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Tony, un vecino de la zona de Peterborough, en el suroeste de Victoria, Australia, encontró un tesoro inesperado mientras paseaba por la playa: una botella de vino verde, cubierta de moluscos, que guardaba una historia que había comenzado dieciséis años atrás a más de 13.000 kilómetros de distancia.
La botella había sido arrojada al mar el 3 de noviembre de 2008, a unos 50 kilómetros de la costa brasileña, entre Río de Janeiro y Salvador. En su interior, una carta firmada por el estadounidense Joe Johnson contenía una propuesta insólita.
"Gracias por recuperar esta botella y tomarse el tiempo para ver qué había dentro. Para que valga la pena participar en mi experimento, le enviaré 20 dólares al recibir este mensaje", rezaba el mensaje.
Johnson, entusiasta de los cruceros y de los experimentos curiosos, reveló que a lo largo de sus viajes ha arrojado decenas de botellas similares a los océanos del mundo. ¿El objetivo? Descubrir hasta dónde podrían llegar estos mensajes y así explorar los misterios de las corrientes marinas.
"Mi esposa y yo hemos estado en muchos cruceros. No recuerdo esta botella específica, pero es increíble saber que terminó en Australia”, dijo a ABC Radio Melbourne.
Johnson se quedó sorprendido por el alcance de la botella y se emocionó al saber que alguien la había encontrado después de tanto tiempo a la deriva. Aseguró que cumplirá su promesa de enviarle los 20 dólares a Tony.
En las redes sociales, la historia generó revuelo. "¡Qué fantástico! ¡Me encantó esto!", comentó un usuario. Otro destacó la impresionante trayectoria del objeto. "¡Es un descubrimiento fascinante! Pensar que sobrevivió 16 años en el océano".
Tony, ahora guardián de una historia que atravesó continentes y décadas, aún no ha revelado si reclamará el premio prometido.