Vida Actual
Hay muy pocos creadores de juegos de mesa en Uruguay porque los costos de producción no alientan la inversión.
Cuatro amigos con gran talento para la manualidad y el dibujo soñaban con desarrollar un videojuego. Ese anhelo adolescente quedó trunco en una de las tantas reuniones nocturnas que hicieron en 2009. A alguien se le prendió la lamparita y tiró la propuesta de armar un juego de mesa para saciar ese berretín creativo.
"Éramos todos dibujantes, así que lo más fácil era hacer algo físico que se pudiera imprimir", cuenta Federico Franco, fundador de Arnar, uno de los pocos grupos uruguayos que se dedica a desarrollar juegos de caja de autor.
Tardaron seis años en lanzar Pergamino, su juego debut. Aprendieron todo sobre la marcha y a los ponchazos porque se metieron en el proyecto sin tener experiencia.
No se dedicaban "full time" pero en ese lustro y pico en todas sus reuniones se limitaban a cranear Pergamino. "Al principio era algo entre nosotros pero a medida que vimos que los diseños estaban tan bien elaborados, la gente lo probaba y le gustaba, decidimos sacarlo al mercado en 2015", relata Federico.
El juego está basado en una leyenda inventada por estos amigos, y consiste en conseguir tres pergaminos. Cada participante representa a un héroe que se mueve en un tablero para conseguir armaduras, escudos, y así adquirir fuerza y poder para pelear contra sus oponentes, los otros jugadores. En cada misión se logran puntos que habilitan a ir tras un pergamino, y el que consigue los tres gana.
Perseverantes.
Además de inexpertos, eran inocentes. Pensaron en hacer 200 copias, pero ese optimismo se vino a pique cuando averiguaron lo costoso que salía producir en pequeñas cantidades porque el uruguayo es un mercado acotado.
"Cuantos más hacés, más barato te sale, pero también es un riesgo porque estás obligado a vender más para recuperar la inversión", asegura Federico, que algo sabe del tema porque él y sus tres amigos de Arnar desembolsaron mil dólares por cabeza para hacer 50 copias de Pergamino y jamás recuperaron ese dinero.
A pesar del panorama, no se dieron por vencidos, y con lo poco que lograron sacar de Pergamino, que salía $1.800, decidieron reinvertirlo en un segundo juego "más accesible y orientado a un público más amplio". Y apareció Warnimal en el mercado dos años atrás; les llevó apenas seis meses de desarrollo.
Produjeron 10 copias y se agotó. Las vendieron a $2.000 la unidad. Con esos $20.000 pusieron manos a la obra para mandar a hacer 100 copias de su tercer proyecto titulado Undead Road. Federico lo define como "el más popular". Y es el que Guadalupe Becerra tiene en su ludoteca y transporta para el ciclo de noches de juegos de caja que se realiza en diciembre por los bares montevideanos desde hace dos años con gran éxito.
Ella es una animadora argentina, fundadora del grupo Cueque, y junto a otra compatriota proponen un encuentro entre las personas a través de juegos alternativos y distintos a los clásicos que la gente puede tener en su casa. "Para nosotros la recreación es volver a mirarnos a los ojos, soltar el celular y todo lo que no sea la bebida, comida y juego en la mesa", comenta Guadalupe, que hoy llevará su propuesta a Varsovia, como todos los miércoles. Los jueves toca en el bar Fénix, los viernes en The Black House, y este sábado en 11:11 Café a las 16:00, y el Coruñés Bar a las 21:00.
Este tipo de actividades masivas permite que los creadores nacionales logren difusión, y así personas que no son aficionadas a los juegos de mesa pueden conocer los productos y emprendimientos de calidad, que de otra forma no sabrían que existen.
Remar en dulce de leche.
Estas noches de juegos de mesa también brindan la chance de testear productos que no han salido al mercado. Se reúne a un grupo de personas a las que va dirigido, se les explica la reglas, y después de la partida se le realizan preguntas clave para que hagan una devolución. De esta forma, el creador puede saber si funciona o no, y cambiar algo del diseño o de las reglas si hiciera falta.
Orian Jaramillo está probando el primer juego comercial que quiere lanzar en 2019 de forma independiente, bajo la marca A jugar. Le resta afinar un par de detalles, y aún no tiene nombre definido. Adelanta que es de cartas y está basado en video juegos de peleas, como Mortal Kombat y Street Fighter.
"Es dinámico, fácil, y accesible mecánica y económicamente", dice este venezolano radicado en Uruguay hace tres años.
En su país natal creó y comercializó Teotamak y Cabagua, y aquí fue el diseñador gráfico de Warnimal junto al grupo Arnar. Creó por su cuenta el juego de tablero Aliens Needs Cores y otro de cartas llamado Supervivencia Extrema. Si bien los testeó, no los lanzó al mercado por un tema económico.
Es que en Uruguay los costos elevados hicieron que transformara su medio de vida en una mera afición.
"Es como remar en dulce de leche. No existe una casa editorial que se dedique a producir juegos de mesa, trabajamos con editoriales que solo imprimen", se queja Orian. Considera que la principal dificultad es que estos productos 100% originales carecen de alcance masivo, y hay poca gente dispuesta a pagar por ellos.
"Difícilmente el público objetivo exceda las 600 personas, los costos se encarecen y se hace difícil justificar la inversión".
En Uruguay hay pocos autores de juegos de caja originales. Pero la movida viene creciendo, y la mayoría son aficionados que se reúnen en casas durante los fines de semana, o participan de alguna actividad del INJU o Montevideo Comic, en donde elaboran sus creaciones de forma casera, "no pasan de un prototipo hecho en papel o cartulina".
"Tienen productos interesantes pero no salen del espectro de su grupo de amigos o familia. Pocas veces consideran que sea un material digno de llegar a más público y hacerlo redituable. Muchos no tienen la capacidad para hacer un diseño de carácter profesional y a veces ni siquiera les interesa", cocnluye Orian.
La logística deja afuera al juego más popular
Hay un juego alemán que causa furor entre los uruguayos por estos días. Se trata de Catán, y se volvió conocido entre las personas que no son fanáticas de lo lúdico. En la tienda de entretenimientos XUruguay se agotó en menos de dos horas cuando su dueño anunció que estaba disponible, según informó El Observador. El Catán es considerado un juego euro porque posee tablero, piezas, reglas extensas, y su partida es larga, por eso en las Noches de Juegos de Caja de Cueque no se incluye. "No son propicios para estas instancias, ya que las personas pueden pasar dos horas en esta actividad y uno va a un bar con el plan de consumir, charlar, y también agregar esa cuota de diversión y adrenalina extra que significa el juego", comenta Guadalupe Becerra, de Cueque.