EFE
Los restos arqueológicos lo atestiguan, entre los siglos III y I a.C, algunas personas eran enterradas con animales. Algunos, como los cerdos o los pollos, se comían y, otros, como los perros o los caballos, no entraban en la dieta. Muchos siglos después, su significado sigue sin estar claro.
Ahora, un estudio publicado en la revista Plos One y liderado por investigadores de la Universidad de Berna (Suiza), del Instituto de Estudios sobre Momias Eurac Research de Bolzano (Italia) y de la Universidad de Milán, sugiere que estos enterramientos conjuntos podrían indicar amor por un animal o costumbres religiosas.
Para hacer el estudio, analizaron los restos de 161 personas enterradas en el Seminario Vescovile, un yacimiento arqueológico de Verona (Italia) de los siglos III a I a.C.. De ellos, dieciséis habían sido enterrados junto a un animal.
La mayoría de los animales que estaban en estas tumbas se solían comer, sobre todo los cerdos, aunque también se encontró un pollo y parte de una vaca. Los investigadores creen que podrían haber sido ofrendas de comida a los muertos.
Pero cuatro de las personas enterradas en el yacimiento se encontraban junto a restos de perros y/o caballos, que no suelen comerse.
Para buscar patrones que pudieran explicar estos enterramientos, los investigadores analizaron la demografía, la dieta, la genética y las condiciones de enterramiento de los humanos y los animales inhumados.
De acuerdo con su análisis, las personas enterradas con animales no parecen estar estrechamente emparentadas entre sí, lo que habría sugerido que se trataba de una práctica de una determinada familia.
El perfil de persona enterradas con perros o caballos también variaba: había un bebé con un esqueleto completo de perro, un hombre joven que había sido enterrado con partes de un caballo, un hombre de mediana edad con un perro pequeño y una mujer con un caballo entero, partes de otros caballos y un cráneo de perro.
Para los autores, la falta de patrones comunes entre estas tumbas significa que las posibles interpretaciones pueden ser múltiples. Por ejemplo, animales como los perros y los caballos solían tener un simbolismo religioso en las culturas antiguas, pero también es posible que se enterrara a personas concretas con sus compañeros animales.
Además, señalan los autores, estas prácticas de enterramiento humano-animal podrían haber estado determinadas por la interacción entre distintos rasgos individuales y costumbres sociales o formar parte de rituales y creencias desconocidos.
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