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Los Necrotours ya tienen cinco años de existencia en Uruguay, con una visita guiada por el cementerio que dura hora y media y está cargada de historias, leyendas y obras de arte.
¿Cuántos uruguayos saben que frente a la cripta del militar Eugenio Garzón, en el Panteón Nacional del Cementerio Central, hay un bollón con su corazón en formol?
El hecho, sumamente extraño, fue investigado por Diego González y Estela Zorrilla de San Martín, los responsables de realizar los Necrotours por este cementerio capitalino desde hace cinco años.
“Lo que supimos fue que la familia desconfiaba de que hubiera muerto de un infarto, como les dijeron. Creían que había sido envenenado, entonces decidieron conservar el corazón para que años después, con mayor tecnología, se pudiera comprobar de qué murió. Buscamos por cielo y tierra para ver si lo lograron saber, pero no encontramos absolutamente nada. No sabemos si pudieron sacarse la duda”, cuenta a El País, González, un casi Licenciado en Turismo (solo le falta la tesis) que tuvo la idea de importar al Uruguay las visitas guiadas por los cementerios.
Esta y muchas otras historias forman parte de estas recorridas que tienen lugar más o menos cada 15 días, en la tarde-noche, durante una hora y media.
Esta modalidad de visitas guiadas, que es muy popular en cementerios de Europa e incluso de América, la conoció González cuando estaba estudiando el curso de Guía de Montaña en Chile. Había visitado el Cementerio General de Santiago de Chile y también La Recoleta de Argentina.
“Cuando por otras investigaciones que estaba haciendo vi lo que había en el Cementerio Central pensé ‘¿por qué no hacer algo similar acá?’”, recuerda.
Entonces comenzó a indagar sobre arte funerario, simbología mortuoria, arquitectura y los personajes cuyos restos descansan en el cementerio del Barrio Sur.
Eso le llevó bastante tiempo hasta que en 2016 tuvo pronto el proyecto para presentar en la Intendencia de Montevideo.
Reconoce que terminó seleccionando una mínima parte de lo que hay para mostrar, que es mucho e imposible de abarcar en solo 90 minutos.
En la Intendencia capitalina le exigieron contratar a una guía registrada en el Ministerio de Turismo y fue así que, por conocidos en común, dio con Estela.
“Con ella, visita tras visita, fuimos redondeando el recorrido. Nos fuimos dando cuenta de lo que a la gente le llamaba más la atención; fue una prueba ensayo”, dice sobre lo que se terminó transformando en los Necrotours.
El tesoro de las Masilotti sigue dando qué hablar
Una de las historias que más atrapa del recorrido es el del tesoro de las hermanas Masilotti. “Que se busque un tesoro dentro de un cementerio es de película”, señala Diego González.
Cuenta que se buscó en tres oportunidades y en esas semanas de excavaciones pasaron muchas cosas. Por ejemplo, a Kuno Tessman, un famoso buscador de tesoros alemán, solo lo dejaron investigar un día y luego le prohibieron la entrada. Le alcanzó para escribir una carta a las Masilotti en la que marcó un triángulo donde para él estaba el tesoro. “Ese triángulo se lo mostramos a la gente y quedan sorprendidos”, apunta.
Guía de montaña que se tuvo que reinventar
Los Necrotours sirvieron de empujón para que Diego González se decidiera a estudiar la Licenciatura en Turismo. Ya cursó los cuatro años y solo le queda entregar la tesis.
Además es guía de montaña recibido en Chile y tiene una agencia de viajes y de turismo aventura.
Debido a la pandemia lleva dos años sin poder organizar expediciones de montaña. “Me tuve que dedicar a los cerros de Uruguay, pero me sirvió para darme cuenta de que tenemos lugares maravillosos que yo ni conocía”, dice.
Entre sus propuestas nacionales están el Valle de Lunarejo, Villa Serrana y Piriápolis.
Reacciones ante la muerte.
“¡Cómo se gastaba dinero antes en la muerte! ¡Qué locura!”, es de los comentarios que más escuchan de las nuevas generaciones o mismo de la generación de González (tiene 37 años) durante el recorrido.
El cambio en la manera de percibir la muerte según los años es algo que se ve muy bien reflejado en la ornamentación del cementerio al avanzar por los tres cuerpos en los que se divide el lugar.
En el primer cuerpo todo es de mármol de Carrara, con obras de arte que hoy costaría una fortuna mandar hacer. La cosa empieza a cambiar en el segundo y al llegar al tercero la diferencia es abismal.
“Ya hay panteones que no tienen ornamentación ninguna, como por ejemplo el de Luis Batlle Berres, que es donde está Jorge Batlle. Es uno de los panteones más grandes del Uruguay y es una mesada de granito con absolutamente nada”, describe González.
