Las lagunas costeras del este respiran con dificultad

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laguna de Rocha

CIENCIA

Investigadores advierten caída de oxígeno en lagunas de Garzón, Rocha y de Castillos; ¿por qué?

Para el Día Mundial de los Océanos, la cuenta de Twitter de Pedeciba Geociencias largó esta pregunta: “¿Sabías que en Uruguay las lagunas costeras atlánticas están sufriendo de desoxigenación?”

La ecuación es fácil: sin oxígeno no hay vida. E investigadores han encontrado evidencia de que, especialmente entre primavera y otoño, hay áreas de las lagunas de Rocha, Castillos, Garzón y José Ignacio que presentan niveles de oxígeno disponible “muy críticos” en el sedimento. El resultado es fácil de imaginar: con poco oxígeno “la vida va a estar más restringida” o estará destinada solo a aquellos organismos que puedan tolerar esas condiciones.

Una situación sostenida de hipoxia o su pasaje a una de anoxia (sin oxígeno) tiene efectos conocidos: mortalidad de bivalvos (almejas y mejillones, entre otros) y poliquetos (las lombrices del fondo marino) lo que afectaría el crecimiento de producción de peces y crustáceos de interés comercial. Y no se quiere llegar al próximo eslabón de la cadena de hechos desafortunados: bajaría el valor turístico de la costa este del Uruguay y esa zona tan bella y tan próspera pasaría a ser una “zona muerta”.

Dos reservas naturales y prioritarias para el país.

En Uruguay, el sistema de lagunas costeras está constituido, entre otras, por José Ignacio, Garzón, Rocha y Castillos. A pesar de su relevancia ecológica, existen indicios de que las mismas están sufriendo un proceso de eutrofización posiblemente asociado al cambio en los usos del suelo, siendo las zonas urbanas y agrícolas las dos principales fuentes de nutrientes. La cuenca de la Laguna de Rocha abarca un área de 131.200 hectáreas y se extiende desde la Sierra de Rocha y de Carapé, al norte, hacia la zona de la barra arenosa que la separa del océano Atlántico, al sur. Fue declarada en 1977 Parque Nacional Lacustre y reserva mundial de biosfera para la UNESCO. La laguna de Castillos, por su parte, presenta una cuenca que abarca 136.665 hectáreas. Al igual que la laguna de Rocha mantiene una conexión intermitente con el océano Atlántico, la cual se realiza a través del arroyo Valizas. Forma parte de la Reserva de Biosfera Bañados del Este, integra el sitio Ramsar Bañados del Este y ha sido denominada como área importante para la conservación de aves. Allí se encuentra el mayor bosque de ombúes de la región del Plata.

laguna de Rocha
Experimentos en laguna de Rocha

El fenómeno.

Desde 1950, el número de zonas marinas con hipoxia se ha multiplicado por cuatro en mar abierto y hasta por 10 en zonas costeras en el mundo. Las lagunas costeras uruguayas todavía no reciben esta clasificación pero preocupa que se haya acentuado y expandido el fenómeno de hipoxia en ellas.

“En la temporada cálida el oxígeno baja mucho; en algunos lugares hay ausencia total y en otros hay valores muy bajos que indican dificultades para la vida acuática”, explicó a El País Pablo Muniz, responsable del departamento de Oceanografía y Ecología Marina del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias e investigador de Pedeciba Geociencias.

En el aire hay un poco más de 20% de oxígeno, mientras que en el agua esto es 0,0007%. En nuestras latitudes un valor normal de oxigenación está entre los siete y los 10 miligramos por litro. Cuando hay menos de dos miligramos por litro se está en un ambiente hipóxico o con deficiencia de oxígeno. La oscilación entre uno y otro estado puede ser natural a lo largo del año debido a que la temperatura y la radiación solar promueven el descenso de oxígeno en el agua.

En los cuerpos someros, como las lagunas costeras, los vientos ayudan a un mayor intercambio del agua con la atmósfera por lo que se eleva el oxígeno.

Pero no es lo mismo la superficie que el sedimento. Allá abajo es más lenta la recomposición. Y allá abajo, entre la arena o el barro, habitan unos pequeños invertebrados con la gran misión de mantener la vida en el ecosistema. La muerte no es la única posibilidad: los niveles bajos de oxígeno también hacen que los animales crezcan menos, tengan problemas reproductivos y enfermedades.

