CULTURA
El Bandoneón: el Sonido del Tango busca salvaguardar el patrimonio del tango en Uruguay. En ese marco, inauguraron el primer curso de luthería de bandoneón de la historia del país.
Dice Ricardo Matteo que con el bandoneónsucede algo que no se explica. Algo que se parece a la magia, pero no. Algo que se parece a un impacto, pero no. Dice que hay que hacer la prueba: que alcanza con tocar apenas algunas notas en un bandoneón frente a alguien que nunca haya escuchado su sonido y ver cómo, de pronto, algo en el rostro se modifica, algo en la expresión cambia, algo se nota en la mirada. Dice Ricardo que es por el sonido, pero que no sabe explicarlo, que no lo puede poner en palabras.
Entonces hago la prueba. Entro a YouTube. Escribo la palabra “bandoneón” y bajo hasta que un video me llama la atención: el bandoneonista Raúl Jaurena junto a la Orquesta Sinfónica del Sodre, en un concierto en 2017 interpretando Adiós Nonino, de Astor Piazzola. Pongo play.
Los primeros dos minutos del video transcurren en esto: Jaurena, vestido en traje y camisa negra, corbata blanca, pelo gris impecable hacia atrás, está de pie, rodeado por otros músicos de la orquesta. Mueve los dedos de las manos, una en cada extremo del instrumento, presiona algunas teclas y entonces, como si brotara de un lugar profundo y oscuro, un sonido que se parece a la tarde de un domingo de invierno inunda todo el espacio. Jaurena mira hacia arriba como en una invocación, como en una ceremonia. Y después vuelve los ojos hacia el bandoneón. Y los deja ahí y hace que el sonido se expanda, vibre, crezca y se amaine. Es un sonido que viene del pasado, un sonido de otro tiempo, un sonido cargado de nostalgia y de terciopelo, un sonido lleno de penas: un sonido bellísimo.
El bandoneón, que en Alemania era un instrumento para tocar música religiosa, en Uruguay (y en el Río de la Plata) se metió en suburbios y conventillos y se transformó en el sonido del tango.
Y eso, dice Ricardo, que tiene 70 años y es luthier de este instrumento, también lo transforma en algo mágico.
“Está directamente relacionado con la historia del bandoneón. O con su llegada al Río de la Plata: nació en Alemania y llegó a esta zona de casualidad, porque vino en barcos de inmigrantes alemanes. No nació como un instrumento para hacer tango, de hecho llegó acá sin un método”.
Ricardo toca poco: apenas algunas piezas que aprendió de su tío, bandoneonista, y como aficionado. Fue con él, también, que aprendió su oficio. Se dedica a reparar y restaurar bandoneones desde los 13 años, cuando su tío lo llevó al taller que tenía en casa y le enseñó todo. “Yo estuve pegado toda mi vida al sonido del bandoneón porque viene de mi familia, mi padre tocaba, mi tío tocaba”, cuenta.
Después de que su tío murió Ricardo puso su propio taller. Y aunque ya está jubilado y mantiene el oficio como algo personal, dice que le apasiona. También que es difícil de explicar cómo se hace, cómo se arregla un bandoneón: depende de muchas cosas y de qué sea lo que esté fallando.
Dice que le ha enseñado el oficio a las personas que alguna vez se han acercado, pero también que nadie ha querido aprenderlo con esa intención - la del oficio- que lo hacen por curiosidad, para saber de qué se trata, cómo funciona, cómo se afina, cómo se desarma y se vuelve a armar.
En Uruguay hay solamente dos luthier de bandoneón. Uno vive en Rivera. El otro es Ricardo, que vive en Montevideo. Pero ahora -y por la necesidad de que el oficio se expanda- habrá un espacio donde aprender a restaurar y reparar bandoneones en Uruguay. Se trata del primer curso de luthería que se dará en la historia del país y que forma parte del proyecto “El Bandoneón: Sonido del Tango”. Empieza el próximo lunes y se dictará hasta noviembre en la Escuela Figari de la UTU. Aunque los cupos ya están completos, es posible quedar en una lista de espera.
Para formar a los siete maestros a cargo del curso estuvo en Uruguay, durante tres semanas, el luthier alemán Stefan Fuhrich, que no solo habló sobre bandoneón, sino también sobre docencia.
Stefan tiene 26 años y viene de Klingenthal, un pueblo de Alemania que en 2016 tenía 8.700 habitantes y que está cerca de la frontera con República Checa. Aprendió el oficio mientras estudiaba luthería. Su profesor lo invitó a conocer su fábrica de bandoneones. Era 2019. Desde mayo de 2021 Stefan tiene su propia fábrica: es un negocio pequeño, en el que trabajan dos personas. Fabrican entre 15 y 25 bandoneones por día.
¿Qué se necesita para construir un bandoneón? Él dice esto: “Mucha paciencia, habilidades artesanales y un buen oído”.
El proyecto del tango
“El Bandoneón: Sonido del Tango” es un proyecto que busca salvaguardar el tango como bien patrimonial del Uruguay. Fue desarrollado por la Fundación Cienarte en conjunto con la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación y la Comisión Interministerial de Apoyo al Tango y al Candombe y cuenta con el apoyo de la Comisión Nacional para la Unesco.
La iniciativa se puso en marcha en abril de 2021 y trabaja en base a tres ejes: la enseñanza, la realización de un inventario del bandoneón y la puesta en valor del instrumento.
Además del curso de luthería, el eje de la enseñanza incluyó la apertura de la escuela del bandoneón para personas menores de 35 años, que funciona en Montevideo, Maldonado, Río Negro y Tacuarembó y que ya tiene 50 estudiantes.
“Antes pensábamos que este proyecto se trataba de despertar el interés por el tango en la juventud. Pero nos dimos cuenta de que el interés ya existía, ha crecido con mucha fuerza en los últimos años. Lo que nosotros hicimos, entonces, fue generar un espacio para que ese interés pudiera desarrollarse. A lo que apuntamos es a que se pueda continuar con el tango como patrimonio del Uruguay en las nuevas generaciones”, dice Sofía Antonaz, gestora cultural al frente de la iniciativa.
El inventario del bandoneón no se trata solo de algo cuantitativo. “Lo está haciendo la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura y están persiguiendo historias a lo largo de todo el país alrededor del instrumento. Nos gusta decir que es un inventario del bandoneón y su mundo”, cuenta.
La puesta en valor tiene que ver con distintas actividades, como el reconocimiento de personas que han tenido una incidencia importante en el bandoneón en Uruguay o presentaciones en escuelas y liceos de todo el país.
Todo tiene el mismo fin: que cuando suenen las primeras notas de un tango, alguien que nunca haya escuchado el sonido del bandoneón se estremezca, sienta que hay algo de todo eso que se le mete en el cuerpo.