Todos alguna vez hemos dicho o escuchado el refrán ‘mejor prevenir que curar’. Jesús Costa, médico uruguayo y director de la Clínica Medicina Biológica Vitalista, cuestiona esta sentencia: “La misión del médico es hacer promoción de salud, que es educar más que prevenir”. Según él, para estar sanos es necesario estar informados acerca de cómo funcionamos. Así, al dicho habría que agregarle un paso previo: ‘mejor educar que prevenir, y mejor prevenir que curar’.
Marcas de vida
Costa nació en Sarandí de Navarro, una localidad del departamento de Río Negro en donde “prácticamente no había médicos”. Él, sin embargo, desde niño sabía que iba a estudiar medicina: “Aunque naciera de nuevo no podría hacer otra cosa”.
Se recibió en el año 1985 y comenzó un posgrado en medicina interna. Cuando estaba cursando el segundo año, una sobrina suya, de 7 años, enfermó de cáncer de cerebro y falleció “de una manera indigna, con radioterapia y dolorida”. Para Costa, aquello fue un antes y un después: “Yo estaba estudiando la especialidad en la que teóricamente curábamos todo, pero me di cuenta de que no era así. Decidí abandonar el posgrado y buscar otras cosas”. Finalmente, se formó en medicina china, homeopatía y psiconeuroinmunoendocrinología.
En 2007 fundó la Clínica Medicina Biológica Vitalista, donde se trabaja desde un abordaje hipocrático. “Es una filosofía de vida que consiste en tener conciencia de lo que somos”, explicó, y continuó conversando con El País acerca de su forma de ver la medicina y, por qué no, la vida.
– ¿Qué implica hacer medicina desde una perspectiva hipocrática?
– Somos una unidad, un sistema psicobiológico, y, como decía Hipócrates, somos un microsistema dentro de un macrosistema dinámico. Cada uno influye en el medioambiente y viceversa. Hipócrates no tenía las herramientas para probarlo, pero hoy en día todo esto se puede comprobar tecnológicamente. Aún así, todavía hay resistencia y se sigue manejando el viejo paradigma. Hay enfermedades que son cada vez más frecuentes y eso nos da la pauta de que el camino que estamos siguiendo no sirve para solucionar el problema. Tenemos que volver a las raíces y eso es la medicina hipocrática. El rol del médico es mantener a la persona en salud y para eso debe explicarle cómo funcionamos para que pueda asumir la responsabilidad que tiene en su salud y sus enfermedades.
– ¿Cómo se asume la responsabilidad?
– Se trata de modificar hábitos y creencias. No todo es qué tomo para solucionar este problema, sino qué hago para solucionar este problema. Hoy la epigenética nos dice que las creencias que tenemos, junto con los alimentos, los pensamientos y las emociones, emiten señales que encienden o apagan ciertos genes y eso hace que surja o no la enfermedad. Estamos en un nuevo paradigma donde la epigenética está ocupando el centro y por eso creo que ya no es ético seguir haciendo medicina desde un punto de vista reduccionista y seguir viendo enfermedades en lugar de personas. Ya lo decía Hipócrates, el padre de la medicina: se curan personas, no enfermedades. Si solo vemos la enfermedad, vamos a curar las células alteradas del cuerpo, pero se mantendrá la alteración a nivel mental o emocional y nos vamos a volver a enfermar, de lo mismo o de otra cosa.
– ¿Qué más cambia con este nuevo paradigma?
