Los secretos de un atleta uruguayo para resistir una carrera de cinco días

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Aníbal Lavandeira, maratonista uruguayo. Foto: Archivo El País

SALUD

Aníbal Lavandeira es el primer sudamericano en correr la Mi MiL’ KiL de 500 kilómetros sin paradas por la campiña francesa.

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Aníbal Lavandeira perdía siete kilos durante cada carrera. Ahora, con dieta y suplementación mejoradas y 64 kilos de peso a sus 50 años, baja 4,5. Para un atleta que se enfrenta a una dura prueba de resistencia, cuanto menos, mejor.

En Francia, donde correrá 500 kilómetros “sin paradas” a partir del próximo domingo, calcula que habrá perdido unos 10 kilos cuando cruce la meta en Lodève. Pero no es el único cambio. Su función hepática habrá variado “muchísimo”. El hígado ayuda al cuerpo a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar toxinas en una situación normal, pero en una ultramaratón, donde el tiempo define el lugar en el podio, está presionado para trabajar al extremo casi sin bocado. ¿Cómo resistirá?

Extremo.

No cualquiera es aceptado para correr la Mi MiL’ KiL. El uruguayo es uno de 44 atletas y es el primer sudamericano en participar de esta competencia por la campiña francesa. Es tan dura la prueba que la organización no llegó a completar el cupo de 60. Lavandeira, que ha llegado primero en la ultramaratón de Turín en 2015 y en Brasil en 2016, tuvo que presentar sus antecedentes para demostrar que su organismo podrá tolerar el esfuerzo. El chequeo previo incluye un electrocardiograma, análisis de sangre y pruebas hepáticas. Expertos recomiendan que se sume una prueba genética que detecte un posible riesgo de muerte súbita. “Este es el desafío más importante que he tenido. Vos largás y corrés. No hay tutía”, comenta.

El terreno es, a su juicio, “relativamente aceptable”: “Pueblos, con subidas y bajadas; se corre por rutas secundarias, balastro y pasto”. La descripción parece apacible. Mínimo, de postal. Los pueblos entre Lignac y Lodève son medievales. No obstante, en el sitio oficial de la Mi MiL’ KiL se lee el adjetivo “brutal”. El trayecto incluye elevaciones de hasta 1.000 metros con condiciones climáticas que pueden volverse en contra como vientos y noches frías. Estos son imponderables que pueden retrasar la llegada. La organización prevé cinco días pero el uruguayo quiere completar la carrera en 110 horas, es decir, en cuatro días y medio.

Hasta el momento de la largada, Lavandeira come “muchos fideos, arroz, pescado, pollo, claras de huevo, frutas y verduras, leche, avena y algo de cereales”. El ritmo es cuatro veces por día. No parece extraño, sino fuera porque cada ingesta representa una carga de proteínas y carbohidratos que es superior a lo recomendable para una persona con una exigencia física normal. Además, la dieta se completa con suplementos que, por ejemplo, le aportan 1.000 calorías en cada plato. Consume diariamente batidos de proteína de suero de leche (whey protein), geles (azúcares que entran rápidamente al torrente sanguíneo), aminoácido de la glutamina (abundante en sangre en condiciones normales pero que decrece significativamente durante ejercicios de resistencia), BCAA (leucina, isoleucina y valina para mejorar el rendimiento muscular y reducir el dolor), entre otros productos.

Aníbal Lavandeira, maratonista uruguayo. Foto: Archivo El País
Aníbal Lavandeira. Foto: Archivo El País

Durante una carrera, el atleta lleva en su mochila más de esto que “comida convencional”. De esta, come “algo para engañar al estómago”, porque evita hacer una “digestión importante”.

Mientras que la carrera no finalice, todo puede retrasarlo. También lo hace el sueño. En otro tipo de ultramaratones (lo máximo que ha corrido hasta ahora son 281 kilómetros), Lavandeira duerme entre seis y siete horas entre los períodos de ejercicio; pero en esta descansará un máximo de cuatro horas y media. Así lo ha hecho por los últimos tres meses a modo de entrenamiento. “Entreno tres veces por día. Los fines de semana corro entre 10 y 15 horas. Voy a Piriápolis o Minas”, cuenta.

Los valores de la función hepática recién se normalizarán después de un mes. A Lavandeira le llevará un día recuperar los primeros tres kilos; el resto llegará más lentamente.

Y luego está la mente. Esta puede jugar más en contra que un tirón en la pierna o que la sed. Está comprobado que estos atletas pierden agilidad mental. La glucosa y el oxígeno van sobre todo a los músculos; al cerebro le llega lo justo para las funciones vitales. Incluso, los ultramaratonistas pueden sufrir pequeñas alucinaciones. “La cabeza te quiere traicionar. Después de muchos kilómetros Te tenés que imponer a la fuerza de tu mente. La fuerza mental es la que hace la diferencia”, reflexiona Lavandeira. La mente, más allá de las piernas y la dieta, es la que lo llevará a la meta.

Riesgo de lesiones.

En materia de lesiones, el principal miedo de cualquier ultramaratonista es sufrir hiponatremias por dilución (por beber demasiada agua durante el recorrido), calambres, problemas de rodilla y de articulaciones, sobrecargas musculares y fracturas por sobrecarga en el pie. Las últimas, por ejemplo, se producen cuando el hueso ha superado el umbral de fatiga. La zona ósea se reblandece por los impactos repetidos del pie contra el suelo durante largas horas y largos días. Aníbal Lavandeira, quien corre de forma regular hace 20 años, no ha tenido lesiones importantes. “Me siento fuerte y vigente. Puedo ganarle a los de 20 años; no me preocupa. Todos llegamos con distintas vivencias. Solo hay que correr”, dijo a El País.

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