Mensajes de texto para lograr ser mejores padres: la crianza positiva en pandemia

Compartir esta noticia
Para los expertos, los padres suben fotos de sus hijos para lograr "Me gusta".

PATERNIDAD

Investigadores de la Universidad de Montevideo abordan aspectos de crianza positiva con más de 300 familias de los CAIF

Tres mensajes de texto por semana por seis meses. Ese es el resumen del abordaje que propone el programa de Crianza Positiva que impulsan investigadores de la Universidad de Montevideo (UM) y organizaciones de protección de la primera infancia (de 0 a 3 años).

Este año, debido a la pandemia por el nuevo coronavirus, se decidió realizar una nueva edición de este trabajo que abarca actualmente a más de 300 familias cuyos hijos concurren a Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF).

A diferencia de años anteriores, en 2020 no se acompañó esta instancia de contacto con talleres presenciales, pero se reforzó el seguimiento virtual.
Los mensajes de texto y de audio tienen por objetivo aumentar la inversión parental y a reforzar el compromiso de los adultos con sus tareas parentales.

¿Qué quiere decir esto? El equipo de investigadores encabezados por los economistas y docentes Ana Balsa y Alejandro Cid está evaluando si este programa de Crianza Positiva refuerza los lazos entre padres e hijos en un tiempo en que hay más presiones en los hogares, por ejemplo, por pérdida de empleo, miedo al contagio, aislamiento o falta de sociabilización de adultos y niños.

Balsa, al igual que la psicóloga del Plan CAIF Irene Rubio y la diputada frenteamplista Cristina Lustemberg –las tres fueron participantes de la conferencia El impacto de la pandemia en la primera infancia, organizada por UM– insistieron en que la irrupción de la COVID-19 solo dejó en evidencia las desigualdades socioeconómicas que ya existen entre los hogares de altos y bajos ingresos.

Cristina Lustemberg así lo dijo: “No precisábamos una pandemia para conocer que existen grandes desigualdades en Uruguay”.

Los mensajes pretenden ayudar a las familias a sobreponerse a barreras tales como la preferencia por el presente, la desatención, la inercia en la reproducción de comportamientos y las identidades negativas. El contenido que le llega a las familias se enfoca en reorientar la atención de los padres hacia pautas de crianza positiva, en simplificar tareas complejas, en establecer nuevos hábitos y en reforzar las identidades positivas.

Por ejemplo, en una semana se envía un primer mensaje en el que se habla de los beneficios de la estimulación del niño por parte de la lectura en conjunto. El segundo sugiere que los padres o un adulto referente le lea por 10 minutos cada día y que le hable más y con cambios de entonación o diferentes voces durante la cena o el baño para aumentar la receptividad. El tercer mensaje consulta cómo pasaron la semana, si cumplieron con la tarea propuesta pero, principalmente, recuerda que si no se pudo, todavía hay tiempo para hacerlo y que todo padre es capaz de llevar adelante estas prácticas. “Esos 10 minutos están en ti”, apuntó Balsa.

Lo último es esencial, a juicio de la economista. Uno de los hallazgos que encontraron en etapas previas de este trabajo –que se implementó en diferentes momentos en 81 centros CAIF para más de 400 familias– es que, cuanto más bajo es el nivel educativo de los padres, más alta es la “identidad negativa” que tienen sobre sí mismos, es decir, sienten que no son capaces de ser “buenos padres” –muchas veces por vivencias de su propia infancia– y eso repercute en la crianza de sus hijos y, por tanto, en su desarrollo social, emocional y cognitivo.

Centros CAIF
Centros CAIF

Al mismo tiempo, se evalúa el “sesgo por el presente” y la fatiga cognitiva de los padres. En la experiencia pre pandemia, la investigación encontró la misma correlación que en el caso de las identidades negativas: a más bajo nivel educativo, en particular de la madre, el involucramiento en actividades didácticas del niño es menor y la inversión en tiempo de calidad es inferior al de hogares con secundaria completa.

“La COVID-19 está ampliando los problemas previos”, afirmó Balsa.

Las ediciones anteriores del programa de Crianza Positiva incluyeron, además de los mensajes y talleres presenciales, visitas a domicilio en los casos en los que se constataron más vulnerabilidades y se realizaron filmaciones de los padres jugando con sus niños para observar la calidad de la interacción. El estudio indicó que las familias que habían cumplido con todas las instancias habían mejorado la relación con sus hijos. En concreto, la intervención aumentó el involucramiento parental en juegos físicos y en actividades didácticas y de sociabilización, aumentó la capacidad reflexiva de los padres y mejoró el sentimiento de eficacia parental de los padres.

Al respecto, Rubio expresó: “Se necesita que los papás estén disponibles y sean sensibles para lograr un buen desarrollo de sus hijos entre los 0 y los 3 años. Esto es: hacerlos sentir seguros”.

Diferencia entre indicadores familiares.

La entrega de viandas y canastas de alimentos a familias cuyos hijos concurren a Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF) se incrementó durante la pandemia. Si bien Irene Rubio, psicóloga del Plan CAIF, no precisó el porcentaje, dijo que se arrancó desde el 60% hasta llegar a uno “altísimo”. Y añadió: “Este es un indicador fuerte de la necesidad económica”. La emergencia sanitaria dejó en evidencia problemas que ya se conocían por parte de los técnicos que participaron de la conferencia El impacto de la pandemia en la primera infancia: en los hogares de más bajos ingresos con niños de 0 a 3 años hay mas problemas de desnutrición y alimentación de baja calidad; menor escolarización, aprendizaje y sociabilización en etapas tempranas; peor uso de los servicios de salud y más bajo peso al nacer.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

CAIFpadrescrianzaHijos

Te puede interesar