quiero ser tan rica”, y su decisión de redistribuir su fortuna, revolucionó el debate sobre la desigualdad económica en Austria y Europa.

Pero, ¿qué llevó a Marlene a tomar esta decisión tan radical y contraria a lo que muchos esperarían de alguien en su posición?

Nació en una de las familias más ricas de Europa, un destino que ella llama la “lotería del nacimiento”. Es descendiente directa de Friedrich Engelhorn, el fundador de Badische Anilin- und Soda-Fabrik (BASF), una de las mayores compañías químicas del mundo, hoy valuada en 46.013 millones de dólares, según datos de junio de 2024.

Cuando su abuela murió en setiembre de 2022, Marlene heredó 4.200 millones de euros. Sin embargo, incluso antes de esta herencia, ya había manifestado su intención de donar el 90% de su parte, pero de una manera especial.

El poeta alemán Bertolt Brecht escribió: “Si yo no fuera pobre, tú no serías rico”, una frase que critica la economía capitalista y que Marlene usó un par de veces para subrayar la idea de que la riqueza de una persona muchas veces depende de la pobreza de otra.

A primera vista, Marlene parece el prototipo de cualquier multimillonaria: criada en un entorno de lujo y privilegios, con acceso a la mejor educación y oportunidades. Pero se diferencia del modelo Bill Gates o Jeff Bezos. De hecho, ya dijo en alguna ocasión que quiere distanciarse de ese “capitalismo filantrópico”.

Está a favor del aborto, del matrimonio igualitario y de las políticas del cambio climático. A pesar de su inmensa fortuna, su carácter es más bien humilde; rechaza los lujos excesivos y aboga por una distribución más equitativa de la riqueza. Su forma de vestirse refleja esta actitud: prefiere la ropa simple y cómoda, usa prendas atemporales y sostenibles en vez de modas pasajeras. Tiene el pelo corto, un brazo entero tatuado y casi nunca se maquilla.

Además, su historia toma un giro inesperado que la distingue del resto de los miembros de la élite económica. En lugar de aceptar pasivamente su fortuna, Marlene decide cuestionar y desafiar el sistema que la creó. Por eso es que pide a gritos pagar impuestos.

BASF.

Mi dinero en realidad proviene de la sociedad, y ahí es donde debería regresar”, dijo en una entrevista con una revista austriaca. “Si el statu quo es que puedes hacer lo que quieras con la propiedad, casi cualquier cosa, entonces yo también puedo hacer eso, y quiero compartirlo porque me veo como parte de la sociedad”.

Junto a otros millonarios, como la heredera de Disney, Abigail Disney, la joven forma parte de la iniciativa “Millionaires for Humanity”, una organización que aboga por aumentar o crear tasas para los millonarios. También trabaja para “Guerrilla Foundation”, una entidad que busca cambiar sistemas de opresión y desigualdad (como el hetero patriarcado, el colonialismo, y la supremacía blanca), además de la filantropía que soporta el statu quo.

Redistribuir, no donar

A principios de este año, Marlene fue tapa de los diarios europeos porque tomó una iniciativa impensable: con el objetivo de redistribuir su herencia, decidió donar 25 millones de euros, creó un Consejo Ciudadano en Austria, seleccionó a 50 personas al azar de distintos antecedentes que trabajarán durante seis fines de semana de marzo a junio para desarrollar propuestas sobre cómo utilizar mejor estos fondos para el beneficio social. Es decir que 50 desconocidos decidirán qué sucederá con su fortuna. “Estoy creando el impuesto que me gustaría pagar”, se justificó.

“La distribución de grandes fortunas impacta a todos porque moldea la realidad. No quiero tomar esta decisión de manera unilateral”, declaró. “Quiero que se decida a través de un proceso democrático. Si valoras la democracia, debes darle una oportunidad y confiar en las personas”.

Su decisión surge entonces de la firme convicción de que la concentración extrema de la riqueza es perjudicial para la sociedad y debe ser redistribuida de manera más equitativa. Como creían Brecht, Marx, Engels, y otros pensadores de izquierda. Por eso, Marlene cree que no basta con hacer donaciones; sino que son necesarios cambios estructurales para combatir la desigualdad.

Su iniciativa es parte de una campaña más amplia por la igualdad de riqueza, que incluye su participación en el movimiento “Tax Me Now”, que aboga por impuestos más altos para los ricos.

En Austria, desde agosto de 2008, no hay impuesto a las herencias ni de donaciones. “Lo que se mantiene es la obligación de registrar las donaciones y de pagar el impuesto de transmisiones patrimoniales sobre herencias o donaciones de bienes inmuebles”, explica a La Nación Reinhard C. Heinisch, politólogo y profesor de Política Austriaca Comparada en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Salzburgo. A 16 años de que Austria aboliera este impuesto, la medida aún es polémica y el partido opositor socialdemócrata quiere que se restablezca.