A los visitantes también les interesa saber cuántos entierros se hacen por semana. Actualmente hay entre cuatro y seis, lo cual es casi nada, por lo que se estima que dentro de poco el Cementerio Central se va a transformar en un museo. “Es lo que ocurre cuando ya no hay entierros”, explica y pone como ejemplo el Cementerio La Perpetuidad, en el departamento de Paysandú.
Tampoco queda mucha gente que lleve flores y mucho menos que se ocupe de sostener económicamente a los panteones.
“Se mantienen con una contribución y pasa mucho que las nuevas generaciones los terminan abandonando porque no les interesa. Es común ver panteones con obras de arte muy bonitas echados al abandono”, lamenta.
Pero a mucha de esa gente joven sí le interesa conocer la historia del Cementerio Central ya que conforma buena parte del público que contrata esta recorrida. No tanto adolescentes, para los que es más común armar visitas especiales con sus grupos de liceo (en este caso son gratuitas).
En general los visitantes son de todas las edades y características. Como Estrella, una psiquiatra de unos 60 años que ya hizo la visita más de 30 veces y sigue consultando sobre si hay cambios para volverla a hacer. “Tenemos mucha gente que ha repetido”, apunta González.
No es lo único que ha sorprendido al guía. Por ejemplo, en un principio creyó que esta iniciativa iba a atraer fundamentalmente a turistas extranjeros. No fue así. “La mayoría son uruguayos y no es por la pandemia porque antes de ella eran el 98%. Hemos tenido argentinos, brasileños, hasta de Estados Unidos o Italia, pero son contados”, afirma.
Considera que este interés de los uruguayos es algo muy bueno porque demuestra que la sociedad se está abriendo a este tipo de propuestas. Lo nota mucho en los comentarios que le dejan en la página de Facebook. En los primeros tiempos aparecían varios diciendo que estos tours eran una falta de respeto para con los muertos; con el tiempo surgieron los que les responden que se trata de una visita como a cualquier museo.
Por eso la idea de estos guías es replicar la experiencia en otros cementerios. Ya están avanzadas las gestiones para que se concrete en el Cementerio del Buceo y para más adelante quieren llegar al interior del país con La Perpetuidad como primer objetivo. “Ya hablamos con la Intendencia de Paysandú y están abiertos a que vayamos”, confirma ilusionado.
Noventa minutos de visita por los tres cuerpos
“El Cementerio Central es un museo al aire libre”, dice Diego González, uno de los dos guías de Necrotours.
El lugar se compone de tres cuerpos. La recorrida comienza con una introducción de unos 20 minutos, contando la historia del cementerio. Luego se pasa a recorrer las partes más importantes del primer cuerpo, entre ellas el Panteón de Ramón Artagaveytia, uno de los tres uruguayos que fallecieron en el naufragio del Titanic; una capilla y el Panteón Nacional, que se conoce por fuera ya que por decreto solo se abre el Día del Patrimonio y el Día de los Difuntos. Se cuenta la historia del tesoro de las Masilotti y se ven obras de Zorrilla de San Martín, Morelli y Belloni.
En el segundo cuerpo se visitan los nichos de Mario Benedetti y Gerardo Mattos Rodríguez, y un cruceiro gallego.
En el tercer cuerpo uno de los atractivos es la tumba de José Batlle y Ordoñez. Todo eso acompañado de distintas historias, algunas cargadas de leyenda.
Las recorridas comienzan a las 19 horas porque deben hacerse fuera del horario de apertura al público (cierra a las 16:30). También incide que es la hora en que la gente está libre porque ya salió de trabajar y se suma el atractivo de finalizar la visita en la noche. “Llevamos focos y linternas y creamos ese ambiente particular que es caminar por el cementerio de noche”, apunta González.
Se han organizado tours especiales, como algunos con Guillermo Lockhart, conductor del programa de TV Voces anónimas.
Cinco años
Los Necrotours arrancaron el 9 de enero de 2018. Se realizaron con normalidad hasta el 13 de marzo de 2020. “Ese día estábamos de tour y nos enteramos que teníamos el primer caso del covid en Uruguay”, cuenta González. Pararon hasta octubre de 2020, en que volvieron con vaivenes.
Covid-19
Para poder funcionar durante la pandemia debieron presentar un protocolo sanitario. Exigen uso de tapabocas y proporcionan alcohol en gel, toman la temperatura y controlan que se mantengan las distancias; no piden vacunas. El aforo es de 35 personas (antes llegaron a tener 200 visitantes por vez).
Entradas
El costo del recorrido es de $ 350 y los ingresos se pueden adquirir a través de Tickantel, Abitab o Red Pagos. El punto de encuentro es la puerta del cementerio (Av. Gonzalo Ramírez 1302). Por más información hay página en Facebook e Instagram; sino comunicarse al 099 122719.
Cada quince días
En 2022 ya tuvieron lugar dos tours, el 12 y el 27 de enero. El próximo estaría previsto para el miércoles 9 de febrero si no ocurre ningún contratiempo.