TECNOLOGÍA

Manel De Aguas (Barcelona, 1996) le gusta sentir los días fríos y lluviosos. Esos días lo invade un sonido dentro de su cabeza que describe como “líquido y profundo”. Los días de calor o secos, en cambio, los percibe como un “craqueo”. Manel percibe sonidos burbujeantes y crispantes que representan las variaciones de temperatura, humedad y presión atmosférica a lo largo del día porque él mismo es una “estación meteorológica”. Una que respira porque las aletas que se implantó en su cabeza captan y transforman las condiciones del tiempo en sonidos que él percibe como meditativos y que luego transforma en música.

“Para mí el día a día es estar escuchando una pieza musical que es el tiempo. La atmósfera es la compositora de la pieza que escucho en continuidad y cambia dependiendo de adónde voy”, dijo a El País el artista que se convirtió en un ciborg al llevar un dispositivo cibernético integrado a su cuerpo que le brinda una nueva percepción no habitual en los humanos.

Manel, al igual que Neil Harbisson –el primer ciborg oficial reconocido en el mundo por un gobierno y que porta una antena por la que escucha colores– y Moon Ribas –la española que lleva sensores para percibir sismos–, se identifica como “transespecie” al no ser 100% humano, una experiencia que contará en la próxima edición del Campus Party, un festival de innovación y tecnología que tendrá lugar en Punta del Este –del 31 de marzo al 2 de abril–, y donde ofrecerá lo que él llama un “weather tour concert”: un concierto con los sonidos del tiempo de Uruguay.

En su Instagram (@maneldeaguas), se puede escuchar una parte de Winter 2020 que es una composición musical con todos los sonidos percibidos por sus aletas durante todo el invierno de ese año en Barcelona.

Cada latido representa un día nuevo y cada secuencia de acordes representa un mes. Luego hay distintos sonidos para los días lluviosos, para los días nublados y para los días soleados. Y, por supuesto, hay otras capas para darle armonía y que no sea algo repetitivo. “Si hay cambios bruscos le meto más caña”, aclaró. Es una verdadera pieza de ambientación, de esas que ayudan a bajar la ansiedad o a conciliar el sueño.

A esta altura usted podrá pensar que este artista es como los recuerditos de delfines o virgencitas que cambian de color según el día –por si no sabía, están hechos con materiales higroscópicos que alteran sus características de acuerdo a la humedad y así se tornan azules cuando hay sol, violeta si está inestable y rosado si llueve–, pero la tecnología de sus aletas es más compleja que eso.

La música, por supuesto, se realiza a través de un software programado con los sonidos que él ha elegido para percibir a través de sus aletas las variaciones de temperatura, humedad y presión atmosférica. Pero estas no fueron el primer dispositivo.

En 2017 se colocó un chip en la nuca conectado a las orejas con unos “motores pequeñitos” que las hacían vibrar dependiendo del rango de presión atmosférica. “Cuanto más arriba, más vibración”, resumió.

Al año siguiente hizo otro prototipo que ya llevaba conectado a la cabeza.

En 2020 pudo implantarse las aletas en Tokio (nadie quiso operarlo en España y allí encontró a un “señor de 60 y tantos años del ambiente underground de la bodymodification”) que se las colocó en incisiones entre la piel y el hueso del cráneo con un chip de conducción ósea.

Estas están programadas con los diferentes sonidos a los que tuvo que acostumbrarse porque solo cesan cuando se las quita para dormir o para ducharse.

Un futuro diseño, para él, debe ser inamovible y, para eso, debe contemplar aletas más livianas y compactas para que se puedan implantar directamente al cráneo y que sean adaptables a todas las condiciones a las que se puede enfrentar una persona durante el día. “Tienen que ser impermeables, por ejemplo, para poder bucear. Al diseñar un órgano cibernético hay que tener en cuenta todas las situaciones del día a día y que tus órganos resisten para que el nuevo sea lo más parecido”, comentó a El País.

Pero el gran objetivo de Manel es transformarse de la “estación meteorológica” que es hoy a un “radar de lluvias”. Para esto debe incorporar wifi “para estar conectado a otras partes del planeta”; en su caso, a la información meteorológica disponible en línea y, en particular, a la de las lluvias puesto que quiere aumentar esa percepción. “Si hay lluvia, las aletas harán que llueva dentro de mí. Sería como estar conectado a las precipitaciones del planeta”, apuntó.

Volvamos al término “transespecie”. Lo primero que aclaró Manel es que su condición de ciborg es “exploratoria y artística”, dado que sentía desde antes que quería tener “otro estímulo” que lo acercara más a la naturaleza; no es, en ningún caso, un estilo de vida que considere que deban tener todas las personas. “No digo que todos tengamos que ser así”, afirmó. Y, por supuesto, descartó que el objetivo sea convertirse en un “Terminator”, que es la asociación más común que hace la gente ante ese tema (Manel ni siquiera ha visto las películas).

No obstante, no puede descartar que, en un futuro, la colocación de microchips en el cuerpo sea algo frecuente pero no con su mismo objetivo, sino para utilidades prácticas relacionadas con la tecnología. “Al final va todo en la comodidad”, señaló.

Hoy ya existen microchips que se colocan debajo de la piel y permiten, por ejemplo, desbloquear y usar el celular o hacer pagos a través de la vía de comunicación que permite la tecnología NFC (la misma que, por ejemplo, usan las tarjetas STM).

El “transespecismo” o “transhumanismo” es otra cosa. Según relató Manel, se refiere a una persona que se hace una extensión biológica de algo no humano y/o a una persona que siente que su identidad no corresponde a la identidad de especie que se le ha dado al nacer. “Esto crea mucha confusión porque la gente lo asocia a términos como transgénero y saca sus propias conclusiones sobre lo que significa. Y lo que le sale primero a la gente es la burla y sus matices de transfobia”, explicó.

Y añadió: “Ahora mismo es difícil hablar de esto. Es difícil encontrar gente con la que puedas hablar naturalmente de lo que es ser transespecie y de cómo te sientes. Yo lo vivo con mucha naturalidad. Pero la identidad de especie en la sociedad actual no es algo que se cuestione. Se da por hecho de que somos humanos desde el nacimiento. Nadie cuestiona que alguien no es humano. Si hablás de esto, se crea mucho debate y mucha fricción porque no nos enseñan que puedes no sentirte 100% humano y quieres acercarte más a una identidad de otra especie de la naturaleza”.

Manel confesó que las primeras reacciones con las que se topó al dar a conocer su historia en la prensa por primera vez hace algunos años le provocaron “confusión y un shock”, pero hoy lo maneja mejor. En diálogo con El País, el artista ciborg también dijo: “Yo nunca he hecho nada con una intención negativa ni con una intención más allá de explorar de mi propia persona; nunca me he puesto a modificar a nadie ni mis aletas afectan a nadie. Creo que somos tan complejos y diversos que tenemos la libertad de sentirnos quien queramos sin tener juicios sobre eso”.