– Antes creíamos que el material genético era lo más importante, pero hoy sabemos que no es así y que la importancia también está, por ejemplo, en la mal llamada flora intestinal, que en realidad es fauna intestinal. Hay trabajos importantísimos de neurocientíficos que muestran que los campos electromagnéticos de la fauna intestinal son más importantes que los del cerebro y acá volvemos de nuevo a Hipócrates que decía: ‘Que tu alimento sea tu medicamento’ y ‘las enfermedades comienzan en el intestino’. Alessio Fasano, gastroenterólogo pediátrico e investigador italiano, va más allá y dice: ‘La muerte empieza en el intestino’. Allí está la importancia del alimento: está demostrado que, por ejemplo, las harinas, los lácteos y el azúcar producen inflamación crónica y esa es la base de muchísimas enfermedades. Pero eso no lo es todo, porque sino cambiaríamos de alimentación y estaríamos todos sanos, y ahí volvemos a la importancia de nuestros pensamientos y de cómo vemos la vida.
– ¿Cómo se manifiesta esto en el trabajo que hacen en la clínica?
– Nosotros no nos limitamos a la enfermedad. Por ejemplo, si una persona tiene un cáncer, no solo están enfermas las células alteradas, sino que las diferentes dimensiones también están enfermas. Consideramos la dimensión corporal, que es lo físico o biológico; la mental, que son los pensamientos y las emociones, porque hay toda una ingeniería química que hace que lo que pensamos genere ciertas emociones; la vital, que se refiere a los campos electromagnéticos que modulan la materia, una energía vital que es dinámica y depende de nuestros pensamientos, de lo que comemos, de cómo dormimos, etc.; y la espiritual, que tiene que ver con saber cuál es el propósito en la vida de la persona. El espíritu es esa fuerza innata que está dentro de nosotros y que nos hace ver cuál es el sentido de nuestra vida, y cuando tenemos claro cuál es ese sentido, estamos en equilibrio.
– ¿Y cómo lo han aplicado en casos concretos?
– Somos más conocidos por tratar personas con enfermedades oncológicas y autoinmunes, pero también hemos tenido excelentes resultados con personas con asma o artritis reumatoidea y estamos capacitados para abordar cualquier enfermedad. Han llegado personas con tumores de ovario o de cáncer de mama en estadio 4 que ahora están muy bien. Ahí se hizo un trabajo de conciencia, la persona tomó contacto con cómo estamos conformados e hizo los cambios necesarios en su vida, ya fuera modificar la alimentación o su manera de pensar, o incluso romper vínculos que resultaban tóxicos. Eso es tomar conciencia: darnos cuenta de qué es lo que nos hace bien y qué es lo que nos hace mal.
– ¿Cómo lo aplicás en tu propia vida?
– Vivo en una chacra rodeado de naturaleza, cultivo mi huerta orgánica, trato de acostarme y levantarme temprano, vivo con quién he elegido compartir mi vida y trabajo de lo que me apasiona. Esas son las cosas que uno debe elegir para tener bienestar y salud.
Formando a los médicos del nuevo milenio
Este año, Jesús Costa presentó su Ciclo de Seminarios en Punta del Este, denominado ‘Medicina del Bienestar’. Se ha venido realizando una sesión por mes desde julio, cada una de cinco horas de duración en la sede de la Universidad de la Empresa (UDE) de Punta del Este. El próximo y último módulo será el sábado 19 de noviembre de 9 a 14 horas, de forma presencial y virtual, bajo la consigna ‘Sistema inmunológico y la defensa ante factores agresores externos e internos’. Uno de los puntos a tratar es la incidencia de la alimentación, las emociones, el ejercicio y el sueño en el equilibrio del sistema inmune. Más información llamando al 4248 2502.
Asimismo, en 2023 Costa dictará un curso certificado con la UDE en administración de salud y bienestar dirigido a todos los trabajadores de la salud. “La idea es crear y despertar conciencia en cuanto a que nosotros realmente podemos incidir en estar en salud”, expresó.
En este sentido, agregó que uno de los legados más importantes de Hipócrates es el juramento hipocrático, un compromiso que asumen quienes se gradúan de las carreras de medicina. Según Costa, se resume en que “el rol del médico siempre es ayudar a sanar, y, cuando no se puede, ayudar a morir de la mejor forma, pero nunca hacer daño”.