“¿Qué es lo que pasa hace cinco o seis décadas o capaz que más?”, lanzó Muniz. Así lo explicó: “Estos fenómenos están ocurriendo con mayor frecuencia y con mayor intensidad y en lugares donde antes no ocurrían de esa forma”. Y siguió: “En todos los estudios (en el mundo y localmente en las lagunas costeras uruguayas) se ha demostrado que el responsable es siempre el mismo: nosotros. Las actividades humanas sobre los ecosistemas modifican los ciclos naturales. Una de las modificaciones es la tendencia al aumento de periodos en los cuales el oxígeno es más bajo que antes”.

Laguna de Rocha
Laguna de Rocha

La principales zonas muertas en oceános.

La mayor parte del exceso de calor retenido por la Tierra debido al calentamiento por gases de efecto invernadero está siendo absorbida por los océanos. Esto se está produciendo en todas las profundidades debido a una menor solubilidad del oxígeno en aguas más cálidas, una estratificación vertical más fuerte (un gradiente de temperatura más pronunciado) que inhibe la difusión de oxígeno de la superficie al océano profundo y una circulación profunda más lenta que reduce el suministro de oxígeno a las aguas profundas.

Además, el aumento de nutrientes que ingresan al océano mediante la escorrentía de los ríos y la deposición atmosférica está promoviendo la proliferación de algas, el aumento de la demanda de oxígeno y el desarrollo de cientos de zonas costeras hipóxicas (muertas), así como la intensificación de zonas de baja concentración de oxígeno de origen natural.

¿Y se sabe cuánto ha variado? Sí. El inventario mundial de oxígeno del océano ha disminuido en un 2% aproximadamente en el período comprendido entre 1960 y 2010. ¿Y qué podemos esperar? Simulaciones de modelos oceánicos proyectan para el año 2100 una disminución adicional de entre el 1% y el 7% en el inventario de oxígeno disuelto en los océanos del mundo, causada por la combinación de una menor solubilidad del oxígeno inducida por el calentamiento y una menor ventilación del océano profundo.

La zona muerta más grande en el planeta está en el Golfo de Omán, en la costa de Arabia. La segunda está en el Golfo de México, compartido entre México, Estados Unidos y Cuba. En la costa del Pacífico, desde California hasta Chile, hay una zona de bajo nivel de oxígeno muy grande.

“Los mayores eventos de extinción en la historia de la Tierra han estado asociados con climas cálidos y con la deficiencia de oxígeno en los océanos”, señaló Denise Breitburg, científica del Centro de Investigación Ambiental Smithsonian, autora principal de un estudio publicado en Science en 2018.

Sobrevivir.

Concretamente en las lagunas de Rocha, de Castillos y de Garzón (las tres pertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Protegidas), el equipo de Muniz encontró zonas que siempre estaban en estado hipóxico (continúan los estudios para conocer más sobre su extensión y la duración anual).

Ante esta situación, los organismos que pueden huir (como un cangrejo), lo harán para sobrevivir. Mueren los que tienen poca o nula movilidad (como poliquetos, bivalvos y otros pequeños invertebrados). Y no hay una mitad llena para ver en este vaso: mueren los que se alimentaban de ellos y la descomposición de todos implica un mayor consumo de oxígeno.

Por otra parte, el tipo de sedimento juega un papel importante en la disponibilidad del oxígeno. Sedimentos arenosos son poco propensos a eventos de anoxia debido a su alta permeabilidad; pero los sedimentos fangosos son menos permeables y, por lo tanto, más propensos a descender el oxígeno.

Además, el fango tiene usualmente mayor carga de materia orgánica, lo que aumenta la demanda de oxígeno.

“Para no ser tan dramáticos, una fortaleza del trabajo que hacemos en las lagunas es ver lo que está pasando para entender ese aumento de la frecuencia, intensidad y extensión de las zonas de poco oxígeno. La aproximación metodología para entender el fenómeno abarca estudios de campo, experimentos manipulativos en las lagunas y de laboratorio simulando condiciones naturales. Pero si esto sigue así, el resultado ya se conoce, y es el que se observa en cientos de sistemas costeros a lo largo y ancho del mundo”, advirtió en diálogo con El País.

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