De esta forma, si los socialdemócratas volvieran al poder, cambiarían la estructura fiscal, reinstaurarían el impuesto de sucesiones, introducirían un impuesto sobre el patrimonio y volverían a aumentar el impuesto de sociedades, sin embargo “esto no parece probable en las elecciones parlamentarias de este año”, aclara Heinisch.

Marlene piensa que la sociedad en la que vive es injusta: “En Austria, el 1% más rico de la población acapara hasta el 50% de la riqueza neta. Esto significa que la centésima parte de la sociedad posee algo menos de la mitad de la riqueza. Y el 99% de la gente

tiene que conformarse con la otra mitad. Casi cuatro millones de hogares luchan cada día por salir adelante. ¿Y el uno por ciento? La mayoría simplemente heredó”. Este es su mensaje personal en la página web de su proyecto, Guter Rat, una expresión en alemán que se traduce al español como “buen consejo”.

Mientras tanto, el dinero se mantiene en fideicomiso, y, aunque Marlene no puede influir en la decisión, sí estableció ciertas restricciones sobre dónde no puede ir. Por ejemplo, no se puede donar a organizaciones que promuevan el odio, nieguen el cambio climático o hagan campaña en contra de impuestos más altos.

Según dijo, una de las “reglas del juego” es que no habrá “decisión por mayoría simple”, pero tampoco “veto de un solo voto”; un equipo profesional de moderación se encargará de ello, pero también habrá expertos que ayuden a los consejos ciudadanos.

Desde marzo que la asamblea se reúne en un hotel de Salzburgo para deliberar, escuchando a expertos en economía, riqueza, filantropía y filosofía, y cada uno de los participantes recibirá una compensación de 1.200 euros por fin de semana.

La asamblea debe llegar a un acuerdo sobre la redistribución del dinero este fin de semana. Si no se logra un consenso, el dinero regresa a la heredera, quien deberá intentar otra estrategia. Mientras tanto, toda Austria espera con ansias el dictamen.

Opiniones divididas

Como todas las grandes decisiones tomadas por multimillonarios, la de Marlene estuvo en boca de todos y la opinión pública austriaca reaccionó con incredulidad y confusión. Según el politólogo, “la reacción se polarizó en varias direcciones”.

“Su proyecto es intelectual, al igual que su método de jurado ciudadano. Aunque la encuentro interesante, simpática y elocuente, seguirá siendo una figura extraña para la mayoría de la gente”, explica. “Demasiado intelectual, demasiado de clase alta, demasiado ‘alemana’ en apariencia y acento para que el público en general pueda identificarse con ella”.

Según el experto, la forma en que regaló su fortuna, en vez de donarla simplemente a causas benéficas, fue malinterpretada en general como una forma de sensacionalismo o de complicar algo simple. “Como resultado, ningún partido político pudo hacer de ella una causa: para la izquierda es demasiado burguesa y acomodada, para los conservadores es una especie de traidora a la causa de la propiedad, y para la extrema derecha forma parte de una élite disfrazada de ciudadanos”, agrega.

Aunque los medios de comunicación la aplaudieron, y atrajo cierta atención al ser entrevistada en la televisión pública, el público en general no entiende bien sus intenciones y las considera un capricho excéntrico de “una mocosa millonaria malcriada que probablemente tiene unos cuantos millones escondidos en alguna parte y busca llamar la atención”.

Por último, mientras algunos creen que ha deshonrado los deseos de sus padres y los esfuerzos de toda una vida, otros piensan que debería haber hecho menos alboroto y haber donado a alguna causa. Por supuesto, también hay quienes apoyan su idea sobre la reforma fiscal.

Su relación con la plata es contradictoria porque, en realidad, no quiere tener mucha plata, sino tener suficiente como para poder cubrir bien sus necesidades básicas y disfrutar de una o dos cosas. Según ella, “el dinero no me da relaciones honestas ni respeto. Para eso tengo que trabajar como ser humano, y eso es lo que quiero. Y no quiero que el dinero se interponga en mi camino, como una especie de muro entre los demás y yo”.

En una entrevista le preguntaron por la frase de Fiódor Dostoievski: “El dinero es libertad”. Ella responde: “Sí, con dinero se puede comprar la libertad, se está libre del hambre y de la necesidad, al menos por un tiempo. Pero Dostoievski escribió esto en Notas de una casa de muertos; él mismo era un prisionero político en un campo siberiano donde tuvo que realizar trabajos forzados. Lo que quiso decir no tiene nada que ver con lo que representa mi situación financiera”. Tras una breve pausa, Marlene agregó: “La frase que más me convence es: ‘Nadie puede ser libre hasta que todos lo sean’”.

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